Trío de ases
Tras haber pasado una estupenda semana de vacaciones en Oporto este pasado verano, recibí de muy buen grado la invitación de Ultimate Audio de acudir a la ciudad portuguesa para cubrir este evento. El conocido distribuidor luso dispuso dos salas del Hotel Sheraton donde instaló tres equipos de mucho nivel, aunque escalonado. En una sala el protagonista único era el equipo Gryphon protagonizado por las exclusivas cajas Kodo, cuya sola presencia –dos columnas imponentes por canal– deslumbra. En la otra sala, dos equipos compartían protagonismo: el de nivel intermedio, con cajas Avantgarde Duo Mezzo y electrónica T+A, y el “básico” con cajas Golden Ear Reference y electrónica Accuphase.
Pese al nivel económico tan diferente entre equipos –aproximadamente hablamos desde unos 30.000 euros hasta en torno al medio millón– los tres tenían un nexo común, y es que las tres parejas de cajas en exposición cuentan con la sección de graves activa. Es decir, incluyen un amplificador interno para esa parte –aunque como veremos con filosofías y recursos muy dispares–.
Sistema Gryphon: tocar el cielo
El primer pensamiento que seguramente a muchos aficionados se les ocurre a la vista de altavoces como los Kodo, y otras realizaciones “extremas” de algunos fabricantes, es que son una locura absurda. Hablamos aquí de cuatro grandes piezas de unos 2 metros de alto, 300.000 euros, 800 kg en total… Lo cierto es que no sería la primera vez que un sistema de tal calibre, o aún mayor, a la hora de sonar tampoco es para tanto como podría esperar uno de su precio –y coste–. Personalmente debo reconocer que me ha pasado, ante piezas o sistemas de alta estratosfera, apreciar que con diez, incluso cien, veces menos, se podían conseguir mejores resultados… No con las Kodo.
Siento estropear el suspense, pero las Gryphon Kodo me dejaron tremendamente impresionado en Oporto. Incluso en esa sala de hotel lejana de una acústica ideal –pero muy bien resuelta por la gente de Ultimate, que reconocieron haberlo dejado mejor todavía que en Barcelona–, la frase “el mejor sonido que nunca he escuchado” es difícil de pronunciar cuando a veces ha pasado mucho tiempo entre experiencias. De verdad creo que sí ha sido el mejor equipo de sonido que he escuchado, y si no estaría entre los dos –dudo que tres– mejores.
Describir las Kodo llevaría un libro, en nuestra página han estado recientemente –audición Enosound en Barcelona– y en la web de Gryphon hay muchos detalles, pero quiero resumir lo más destacado y notable. Son cajas de cuatro vías: la primera alcanza unos 200 Hz, usa ocho altavoces de 8 pulgadas por canal y es una torre independiente con amplificación propia. Cuenta con 1,000 W continuos –4’5kW de pico– de potencia, y diferentes controles –con mando a distancia– para afinar el nivel y fusión con las demás vías. No son pues un “subwoofer” en un sistema 2.2, son bastante más –hasta 200 Hz–. Las frecuencias por encima de 200 Hz son cosa de las otras torres, igualmente altas pero más esbeltas, y con nada menos que once altavoces. Tiene seis unidades de 5 pulgadas para medios-graves, cuatro altavoces de 4 pulgadas para medios-altos, y un solitario tweeter de cinta Mundorf AMT para los agudos. Están ubicados simétricamente con el tweeter en el centro, a la altura del oído. Estas cajas, que me resisto a llamar “monitores” por tamaño y porque no bajan como para ser consideradas completas, son pasivas pero sorprendentemente fáciles de mover: 96 dB de sensibilidad y una impedancia que nunca baja de 4 Ohm… es tentador usarlas con válvulas.
No es la política de Gryphon, ni de Ultimate, que usó una etapa Mephisto estéreo con ellas, y un previo también Gryphon Pandora con el sistema. Lo completaban como fuente analógica el nuevo plato Dohmann Helix 2 con brazo Kuzma y cápsula Kiseki. La fuente digital, el recién incorporado al catálogo de productos representados por Ultimate: reproductor de archivos Antipodes DX3, y como convertidor el EMM Labs DA2. Todo estaba cableado con Kubala Sosna, colocado en muebles Solid Steel y contaba con el acondicionador de corriente Synergistic Research Power Cell.
Además de las cajas, me llamaron la atención las fuentes. Primero, el reproductor y servidor Antipodes: un producto que se ha ido afinando en diversas generaciones y que ahora parece estar el nivel de los mejores –pienso en Aurender por ejemplo–, si no un paso por delante. Tendremos que probarlo más a fondo y por separado porque es muy interesante y la aplicación Roon para manejarlo, tanto o más. Roon se va posicionando como el programa de referencia para los aficionados a la música, era mi primer contacto y empiezo a entender por qué, pues enseguida se le coge el aire y se está cómodo manejándolo.
En cuanto al plato, este nuevo Dohmann aprovecha el mismo sistema de aislamiento de las vibraciones que su hermano mayor, aunque de forma más sencilla y con otra construcción. Aquí lo que “se mueve” y aísla es solamente plato y brazo –al estilo de los platos clásicos de suspensión con muelles tipo Linn o Thorens–. Sinceramente un gran plato para aficionados –casi– sin compromisos con el vinilo.
Ambas fuentes hicieron honor a las cajas, y el sistema completo sonaba sencillamente impresionante. Suelo tomar muchas notas durante las audiciones, para recordar detalles que días más tarde podrían quedar olvidados, pero durante mucho tiempo mi libreta quedó apartada: estaba disfrutando de la música, hipnotizado, maravillado. Lo de menos eran los detalles particulares que ésta o aquella grabación me aportaban.
Lo realmente importante fue cómo el sistema conseguía, una y otra vez, ese milagro, esa supuesta quimera que busca cualquier aficionado al audio: transportarse mentalmente donde la grabación se había producido. En varias ocasiones me sentí como el día que escuché aquello en directo, hay que escucharlo para entenderlo, verdaderamente increíble. Es increíble cómo puede sonar este sistema con un concierto, da igual Mahler o Beethoven que Dire Straits o Pink Floyd, pero eso te lo esperas “viéndolo”. Veo anotado “once sobre diez” con sinfónica en mi libreta: ahí queda.
Más increíble es todavía como esos casi 40 altavoces en total se confabulan para reproducir una voz o un solo de violín. Las enormes cajas desaparecen sistemáticamente, dejando la presencia de ese sonido, incluso el silencio profundo de una sinfónica. La música suena con un timbre de naturalidad extraña cuando abres los ojos y ves el sistema, pensarías que escuchas algo más sencillo y minimalista. Lejos de una presentación hiperdetallista o cansina, los detalles sin embargo están ahí. Con guitarras o instrumentos de cuerda, los ataques eran francos, el sonido extraordinario, como si estuvieras a pocos metros de los intérpretes. Me emocionaron temas de Michel Camilo y Tomatito, porque los sentí como los disfruté en directo años atrás.
Por primera vez escuchando un equipo, al final, sentí envidia. Envidia de quienes pueden permitirse estas cajas, no sólo por su coste sino por el espacio que necesitan. Dice una frase que hay una vida mejor, pero es más cara. Pues sí. Por lo menos, lo pudimos disfrutar, tocar ese cielo, durante unas horas.
Avantgarde y T+A
La segunda sala del Hotel tenía dos sistemas, como comentamos al principio. El principal tenía las impresionantes cajas Avantgarde Duo Mezzo XD como protagonistas, unas cajas de casi 1,80m de alto, unos 40.000€ de precio y en las que destaca la sensibilidad de 107 dB nada menos. Los graves son activos, con dos altavoces dinámicos de 12 pulgadas y una etapa interna de 1.000W. Pese a poderlas mover con menos de diez vatios, Ultimate quería subrayar la capacidad de producir música de las electrónicas T+A más allá de su potencia bruta. El amplificador integrado T+A PA 3100 HV –16.000€– ofrece 300W a 8 Ohmios pero nunca vimos la aguja de sus vúmetros pasar de la decena de vatios –y en alguna ocasión lo intentamos muy en serio–. El amplificador contaba con la alimentación opcional –potencia aparte da más refinamiento– y la fuente era el T+A MP 3100 –13.000€ –. Acondicionaba la corriente de alimentación un Synergistic Research PowerCell 12 UEF.
Esperaba la dinámica que ofrecía este sistema. Un directo de Paco de Lucía, con palmas y cajón además de guitarras, se “vive” sólo si el sistema ofrece dinámica a raudales, y aquí no faltaba. Pero también esperaba que no me gustaran demasiado las voces con las bocinas y, sea por el “toque” de las T+A o porque estas Avantgarde son así, no me encontré voces agresivas en este equipo. Donde más brillaba era en directos bien grabados, eso sí, y me resultó espectacular la reproducción del –desconocido– disco del grupo portugués Discantus, que les compré directamente tras verles en un concierto al aire libre, años atrás de vacaciones en Sintra. Creo que es la vez que más cerca he estado de aquél directo, aunque quizás venía mentalmente “reseteado” con el clímax del equipo Gryphon…
El grave no era exagerado, de hecho quizás lo contrario y se equilibraba en grabaciones “ricas” en esas frecuencias. El ajuste de las Avantgarde implica pasar horas con su parte activa y un ordenador –lo conozco–, pero tal cual este equipo sonaba francamente bien y me quedé con ganas de dedicarle más tiempo. Reconozco que tener, a escasos metros, el paraíso terrenal de las Gryphon me distrajo un poco.
Golden Ear y Accuphase
Que los altavoces Golden Ear son toda una revolución es algo que descubrimos un par de años atrás, precisamente en unas audiciones de muy grato recuerdo que organizó Ultimate en Madrid. Allí las descubrí, y más tarde pude probar en mi propio equipo el modelo entonces tope de gama, las Triton One, confirmando esas buenas sensaciones. Son cajas fáciles de amplificar gracias a su parte de graves activa, que llenan de sonido con facilidad y contundencia cualquier sala razonable, y cuyo timbre y calidad musical sorprende porque la asignaríamos a altavoces de apariencia más “artesana” o con materiales a priori más “nobles” que los usados en estas cajas de asequible precio. La marca da un paso más con el modelo Reference, que introduce una serie de refinamientos y un tamaño algo más grande que la Triton One. Un tweeter también de cinta con imanes más potentes, nuevos altavoces de 6 pulgadas para medios –dos, arriba y abajo del tweeter como en la One–, y nuevos altavoces grandes de 6 x 10 pulgadas –tres– con un 40 por ciento más de superficie móvil que los de la One. También tiene nuevos radiadores pasivos laterales –de 10’5 x 9’5 pulgadas y dos por lado–. La eficiencia es notable, pues declara 93,2 dB de sensibilidad –con la parte de graves activa recordemos–.
La electrónica elegida para estas nuevas cajas es la ilustre japonesa Accuphase: el reproductor DP-560 –mitad inferior de gama– y el integrado E-470 –el mejor aparte del de Clase A–. Qué bonitos son en directo, por cierto, qué gusto da tocarlos y manejarlos: tuve uno hace algún tiempo y algún día repetiré. Por condicionantes de tiempo y organización, y confieso también que porque seguía deslumbrado en la sala Gryphon, probar este sistema quedó aplazado para última hora. Pues cuando creía que lo había escuchado “todo” y ya pensaba en el vuelo de vuelta –por desgracia no hubo alternativa a Ryanair y la mera idea me estremecía–, me llevé una sorpresa casi tan grande como la del equipo principal.
Las Golden Ear Reference van un paso más allá de las Triton One y con música moderna suenan tremendas, pero es que también con clásica, con jazz vocal… realmente camaleónicas. En su precio –10.000€– no falta la competencia, pero con tan grande versatilidad, la cosa se pone mucho más dura y favorable a estas cajas que, eso sí, no tienen ningún atractivo estético –dos columnas negras afortunadamente estrechas–. Quizás esa discreción juega a su favor, porque pasan desapercibidas, pero cuando se ponen a sonar, uno se pregunta de dónde viene tanta música, tanto sonido. Los preciosos vúmetros del Accuphase no alcanzaron el punto de los 10W –me fijé, sobre todo con música fuerte, y nunca pasó del 5%– confirmando que estas cajas son candidatas a amplificadores de poca, pero exquisita potencia, pues su transparencia permitirá disfrutarla a fondo.
Mundo auricular
Además de las dos salas con tres equipos en total, Ultimate disponía también de una mesa con varios equipos de auriculares para que los aficionados descubrieran en algunos casos esa faceta de la afición, o analizaran en otros de qué es capaz un sistema de alto nivel para la escucha más privada. A mí, me vino muy bien para ponerme al día un poco y como descanso entre sistemas de altavoces.
Como auriculares disponían de tres modelos de Mr Speakers, de alta gama: Ether abiertos y cerrados, y los Aeon. Para moverlos, dos sistemas. De un lado, fuente y amplificador Luxman: nada menos que el reproductor D-08u, y el nuevo amplificador de auriculares P-760u con salidas normales y balanceadas –de dos tipos–. De otro, el reproductor en red Aurender N100H con el nuevo DAC y previo con amplificador de auriculares Nuprime DAC-10H. Me gustó mucho el realismo, la claridad y sobre todo la suavidad –en particular con el equipo Luxman– de estos auriculares.
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