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Ya es para mí un “fijo”, desde hace más de dos décadas, pasar en mis vacaciones al menos una semana en Portugal. Aprovechando la visita a Lisboa acepté la invitación de Ajasom de la mano de su alma mater Antonio Almeida, un anfitrión ejemplar, y me puse en manos de Nuno y Jorge para escuchar el sistema que tenían preparado en su sala estéreo principal. Ajasom es un gran distribuidor portugués (y en algunas marcas ibérico) en cuyas instalaciones, además de almacén, oficinas o servicio técnico propio, disponen de local para exhibir y demostrar equipos tanto de música estéreo como de cine.

Sistema Vivid – Mola Mola

En esta ocasión nos sentamos frente a un sistema protagonizado por las cajas Vivid Audio K90 (pvp 26.000 euros) movidas por electrónica Mola Mola: el previo Makua (pvp 9490 euros en este caso con los extras del previo de phono y DAC) y las etapas monofónicas Kaluga (12.980 euros). Como fuente digital usamos el propio Mola Mola Makua (la parte digital incluye reproductor de archivos Roon Ready) y la parte analógica fue una agradable (y gran) sorpresa: acababan de instalar el tremendo plato Nagra Reference 70 Aniversario (169.500 euros más cápsula), un poco más abajo están sus detalles. 

Fue una de las grandes estrellas del pasado Salón de Munich y, pese a que le faltaba la puesta a punto final y rodaje, no dejamos obviamente pasar la oportunidad de escuchar semejante joya… Todo el cableado corría por cuenta de Shunyata Research, con conexiones de alimentación y todo, como siempre aquí, muy pulcramente colocado. La sala como ya comprobamos el año pasado ha sido transformada, eliminando parte de los tratamientos acústicos anteriores para dejarla más “viva”, aunque añadiendo algunos elementos más discretos para controlar resonancias y conseguir un resultado final muy convincente.

Las cajas Vivid Audio, de origen sudafricano, han formado parte del portfolio de Ajasom desde hace muchos años. La gama Kaya Series son sus modelos de acceso, desde los monitores S12 (6500 euros) hasta estas K90 que son su tope de gama. Por encima ya está la gama Giya, con su estética tan particular (parte superior enroscada por detrás) si bien la verdad es que todas las Vivid no pasan desapercibidas con sus diseños tan personales, pero fruto de un estudio acústico propio. Las K90 son cajas de tres vías con seis altavoces: el tradicional tweeter de una pulgada se combina en la parte frontal con un mid-woofer de 10 centímetros de diámetro, y en ambos laterales, en la parte inferior, están sendas parejas de woofer de 12,5 centímetros. Todos los conos son de aluminio, otro rasgo de su creador Lawrence Dickie como el diseño de las cajas fabricadas en un compuesto de fibras reforzadas que en este caso ofrecen un volumen interno de 90 litros (de ahí su nombre). Con una buena sensibilidad de 90 dB, la impedancia a priori no es mala (6 ohmios con mínimo de 4) aunque sabemos por propia experiencia que las Vivid suelen agradecer mano firme en la amplificación.

De ahí el uso por parte de Ajasom de otro de sus productos estrella, que también es “de autor”: electrónicas Mola Mola, obra del genio belga Bruno Putzeys (también conocido por las etapas Hypex entre otras cosas). Etapas en Clase D y previo analógico muy configurable, de hecho el nuestro venía equipado a tope: fono interno (1990 euros) totalmente ajustable a través de la aplicación de móvil propia (sí y además en más de una entrada si queremos usar más de un brazo), DAC interno (6500 euros y excepcionales medidas) además con reproductor de archivos Roon Ready (750 euros). El Mola Mola Makua tiene 5 entradas (RCA y XLR disponibles) y dos salidas (XLR). Las etapas son las Kaluga, capaces de hasta 1200 vatios bajo 2 ohmios (nominales son 400 W a 8 ohmios) con un discreto peso de 7 kg cada una (la magia de la Clase D, que en este caso viene de la mano de los mejores “magos” con ella).

Tocadiscos Nagra… tremendo

En cuanto al plato Nagra Reference Aniversario, se queda uno sin aliento ante su vista (y también al descubrir su precio). Y eso que a pocos metros Ajasom tenía, en la misma sala pero sin conectar, su referencia habitual: el tremendo Kronos Discovery (125.000 euros y cuatro “pisos”). En el año de su 70 Aniversario, la marca suiza ha querido celebrarlo con su primer plato, aunque es conocida su experiencia con otras fuentes analógicas de muy alto nivel (cinta). Usa dos motores de precisión situados bajo el platter, con una parte transparente que deja a la vista el sistema de tracción por correas (inspirado en el de la mítica grabadora Nagra IV-S). También es visible el doble chasis con placas de aluminio aeronáutico en sándwich de material fenólico (resina) y con suspensión flotante mecánico e hidráulico (muelles y aceite). La autoresonancia es inferior a 3 Hz.

La solidez del chasis esconde mucha tecnología: un acelerómetro comprueba la estabilidad de la plataforma para poder calibrar la velocidad durante la reproducción, algo que se hace en 20 segundos, y se que mantiene a la vista con el clásico modulómetro Nagra del frontal (dedicado aquí a las rpm de giro). Una vez calibrado gira durante la escucha sin control para evitar retroalimentación. El plato en sí está fabricado en un material de alta tecnología, Exium AM, un metal no ferroso con propiedades amortiguantes internas únicas. Se funde en horno centrífugo y luego se mecaniza. Por encima lleva una superficie de metacrilato transparente (que permite ver el mecanismo, como en un reloj) de 22 milímetros de espesor. Este plato gira sobre un sub-plato con eje de acero ultrapreciso y bolas de carburo en la punta, encajado en un casquillo de bronce y libre de mantenimiento.

La alimentación es separada y de calidad equivalente a los últimos productos Nagra HD. El brazo es también propio de Nagra y diseñado por y para este plato: el brazo en sí es un sándwich (doble tubo de carbono con madera en medio) y es unipivot: un cono de acero endurecido se mueve sobre una copa de polietileno de alta densidad y mínima fricción, amortiguado por silicona y con un contrapeso masivo y bajo. Lo cierto es que solo el plato podría llevarnos una “review” en sí, por cierto que cada distribuidor tiene la oportunidad de adquirir una unidad de las solamente 70 que se fabricarán, y lo debe mantener en exposición al menos dos años para poderlo vender. Lo escuchamos con una “inocente” cápsula Lyra Delos (1600 euros), por cierto.

Audición

Como alguno de nuestros lectores recordará, en su día tuve en mi equipo unas cajas Vivid Audio así que conozco y aprecio estas (muy) originales cajas sudafricanas con claro ADN británico. Las K90 son las más grandes de la gama asequible (y nueva) de Vivid, pero el concepto básico se mantiene: todos los altavoces usan el aluminio como material de base (conos o cúpulas), montan motores magnéticos (imanes) muy potentes, sus recintos tienen un gran estudio acústico interno y de ahí el uso de moldes y fibra de vidrio con resinas, para darles la forma deseada… y que las hace tan particulares. Su carácter es muy neutro, si acaso con un punto de dulzura, pero sumado a la acústica no sobre-amortiguada de la sala, y la electrónica Mola Mola (muy resolutiva y neutra), ofrecían un conjunto capaz de analizar a fondo lo que escuchábamos.

La escena sonora abarcaba el ancho de la sala (curiosamente no más allá, que en otras ocasiones aquí sí lo he experimentado) pero con notable profundidad, hasta mucho más “lejos” que la pared del fondo. El perfil sonoro, lo dicho, muy neutro, y si acaso eché de menos un grave aún más tendido e impactante. Es una sala grande y los cuatro altavoces de 5 pulgadas de cada caja, pese a lo enérgico de las etapas (a partir de 400 vatios bajo 8 omhios), ofrecen (y seguro que es la apuesta de su creador) por un grave más limpio que exhuberante. Me gustó mucho cómo se reproducían las voces, directas, y muchos instrumentos en la zona media también ofrecían un nivel de detalle, sin agobiar, sobresaliente. Escuchar a Danny Vera, holandés que descubrí hace poco, y su guitarra por ejemplo era “startling” que dirían los anglosajones (“asombroso” me gusta menos, pero sí, eso). La profundidad de escena aportaba un realismo extra a piezas de ópera (escuché cortes de “La Flauta Mágica” de Mozart por ejemplo) al dejar las voces, y sus intérpretes, alejados.

¿Tidal o Qobuz?

El reproductor digital interno del Mola Mola Makua (con un DAC de tecnología propia fuera de serie) me invitó a hacer una prueba que alguna otra vez he tenido ocasión de hacer, pero que en este sistema me atrajo más: comparar idénticos cortes en Tidal y Qobuz, puesto que Ajasom tiene suscripción a ambas y era muy sencillo hacerlo. Personalmente he mantenido Tidal por compatibilidad, pero cuando probé Qobuz me gustó mucho… y no me equivocaba. Partamos de la base que, realmente, no sabemos si estamos comparando “peras con peras” (o peras con manzanas o incluso naranjas…) puesto que una cosa son los Máster que cada discográfica ofrece al servicio en línea (donde ya puede haber diferencias), y otra lo que Tidal o Qobuz cuelgan en sus servidores y en qué formato. Como sabemos ambas cuentan con archivos “CD” con compresión sin pérdida (FLAC), pero donde Qobuz escala en resolución en algunos casos (FLAC a más de 16 bit y 44 kHz) Tidal “tira” de MQA, que también “abre” mayor resolución pero de forma todavía ahora algo oscura (ellos dicen que secreta) con no pocos detractores. A mí no me parece mal cuando una tecnología está bien explicada y es transparente: todos sabemos cómo funciona el DSD o por qué un archivo de 24 bits es más resolutivo que uno de 16, o las ventajas de un muestreo superior a los 44 kHz; lo sabemos, lo podemos aprender, incluso “ver” en pistas analizadas y medidas. Pero el MQA sigue envuelto en un halo misterioso que, a mí, cada vez me gusta menos.

Dicho esto, estaba dispuesto a dejarme seducir y me puse ante esta “tarea” con la mente abierta. Pero no me voy a guardar el secreto: después de casi dos horas cambiando, escuchando temas en una y otra plataforma, y (tal vez) volviendo locos a mis acompañantes, lo tengo claro. Qobuz es siempre o casi más musical, más bonito, más ¿analógico? Quizás Tidal (MQA) pueda ser ligeramente más dinámico, espectacular o preciso, pero repaso mis notas de aquellas dos horas y no veo apenas ningún caos en que ponga “mejor con Tidal”. Como me dijo mi acompañante, con Tidal ves los árboles, pero con Qobuz miras el bosque…

¿Ejemplos? “Miéntete” con Joana Jiménez y Miguel Poveda (unos de mis favoritos), era más natural, más “ellos”, en Qobuz (Flac 44 kHz) que en Tidal (MQA 88 kHz). Los conciertos para violín y orquesta de Bach (1041, 1043…) eran más reales, más como cuando los escuché en el Auditorio, con Qobuz que con Tidal, aunque Tidal parecía ofrecer una escena más precisa (más… sintética quizás). Los temas de Dead Can Dance (“Oman” mismo) daban en cada plataforma qué pensar o admirar: mayor dinámica en Tidal, más impacto, pero de nuevo más naturalidad en Qobuz. Lo mismo con los temas del concierto de bandas sonoras de Hans Zimmer.

 

El gran momento: Nagra…

Recién instalado, el plato Nagra precisa más días de estabilización y rodaje antes del calibrado final de su velocidad de giro, un procedimiento que en sí mismo dura otras 24 horas… ¡pero yo no me iba a ir de allí sin escucharlo! El previo Mola Mola disponía como comenté del fono propio, con la curiosa (¿y única?) posibilidad de configurarlo a fondo desde la aplicación de móvil: no sólo ganancia o resistencia de carga, incluso el tipo de curva (RIAA u otra), filtros, etcétera. Adaptado a la cápsula Lyra montada, pusimos varios discos y, sí, el fabuloso Nagra “suena” incluso sin el ajuste final…

El disco “Somethin’ Else” de Cannonball Adderley (con muy buena compañía) nos lo escuchamos de la sentada, admirando lo real de los timbres de cada instrumento, las inflexiones, los cambios de ritmo… como estar allí cuando lo grabaron, tremendo. Escuchamos más discos pero no olvido cómo sonó “Cantate Domino”, la estabilidad tremenda de las subidas de los coros, donde un plato menos preciso podría flojear o dejar aparecer distorsión. La fuente digital era de mucho nivel, pero frente a este plato… si más arriba dejé claro que Qobuz me pareció más natural, más musical, que Tidal, el Nagra escala unas cuantas posiciones más arriba en ese escalafón. Qué maravilla… ¡ya tenemos un nuevo protagonista de nuestros sueños!

Equipo estéreo

  • Cajas Vivid Audio K90 (26.000 euros)
  • Preamplificador y fuente digital Mola Mola Makua (18.730 euros incluyendo todos los extras)
  • Etapas monofónicas Mola Mola Kaluga (12.980 euros)
  • Plato Nagra Reference 70 Aniversario (169.500 euros)
  • Cableado Shunyata Research

Contacto: www.ajasom.net

 

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