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Sonido

Resulta difícil explicar cómo suena este amplificador, a quien no haya escuchado nunca el sonido de la firma griega. En el sonido Ypsilon se conjugan varias de las cualidades que más valoro cuando me dedico a escuchar música. Me refiero a su rigurosa fidelidad tímbrica, que busca sin ningún tipo de concesión a la musicalidad sonar de manera absolutamente real. No requiere aportar ninguna dosis de “peluche” a su sonido, que lime alguna aspereza o facilite largas escuchas, pues la realidad tampoco necesita de adornos extra. No hay dureza, ni estrés, ni sonido electrónico, sólo naturalidad y MÚSICA. Esto unido al mejor nivel de silencio que he experimentado nunca, consigue que emocione de manera extrema su escucha.

Todas estas cualidades y algunas más las encuentro en mi conjunto previo-etapas monofónicas. ¿Pero en el integrado Phaethon, de precio mucho menor, los diseñadores de la compañía también las han sabido respetar? La respuesta es un sí rotundo, aunque deberemos más adelante matizar algo esta afirmación.

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Poderoso, muy musculoso en cuanto a su capacidad de mover mis cajas, se mostró el Phaethon nada más conectarlo. Y es que como sabemos, el vatio es una unidad que todos los fabricantes parece que no miden igual. En una sala amplia como la mía y con unas cajas de grandes dimensiones y muchos drivers, 110W pueden parecer no claramente pocos, por sí por lo menos algo justos. En cambio, este amplificador demostró un dinamismo muy elevado, acelerando y parando a la velocidad del rayo cuando era necesario. En todo momento transmitió una sensación de solvencia y capacidad, que lo hacía resolver sin inmutarse los pasajes musicales mas complicados, sean del género que fueran.

Por descontado, esa velocidad no podría obtenerse sin un control del grave absoluto, que mostró una precisión y una capacidad de extraer matices y detalles sobresaliente. En el complicado primer tema “Calypso Minor” del disco Sotho Blue de Abdullah Ibrahim, a menudo el contrabajo y el bombo de la batería se confunden, formando a veces una sola nota, propiciada por la pulsación de ambos instrumentos conjunta. Con el Ypsilon Phaethon, a pesar de esa sincronización de los instrumentos, es claro la diferenciación de ambos, apreciar su singularidad y disfrutarlos por separado.

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La gama media de frecuencias resulta detallada y resolutiva, pero muy confortable a la vez. La ausencia de grano es total y la reproducción de voces destaca de manera especial. Todos los instrumentos son presentados con intensidad y fuerza, sin avasallar en ningún momento, pero sí de manera más cercana al oyente de como lo realiza de manera habitual mi amplificación. Esta presentación de la música consiguió que casi siempre me sintiera inmerso en el acontecimiento musical y por qué no decirlo, manteniendo mi atención y evitando distracciones.

Es posible conferir un alto grado de intensidad al acontecimiento musical si las frecuencias agudas acompañan, siendo detalladas, extensas, pero también suaves. Ypsilon como dije anteriormente, por filosofía busca la naturalidad, huyendo de efectismos gratuitos que busquen un sonido atractivo por lo espectacular. El espectáculo lo plantean, para quien sepa entenderlo así, desde el respeto a la integridad de la pieza musical y a su coherencia y equilibrio tímbrico.

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El planteamiento de la escena sonora, es más que correcto, destacando una muy acertada capacidad de transmitir profundidad y diferentes planos sonoros. La anchura de la misma es buena, excelente diría yo para un integrado, aunque en este aspecto la separación de instrumentos que proporciona un conjunto previo y etapas se encuentra claramente en otro escalón de calidad.

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