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El Tigre Naranja

Deng Xiaoping dijo «No importa que el gato sea blanco o negro: mientras pueda cazar ratones es un buen gato.» Ese parece ser el paradigma que los holandeses de Extraudio han querido aplicar hasta sus últimas consecuencias. Son una joven y pequeña empresa con sede en Ámsterdam que diseña electrónicas al servicio del Hi-End más innovador, pero respetando los clásicos postulados del funcionalismo alemán, así: huyen de la obsolescencia programada, emplean cualquier técnica, material o esquema ya sean clásicos o actuales. No contemplan estrangular sus proyectos con restricciones en el presupuesto. Tampoco quieren crear productos que no puedan ser adaptados a necesidades presentes o futuras. Con la premisa minimalista de menos es más actualmente tienen un previo en clase A pura, una etapa de potencia en clase D y un integrado que fusiona ambos mundos en lo que ellos llaman clase “AD”  que es el que analizamos en esta prueba. 

Construcción

El amplificador viene embalado en doble caja de cartón. Encima de la esponja superior están las instrucciones de uso y la garantía que viene con un vistoso sello de cera roja que reafirma y sintetiza su declaración de intenciones: no hacer distinción entre lo nuevo y lo viejo y usar todo lo que sea útil y provechoso. 

Quito la esponja superior y aparece el integrado envuelto en una bolsa gris antracita de paño con el logotipo y nombre de la marca. En los laterales de la espuma inferior asoman unos huecos donde descansan el cable de corriente y un cable usb para cargar el mando a distancia que está hecho de aluminio con los bordes redondeados. Éste tiene un muelle metálico que asoma por un plástico en la parte superior y un pequeño led naranja se ilumina cuando pulsamos alguno de sus cuatro pequeños botones negros: encendido, +volumen, –volumen y mute. En el lateral derecho del control remoto hay un puerto microusb para cargar la batería interna. En las cuatro esquinas de la cara inferior hay colocadas unas lágrimas de silicona para evitar rozaduras y rayones accidentales.

Descubro la bolsa de paño y aparece un amplificador integrado de magnífica factura, exquisita estética y con un color naranja alegre y cálido que contrasta con el minimalista frontal de aluminio satinado. En cada extremo del frontal hay un potenciómetro de aluminio cromado. El izquierdo nos permite seleccionar las entradas del X250. Así de izquierda a derecha tenemos grabado en el frontal: phono, CD, tuner, Aux, balanced y proc –esta última para conectar un procesador AV– debajo de cada rótulo hay practicado un diminuto agujero que deja pasar la luz de un led blanco que indica qué entrada está activa. Otro led rojo insertado en el pote de volumen se enciende cuando pulsamos el mando y nos permite cerciorarnos incluso a oscuras de cuánto hemos subido el volumen. El pote es un ALPS motorizado y su posición cero viene a ser las doce en punto de un reloj analógico. Sus 18 pasos se me antojan algo escasos a la hora de seleccionar un volumen óptimo con el mando pero sí que permite un ajuste más fino si se realiza manualmente.

En la parte central del frontal y por debajo de los indicadores de selección de entrada tenemos el botón de encendido del integrado que adopta la forma del logotipo de la firma holandesa: dos círculos unidos por el centro en clara representación gráfica de una imagen estereofónica de dos canales. El botón está rodeado de un plástico translúcido en todo su perímetro y permite que otra iluminación LED lo resalte tanto estética como funcionalmente. Así que parpadea con luz blanca cuando está haciendo el calentamiento y en color naranja cuando está apagándose ya que no es algo que haga de forma inmediata sino que un microprocesador dedicado mueve el potenciómetro motorizado a volumen cero y pone al integrado en modo reposo. Debajo del botón de encendido leemos “extraudio” con un tamaño de letra generoso pero no excesivo y con las letras “r” y “a” unidas en un abrazo o liason que junta las dos palabras “extra” y “audio” como si de esos dos canales izquierdo y derecho se tratasen.

La gruesa tapa superior está ventilada por multitud de orificios con la forma del logotipo de la marca. En cada esquina de la tapa tiene practicado un pequeño chaflán para evitar que arañe o roce la cara interna del frontal o las redondeadas cachas del aparato que también tienen ese vistoso color naranja que luce desenfadado y elegante a la vez. 

Los laterales curvados además de darle un aspecto muy atractivo a la máquina permiten asirla con facilidad lo cual es de agradecer pues el integrado pesa unos considerables 18 kilos.

 

Esas dualidades en su concepción y diseño tienen otro apuntalamiento estético en las luces que asoman por los agujeros de la tapa. Así tenemos a la izquierda una luz de color azul que siempre permanece encendida mientras se tenga la unidad enchufada a la corriente eléctrica en stand-by. A la derecha asoma otra luz de color naranja procedente de las válvulas de la sección de previo y que sólo se iluminan cuando pulsamos el botón de encendido y sacamos a la unidad del modo reposo.

La calidez de las válvulas y de la clase A y la definición de la clase D juntas, al servicio de la audiofilia podríamos barruntar ya de entrada, pero no es eso o al menos no exclusivamente eso ya que hay mucha miga en este integrado con sonido del Mar del Norte.

En la trasera del X250 tenemos en la parte superior los bornes de conexión de altavoz WBT de cobre puro sobredimensionados y extra-resistentes con un tacto y manejo fabulosos. Más abajo nos encontramos colocadas en vertical las entradas de tipo RCA: Phono, CD, Turner y AUX además de un borne para la tierra de phono seguido de una entrada balanceada. Por último hay una entrada RCA y otra Balanceada para integrar estos dos canales estéreo en un sistema AV de más canales. En el extremo derecho se halla la toma de corriente IEC hembra.

La electrónica exuda calidad por los cuatro costados: diseño práctico y sin añadidos superfluos o barrocos. Con un pretendido aspecto naíf encantador y sin que nada haya sido tomado a la ligera o dejado a manos de la improvisación. Hay mucha ingeniería y mucho cariño puesto en este aparato. Salta a la vista y eso sin haber puesto aún los oídos a trabajar. Así, según encontramos en la web de extraudio: “entradas y salidas balanceadas, aislamiento galvánico, transformadores de grado audiófilo. Los bobinados están dispuestos para proporcionar una simetría perfecta si el transformador se utiliza en aplicaciones de entrada y salida. La estructura de dos bobinas también mejora enormemente la inmunidad a los campos magnéticos externos de las fuentes de alimentación y los motores. Los devanados primario y secundario están separados por escudos electrostáticos. El transformador está alojado en una carcasa anti-magnética de mu-metal. Las seis fuentes de alimentación de Extraudio están especialmente diseñadas para funcionar con señales de audio y se han calculado para la respuesta de frecuencia de audio. Fuentes de alimentación reguladas y no reguladas, bajo nivel de ruido y suministros de alto voltaje para etapas de entrada de audio con condensadores de grado audiofilo «Elna y Mundorf.” Transformador TR-CORE Extraudio Premium 79VA. El transformador Extraudio fue diseñado y construido sin comprometer la confiabilidad. Asegura baja radiación, baja vibración mecánica, cableado de alta calidad, núcleo de arena y sin zumbidos, especialmente para bajas señales de audio.

De nada sirve emplear materiales y tecnologías consolidadas o de vanguardia, de nada vale su exquisito diseño inspirado en la escuela de Dieter Rams si luego el zumo que se le exprime a esta naranja mecánica no tiene buen sabor, así que pasemos a la selección musical.

Sonido

El color naranja tan “Dutch” de este “Pure class AD integrated X250” casi me obliga a comenzar con el álbum “Very” del dúo británico “Pet Shop Boys.” Guardo como un tesoro su mítica primera edición en CD que este año cumple 25 años, con su icónica portada naranja con topos en relieve. Si la música electrónica, el house o el dance han salido del underground para pasar a ser géneros pop y mainstream, ha sido en gran medida por un puñado de grupos de los ochenta y PSB son su máximo exponente.

Can you forgive her?” suena y el poderío del X250 se hace manifiestamente irrefutable. El torbellino de sensaciones físicas y emocionales que la máquina holandesa provoca, hace que sea difícil saber por dónde empezar a describir este sonido, pero tratándose de música electrónica es casi protocolario empezar por el grave: poderoso, impetuoso, seco, articulado, épico, vigoroso… Potencia y control a raudales. Tanta potencia que a 2,70 metros de distancia del punto de escucha y con el pote a un cuarto de vuelta la sala se inunda de música con picos de 93 dB y una media de 87 dB y lo hace con sumo control. Nunca en mi sala de 22 metros escasos ha habido tanto grave sonando como mandan los cánones y con tal limpieza que no lastra o enturbia el trabajo de los medios y agudos. Esto permite una conexión con la música tanto en el plano físico como el emocional. ¡Qué grave! Si me habían entrado ganas de meter un par de subwoofers en mi comedida sala, se me quitaron con un par de minutos de escucha. “extraudio” así escrito con minúsculas lo cierto es que aporta un sonido mayúsculo, con garra y punch. 

Liberation” comienza y  la guitarra hace cosquillas en las orejas. Suena adelantada hasta que la voz de Neil Tennant entra en escena tan suave y sedosa que podría quitarle el estrés hasta al abogado de un diputado; entonces la guitarra se atrasa un par de metros en la escena. Cuando tienes un grave tan espléndido como “educado” como éste, la zona media y los agudos se ven arropados pero no tanto que parezcan asfixiados. El amplificador deja mucho espacio para que la guitarra, los sintetizadores, el piano y los vientos puedan expresarse cerca del máximo potencial que sala y sistema permiten. Los agudos suenan como si alguien le hubiese quitado un velo a los tweeters de diamante de las Usher. Vívidos, cristalinos, efervescentes. Aquí he de remarcar que el rodaje de la máquina ha sido fundamental para limar asperezas en los agudos.

One in a million” tiene ese tempo barre-pistas de los noventa. Cargada de electrónica, colchones de sintetizador, baterías electrónicas, riffs barrocos y todo un arsenal de trasientes que el integrado domina con solvencia y disciplina. Si alguien todavía no cree en la diferencia tan sustancial que pueden aportar algunas amplificaciones a su sistema, es porque todavía no se ha topado con máquinas como sin ir más lejos este X250 de Extraudio.

Cierra el disco el hit “Go West” y los coros del ejército ruso gozan de su intrínseca marcialidad. La voz de Neil va marcando el tempo y los sintetizadores de Chris y las voces femeninas se escuchan con mucho groove en la coda final. 

Pasado el ecuador de la reseña el lector –y más si es un audiófilo multi-experimentado y puede que poli-escarmentado– seguro que puede albergar el sensato prejuicio de: “sí, bien, bueno; aquí tenemos un clase D –ergo digital– con música electrónica y en formato digital; pues como que se encuentra en su salsa pero ¿qué hará con música analógica, con instrumentos orgánicos y en formato analógico?” Extraudio ofrece por 400 euros + I.V.A. una sección de phono MM opcional que el integrado suministrado para la prueba lleva incluida así que cambio de formato para el segundo álbum de la reseña. 

De la música electro-pop “noventera” –podemos usar ya casi sin miedo el palabro– pasamos a un disco de Jazz esencial con una magistral producción. “First Light” del trompetista Freddie Hubbard publicado en 1971 por CTI Records en una reciente reedición del sello “Pure Pleasure Records” con una esmerada cubierta gatefold y un sonido prístino y embaucador.

Comienza el corte que da nombre al disco. Los platillos de la batería de Jack DeJohnnette suenan centelleantes, con un timbre desnudo que permite casi saborear el metal. La trompeta de Hubbard no necesita más de diez segundos para seducirme y el Fender Rhodes de Hancock y el bajo de Ron Carter –¡vaya dos acompañantes!– van confeccionando el armazón rítmico y armónico sobre el que el largo tema se desarrolla. La capacidad de extracción de música de la máquina naranja no se malogra conforme se van agregando músicos, el tempo se acelera cuando salen las secciones de viento y cuerda a escena. Todo tiene cabida, porque todo goza de ese llamado fondo negro que se asocia al buen Hi-End y que tan difícil es conseguir en soporte analógico. La guitarra de George Benson o la percusión de Airto Moreira –dos pesos pesados de CTI– tienen en este tema de once minutos y cinco segundos tiempo de sobra para esos momentos de lucimiento personal, tan propios del jazz o del rock sinfónico, para acto seguido pasar a un discreto segundo plano sin que sean funestamente borrados de escena cuando un nuevo instrumento toma el protagonismo: a poco que uno ponga el oído en su búsqueda ahí los encuentra en el fondo de la orquesta conservando su timbre y su carisma. ¡Qué bonito el charles en los solos de batería! Y qué lirismo el de la trompeta en sus momentos de clímax. 

El gran mérito de este disco de CTI es introducir tantos músicos en escena y que la cosa siga pareciendo Jazz y no uno de esos infumables discos de formaciones que perpetran versiones pseudo-orquestales de algo que no llega ni a pseudo-jazz. Un trabajo con todos los ingredientes para el desastre seguro y que con los arreglos y la batuta de Don Sebesky suena a jazz, a cine clásico, a gloria bendita. La sobreproducción es a la música como a la gastronomía esa pizca de sal de más que hace que todo sepa a sal y se pierda el auténtico sabor. Normal que se llevase el Grammy a la “mejor actuación de banda de jazz” puesto que pese a la gran cantidad de músicos que figuran en los créditos del álbum siempre sabe a “banda de jazz.”

En el segundo corte de la cara “B” titulado “Yesterday Days” la trompeta con sordina en la boca de Freddie Hubbard suena de tal manera que podría usarse en la NASA para comprobar si una forma de vida extraterrestre alberga o no sentimientos. Si no te emociona, si no sientes que las costuras del corazón te pican un poco, es que no tienes pulso ni alma. 

Menos es más” es otra de las máximas del minimalismo que la compañía holandesa lleva como lema y este previo de fono “minimalista” tiene una mínima complejidad estructural para una máxima capacidad expresiva. Es un previo de fono tan neutro que sólo transmitirá calidad y calidez si la hay entre los surcos del vinilo con el que lo alimentemos. Proporciona una escena idéntica en tamaño que la que el integrado transmite de por sí. La dinámica tanto del gran mosaico como la de las pequeñas teselas funciona en armonía y sin sobreesfuerzos.

Lástima que no ofrezcan una configuración para cápsulas de tipo MC pero aseguro taxativamente que no es que con esta MM el equipo vaya desasistido o mermado. De hecho la Ortofon MC-3 Turbo suena como nunca, gracias a este previo tan neutral y ve reafirmado su carácter “turbo” por la agilidad dinámica del amplificador. Sí, sí… no se me ha olvidado que el integrado X250 trabaja con la sección de potencia en clase “D.” Prejuicios fuera.

Da igual que el gato sea blanco o negro si caza tan bien los escurridizos roedores como lo hace este Extraudio X250. Lo hace con tal dinámica y  buenas maneras que a veces se me antoja un gatito de pocos meses que ronronea al calor de una mesa camilla y otras un tigre que quiere rasgar sin piedad los altavoces de mis cajas acústicas.

¡Qué rendimiento no dará la opción de previo más etapa que la marca tiene en su portafolio y que promete 350 vatios por canal a 8 ohmios! Claro que para ese tigre naranja mis 22 metros cuadrados quizás sean una jaula demasiado angosta. Claro que ya sabemos lo que dice el refranero popular audiófilo: “Tú echa vatios “pa” que sobren.”

Volvemos al formato digital esta vez con un SACD híbrido del sello italiano Fonè Records que lleva por título “Confluencia” con el ensemble romano “I Musici” interpretando piezas de los sudamericanos Astor Piazzolla, Aldemaro Romero y de Héctor Ulises Passarella quien toca el bandoneón en su “Suite Rioplatense.” La Suite Rioplatense comienza con su primer movimiento “Allegro” y el duelo se adueña de la sala: Venus contra Marte aferrados a ritmo de tango. El bandoneón suena con toda su complejidad. Su esencia tímbrica no sólo es respetada sino potenciada por el integrado que tiene una agilidad innata para materializar una alta definición prolija en detalle pero nunca saturada. 

En el segundo movimiento “Coral” el bandoneón suena lánguido, otoñal, melancólico. La microdinámica hace que se intuya el aire entrando y saliendo del instrumento y cada nota se percibe como un ser frágil y efímero.

Hay aparatos que aportan calidez a la escucha porque el lienzo donde plasman la obra musical ya lleva color impregnado. Ya sea en forma de distorsión valvular, eufonía, redondeo. El objetivo no es otro que mecer el oído del audiófilo –curioso cual niño de 5 años– y hacerlo caer en una duermevela. Así las aristas de la música inherentes al formato, a la grabación y a la electrónica quedan suavizadas, domesticadas. Nada tengo en contra de estos aparatos porque ese truco –siempre hay truco– si se emplea bien sin caer en el abuso consigue que la música no sólo nos llegue sino que nos llene el espíritu. 

Mas con el tercer movimiento “Fuga” constato que aquí no hay bálsamo, ni ungüento ni pócima que maquille deficiencias. Hay definición, potencia, dinámica, análisis y punch y todo ello con la valentía de quien prefiere pedir perdón a pedir permiso. Tanto es así que durante los primeros cuatro o cinco días de rodaje el sonido se me hacía algunas veces lacerante o algo incisivo en las frecuencias altas. Con unas 120 horas de escucha la cosa ha cambiado y mucho. No es que la máquina haya renunciado a su carácter, pero sí que se han limado dichas asperezas. Digamos que el tigre ha aprendido a dar sus zarpazos con las garras retraídas. Es como si las secciones de previo y potencia hubieran hecho su maridaje. Si antes percibía la música como sentado en la tercera fila de un concierto ahora se vive como desde una octava fila. Sigue siendo una máquina muy Hi-End pero al servicio de la música. No hay que olvidarlo.

Termino la prueba con un disco clásico de ambient de Brian Eno titulado “Apollo: Atmospheres & Soundtracks” cuyos cortes han aparecido en numerosas películas. La versión para la prueba es una reedición de Virgin Records para el mercado japonés en formato CD con cubierta Mini LP y ha contado con un remasterizado en DSD procedente del máster analógico original.

Escojo este disco porque Brian Eno empleó Echo, Delay y Reverb para conseguir que las notas alargasen su vida natural y se solapasen unas con otras. Justo el efecto que una mala electrónica hace sin querer cuando se le exige un pasaje musical rápido y complejo. Justo lo que este integrado no hace: apelotonar los sonidos. El objetivo no es otro que comprobar cómo se comporta con la microdinámica, con el detalle y con los silencios en una forzada cámara lenta donde las notas musicales parecen alargarse y derretirse como los relojes de Dalí. 

Comienza el disco con “Understars” el tema recurrente del disco que sirve de armazón y que se repite en el medio del álbum con el título “Understars II  y en su cierre con el nombre “Stars” aunque con ligeras variaciones en ambos casos. 

El sintetizador suena con frases gaseosas y la guitarra de Daniel Lanois bien podría sonar en una escena de un duelo a muerte en un western de Sergio Leone. El álbum se gestó como banda sonora para el alunizaje del Apollo XI. Cómo no imaginar el desierto de Almería como un paisaje lunar. No es el único corte del disco que suena a Far-West selenita.

La segunda pista titulada “The Secret Palace” hace que el grandilocuente grave sintético plagado de reverb suene titánico. La sala se condensa y la entrada a una enorme cueva se me antoja en mi imaginación. Minimalismo ambiental: decir mucho con muy poco.

Matta,” la tercera pista, me recuerda a un animal nocturno bebiendo agua de una charca mientras el resto de fauna le sirve de coro ambiental. La profundidad de la escena no sólo se mide en supuestos metros imaginarios sino en el estado emocional que nos provoca y aquí el X250 es toda una máquina teletransportadora.

Pero su tema estrella es para mí “An Ending (Ascent)” una suerte de canon y fuga electrónica que verdaderamente podría haber sonado en la Ascensión de la Virgen María y que hace que el alma levite. Nunca se le ha sacado mejor sonido al sintetizador Yamaha DX7 que con este disco y en especial con esta pista. La sensación de inmediatez, de música desnuda en su génesis, hace que las cajas casi desaparezcan por completo y el gran mérito de esa sensación la tiene el control tan taxativo y la fidelidad que el amplificador mantiene en todas las frecuencias. Sonido lineal que no aburrido.

Para mí todos los temas son memorables pero para cerrar la reseña me quedo con otro que ha aparecido en muchas bandas sonoras. Se titula “Deep Blue Day” y es el vals country que escucharía cualquier vaquero del espacio en una cantina sideral. Las guitarras suenan estelares y reflejan la luz de un día radiante en una suerte de cinéfila sinestesia. Es un tema que se baila con la mente pero también con tímidos contoneos de la cabeza. Poesía sin palabras. La sensación de plenitud y serenidad que inocula no se consigue con ningún fármaco legal o ilegal. Esto es música.

Conclusión

El X250 ofrece una escena algo adelantada que favorece la sensación de directo. No es nada tímido en los agudos y necesita de rodaje previo para amansarlos un poco. Dicha escena se percibe como tridimensional en gran medida por la extraordinaria gestión del grave medio y extremo de la que la electrónica hace gala. Como todas las frecuencias encuentran su espacio vital para desarrollarse dentro del espectro sonoro, nada parece apretado. También ayuda, y de qué manera, la dinámica y músculo del aparato, que consigue una cuantización tan perfecta que las notas no sólo nacen cuando tienen que aparecer, sino que mueren y callan cuando y como marca la música, permitiendo que los decays, los desvanecimientos, las colas, las reverberaciones, los ecos y los retardos suenen creíbles, limpios y sin aturullamiento.

La máquina se vuelca en el análisis, juega a la arqueología analógica y digital y sin embargo no suena estéril, artificial o lo que sería mucho peor, cansina.

Pese a tener su sección de previo a válvulas y en clase A no es un equipo que suene valvular en cuanto a que de un sonido eufónico o edulcorado. Este X250 no tiene piedad con los discos mal grabados, pero también hay que decir que exprimirá todo lo bueno que haya en ellos porque suena “cool” en sus dos sentidos: fresco y genial. Las válvulas del previo sí que trabajan para proporcionar una escena grandiosa pero con un foco tremendamente definido. Todo ello sobre el fondo negro que ha de tener todo Hi-end que se suponga de primerísimo nivel.

Esta nueva clase “AD” consigue un sonido a medio camino entre el músculo de la clase AB y la suavidad de la clase A pura. Dota a la maquina de vatios, corriente y potencia a raudales, pero con un consumo eléctrico muy contenido. Tras horas y horas de escucha la tapa del integrado apenas si se siente un poco más caliente que los 24 grados que hay en la sala. Ya bastantes sustos y arritmias da la factura del suministro eléctrico en estos meses de verano por culpa del aire acondicionado, como para añadir otro agujero negro “Hi-End” consumiendo kilovatios con gula y descontrol. Además, el dinero que uno ahorra en energía siempre lo podrá invertir en ampliar su discoteca y si encima lo hace comprando alguno de los discos que he empleado en la prueba me sentiré cándidamente agradecido.

Esta es mi opinión, pero el importador Trivax Innova ofrece un servicio de prueba gratuito por cinco días para que el posible comprador pueda formarse la suya propia. Más información en su web.

Extraudio X250 – 9587€ + IVA

Distribuye Trivax Innova S.L.

Especificaciones técnicas

  • Respuesta de frecuencia: 0,5Hz a> 350Khz +0 -1db
  • Baja frecuencia: -0,20 db 0,5 Hz
  • Alta frecuencia: -0,24db 350kHz
  • Rango dinámico / Nivel de Ruido: > 112db
  • Distorsión Armónica Total / THD + N: 0,008% @ 1W (8 Ohm, 1Khz)
  • Ganancia: Salida principal: salida balanceada de 12dB, salida RCA de 6db.
  • Entrada AV del procesador: salida 0dB RCA y XLR
  • Entradas analógicas/impedancia entradas 4 pares RCA + 1 par balanceadas XLR + Procesador AV (conectores RCA y XLR) 120K ohms Balanceado, 60K ohms Entradas RCA (6): PHONO, CD, TUNER, AUX (RCA), Balanceada (XLR) y Procesador AV (conectores XLR y RCA)
  • Potencia de Salida: 2 X 250W @ 1% THD + N, 20Hz – 20Khz, 4 Ohm, 2X 200W 8 Ohm «ambos canales accionados»
  • Consumo energético 200-240 VCA 50/60 Hz, 79 vatios. En espera: 0,5 vatios.
  • Entrada máxima 20V RMS BAL, 10V RMS RCA
  • Separación de canales estéreo:> -80dB
  • Controles:  Volumen (ALPS motorizado, controlado por microcontrolador), entrada de selección, codificador rotativo óptico (ALPS 18 pasos).
  • Dimensiones: 44,5 cm ancho por 12,5 cm alto por 39,5 cm largo. 56,5 cm de ancho por 24 cm de alto por 52,5 cm de largo (para envío)
  • Peso: 18 kg peso neto; 24 kg para envío
  • Válvulas recomendadas: pin Electro Harmonix 6922 Gold

EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA

Cajas acústicas

  • Usher Audio Mini Dancer DMD 2

Amplificación

  • Amplificador Integrado Yamaha A-S3000

Fuente Digital

  • Reproductor de CD/SACD Yamaha CD-S3000
  • iMac mid 2007 Core 2 Duo 2,4 GHZ y 6 gigas RAM DDR3 con disco duro interno SSD para sistema operativo y software
  • Macbook Pro Retina Early 2015 con Intel Core i5 a 2,9 GHZ 8 GB de RAM DDR3 a 1867 MHZ y disco duro interno SSD de 500 GB
  • Disco duro Wester Digital My Passport Ultra 2,5” y 2 tB para biblioteca musical

Fuente Analógica

  • Giradiscos Acoustic Solid modelo Solid Wood
  • Brazo Rega RB-303
  • Cápsulas Denon DL-103 y Ortofon MC-3 Turbo

Cableado y otros

  • Regleta Furutech e-TP80e con cable de corriente Furutech G-314AG-18E
  • Cables de altavoz Supra Classic 6.0 en bicableado con bananas Qed Airlock de 4mm crimpadas en origen en ambos extremos
  • Cables de altavoz QED Silver Anniversary XT / CF con bananas Qed Airlock de 4mm crimpadas de origen en ambos extremos
  • Cable de corriente Furutech G-320Ag-18-E en SACD
  • Cable de corriente Cardas Golden Power Cord en Amplificador
  • Cable USB Audioquest Carbon en Macs / SACD
  • Cables de modulación RCA Groneberg Quattro Reference
  • Cables de modulación RCA Ortofon
  • Cables de modulación XLR Hivilux

 

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