El cable merece mención aparte. El enfoque técnico de los Grado es el de un auricular todo terreno, tanto por su perfil sonoro como por su versatilidad con la amplificación. El cable que se usaba hace algunos años en todas sus series, con algún pequeño cambio en las premium, era ya demasiado grueso. Pero es que las nuevas series “i” han aumentado su sección todavía más. No es un cable cómodo en absoluto, es corto, rígido y pesado en extremo, y acaba dando la sensación de desproporción absoluta con el auricular. A veces creo que pesa más el cable que todo lo demás… con eso lo digo todo. En los foros de internet que tratan esta afición se hace referencia a ellos con el término “manguera”, por si no queda clara mi descripción. Estos auriculares piden a gritos un cable más acorde con su geometría, función y estética. Algo similar a los más modernos cables de tejido similar a la tela, finos, flexibles y prácticos.
En el caso concreto de los Grado RS1i, que rondan los 700€, nos encontramos ante el diseño básico de grado con materiales nobles, con piel en la diadema y madera en las copas. La junta de las copas con la diadema es metálica, lo cual se agradece. El punto en el que esta junta metálica se une a la diadema, no obstante, es el mismo elemento de plástico que tienen los humildes SR60, algo totalmente incomprensible. Las almohadillas, de espuma, también son exactamente las mismas que las de los SR225, por ejemplo.
Por tanto, sin profundizar más en un aspecto claramente negativo, podemos decir que no está a la altura de lo que merece el producto ni de la competencia, sea cual sea la dirección en que miremos dentro del mercado.
Me gustaría, no obstante, hacer una reflexión final sobre el tema desde otro punto de vista. Se trata de un matiz que me ha comentado un compañero de afición sobre estos auriculares, y debo reconocer la agudeza de su observación. Todas estas características que he comentado desde un punto de vista negativo, y creo que con razón objetiva, suponen para muchos un motivo más para diferenciar positivamente los artículos de la marca de los de la competencia directa. La estética artesana, con un cierto carácter minimalista en sus propuestas constructivas, lo alejado del resto de ideas estéticas y especialmente del derroche de lujo muchas veces innecesario y algo cargante que presenciamos en la mayoría de productos audiófilos, convierte a los Grado en unas piezas con un cierto carácter espartano muy particular. Especialmente los modelos que, como el RS1i, son fabricados usando materiales nobles pero manteniendo las bases simples de diseño constructivo de la marca. No podemos ignorar que a muchos aficionados esto les cautiva, y aporta cierta autenticidad a la posesión de un artículo con un claro regusto vintage en su propuesta estética. Lógicamente hay que entender esto como parte del juego comercial, de la exclusividad, y también como parte del ritual implícito en cualquier afición.
Ergonomía
Hay en este apartado una parte positiva y otra personalmente negativa. No a todos les ocurre lo mismo que a mí, probablemente porque soy muy sensible en este punto.
La positiva es que el diseño del Grado RS1i, como todos los demás modelos de la marca, es muy ligero y clásico en concepto, y la adaptación es fácil y cómoda. No cuesta encontrar la posición adecuada para la escucha, y el auricular es ligero en extremo. Salvando el incómodo cable se puede decir que cumple el cometido con un aprobado discreto.
La parte negativa está en la sensación que transmite. En general, cuando uno prueba auriculares de estos precios, todo suele estar acompañado de una sensación de calidad y lujo que en los Grado no existe. No son incómodos, como ya hemos comentado antes, pero la fijación no es sólida. Las almohadillas no ayudan demasiado con su limitado tamaño, siendo un auricular supraaural a efectos prácticos, no circumaural. Y la textura de las mismas produce mucho calor. No es un material refinado precisamente, y su tacto es áspero y molesto. Uno se acostumbra a todo con el uso y así ocurre con los Grado. Es otra de sus peculiaridades, producto directo de la escasa calidad material, y no precisamente positiva.