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Audición Graham en Werner Música (Barcelona)

Espíritu británico

Werner Música es un conocido y popular establecimiento barcelonés situado en la muy céntrica calle Fontanella, a pocos metros de la Plaza Cataluña, y que además de unas instalaciones magníficas a pie de calle, cuenta con un espectacular “loft” a la vuelta de la esquina donde en un espacio enorme se puede disfrutar de los aparatos de máximo nivel. En esta ocasión nos centramos en las salas que Werner tiene en el sótano de la tienda, un espacio amplio y bien acondicionado, con el encanto de saberse al lado de la antigua muralla de la ciudad medieval.

Disponíamos de una mañana para pasarla escuchando sus productos y, de la mano de Xavi Casellas y Vicente Viguera, decidimos centrarnos en una de sus estrellas actuales –Werner además de tienda es importador y distribuidor de algunos productos–, las cajas británicas Graham. Graham Audio retoma lo más tradicional del diseño de altavoces gracias a la pasión industrial y comercial de sus propietarios, y los conocimientos y experiencia de su diseñador Derek Hughes, hijo de los fundadores de Spendor –Spencer y Dorothy Hughes–, que acepto el encargo de asumir el diseño de las Graham cuando estaba a punto de jubilarse.

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Es fácil adivinar pues que me encontraba ante una jornada de inmersión total en el “british sound” y la verdad es que tenía ganas de hacer algo así, pues sólo había podido escuchar este tipo de cajas ocasionalmente y sin la atención que merecen dada su historia y la cantidad de incondicionales que tienen, no sólo en las Islas sino en todo el mundo.

En el sótano de Werner, como decía, montamos tres sistemas basados en las tres cajas del catálogo Graham: desde las grandes LS5/8 hasta las pequeñas LS3/5 pasando por los monitores LS5/9, con diferentes electrónicas, pasé una larga jornada de pruebas y, anticipo, de disfrute musical.

Graham LS5/8 con dCS y Spectral

Este era el equipo “gordo” de la jornada, dispuesto en la que quizás sea la mejor sala de las del sótano –la del fondo junto a la antigua muralla– y desde luego con una electrónica de lujo: el nuevo lector de discos y DAC dCS Rossini –25.500 euros–, con su Rossini Clock separado –7.150 euros–, atacaban un previo Spectral DMA 30 y la nueva etapa Spectral DMA 300 Reference Standard –31.900 euros–, que a su vez movía las Graham LS5/8 –6.995 euros– con sus pies –418 euros–, usando cables MIT de gama alta para todo.

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Es importante destacar la importancia de usar los pies de la marca, o unos específicos, con este tipo de cajas. Uno de los principios de las cajas británicas consiste en que sus recintos no son “inertes” sino, bien al contrario, su vibración se tiene muy en cuenta para participar en el sonido radiado a la sala. Están todos fabricados en contrachapado –en contraste al MDF usualmente utilizado por otros fabricantes– relativamente fino y con cierta amortiguación, siguiendo la norma de la BBC, pues todas las Graham están licenciados como monitores de la BBC oficialmente. Unos pies normales “matarían” la vibración de la base del altavoz modificando su rendimiento previsto, por eso sus pies son una estructura abierta que los sujeta por sus extremos permitiendo que la base vibre como el resto de paredes.

Nada más empezar la escucha quise comprobar si esto es así con un tema bien cargado en graves, y basta apoyar la mano en las paredes de las cajas para comprobar cuánto vibran, vaya que sí. Confieso que no sin algún prejuicio –creo más en cajas inertes– me dispuse a escuchar… y no tardé en sorprenderme de lo mucho que me gustó el sonido del equipo y de cuánto lo disfruté con cualquier tipo de música. De hecho, las LS5/8 se portaron ejemplarmente bien con temas “marchosos” –pop, rock– donde supuestamente y según mis prejuicios por lo menos, el grave debía perder precisión o ritmo. Otra gran sorpresa fue la capacidad de desaparecer de estas cajas, de un tamaño “grande” –el frontal mide 76 x 46 cm– y por tanto lo opuesto al concepto moderno de caja estrecha que tan fácilmente desaparece no sólo visual sino acústicamente al “pintar” la escena sonora. Los altavoces usados son un tweeter Son Audax de 34 mm y un gran woofer Volt de polipropileno de 300 mm.

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En cualquier caso lo que sí queda claro escuchándolas es que las LS5/8 no pasan desapercibidas: son cajas grandes y dan un grave potente. Sí, desaparecen proyectando una escena estupenda y de grandes dimensiones tanto a lo ancho –sin exagerar– como a lo profundo, con este último aspecto como cualidad más sorprendente –más teniendo en cuenta que estaban situadas relativamente cerca de la pared trasera–, pero siempre suenan a “grandes”, subrayando el grave que tenga la pieza que estemos escuchando, aunque ese grave nunca resulta molesto, ni nos castiga reforzado por la sala –de hecho la facilidad de escucha es de lo que más destacaría de la experiencia–.

El “Freddie Freeloader” de Emilie-Claire Barlow es uno de mis temas de prueba favoritos y en ocasiones se puede hacer largo –el dedo busca en el mando “pista siguiente”–, pero aquí se me pasó volando al completo. La voz era deliciosa, sus acompañantes estaban perfectamente colocados, el grave marcaba el ritmo con autoridad… excelente. Tanto o más si cabe disfruté de la “Canción del Mar” de Dulce Pontes, un tema más de estudio o sintético, y de vuelta a grabaciones naturales con temas barrocos de cámara, con coros, con tríos de jazz… mi paseo musical no encontró con las Graham LS5/8 y la electrónica de lujo usada, nada que criticar y sí mucho que disfrutar. Acabé con bastante pop y rock, y tal vez ahí saboreé al máximo el equipo: desde luego tras esa sesión me vino bien tomar un respiro antes de pasar a los otros sistemas, porque con Supertramp o Dire Straits se me va la mano fácil en el volumen cuando el conjunto me gusta como éste.

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Me quedo con ese grave tan poderoso, con lo bien que sonaban todas las voces, con la total ausencia de agresividad –sin perder información– en la escucha, y con la excelente representación de la profundidad de la escena con unas cajas cuyo aspecto físico impone, pero cuyo sonido las hace desaparecer totalmente.

Graham LS5/9 con dCS y BAT

Cambiamos de equipo y pasamos a la “sala” –mejor dicho espacio– del extremo opuesto a la muralla, con las cajas Graham LS5/9 –4.380 euros pareja más 342 euros los pies– colocadas notablemente más lejos de la pared trasera y más cerca del punto de escucha. También teníamos una fuente dCS aquí, en este caso el recientemente descatalogado lector y DAC Puccini –también con su reloj externo Puccini Clock–, pero con amplificación de válvulas cortesía de Balanced Audio Technology: previo VK 33 y gran novedad en la etapa VK-76 SE –sin precio por ahora–, que usa una pareja de potentes triodos 6C33 por canal; el cableado era MIT.

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Lo primero que se hizo evidente al escuchar estas cajas, o este equipo en particular, fue lo “fácil” que era también perderse en la música y olvidarse de tener que cumplir un horario o una agenda con el programa de pruebas. Como con sus hermanas mayores, las LS5/9 desaparecen acústicamente y pintan una escena sonora muy profunda y con buena anchura. Es un monitor más compacto que usa también un tweeter Son Audax de 34 mm y woofer Volt de polipropileno, pero de 200 mm. La parte alta del espectro nunca destaca negativamente, las voces son deliciosamente dulces, la caja es bastante dinámica y tiene un grave más que satisfactorio aunque mucho menos contundente que las LS5/8 y también menos articulado.

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En ese sentido me quedó un poco la sensación que las LS5/9 “sueñan” con ser como sus hermanas mayores, pero como la realidad es la que es –por tamaño de driver y de caja– las medianas se contentan con reproducir algunas frecuencias graves enérgicamente, pero no todo el espectro como las grandes. También hay que recordar que la electrónica no era la misma: pasamos a válvulas –con el sello de calidad y energía de BAT eso sí– cuando las LS5/8 tenían detrás empujando y controlando el nuevo etapón Spectral. La música más “marchosa” no me tuvo tan ensimismado en este equipo como con el otro.

Pero si no hubiera escuchado antes las cajas grandes esto me habría podido pasar desapercibido de todas formas, porque las LS5/9 se defienden muy bien. Algunos temas escuchados en este equipo quedaron subrayados en mi libreta por la notable y muy placentera sensación dejada: todo lo que tenía por protagonista una voz, desde jazz a barroco, y ya fuera una soprano o un tenor, daban ganas de “más” que el corte que tenía en mi disco de pruebas. Roberta Gambarini sonó estupenda en su “Easy to Love”, y parecía que la tenía allí delante con su grupo. El “Freddie Freeloader” estuvo casi tan bien como con las LS5/8 –el contrabajo menos refinado y ágil– pero a cambio el aria Marienges de Haendel me pareció totalmente fantástico en este sistema, y lo mismo con varias piezas de cámara de Vivaldi. La magia de las válvulas tal vez tuvo algo que ver aquí, pero desde luego las Graham LS5/9 permitieron que esa magia llegara a mis oídos en todo su esplendor.

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Graham LS3/5 con Consonance e Icon Audio

Quedaba la última parte de mis pruebas de escucha con las Graham y tal vez era la parte más interesante o esperada, porque les llegaba al turno a unos altavoces cuyo nombre o siglas son pura historia de la alta fidelidad: LS3/5 –las Graham cuestan 2.095 euros pareja más 342 euros los pies–. Los pequeños monitores tienen detrás una historia que no podemos contar aquí, pero baste recordar que nacieron como referencia de la BBC y son los orígenes de sus posteriores hermanos, los mundialmente populares LS3/5A. Derek Hughes ha querido recuperar el sonido original, usando drivers desarrollados hoy a medida pero con la mirada puesta en el pasado –tweeter de 19 mm y mid-woofer de 100 m en Bextrene en una compacta caja cerrada–, y haciendo su homenaje también al nombre de las recordadas como mejores cajas de este tipo: Chartwell.

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Estas pequeñas joyas me esperaban en la zona central del sótano de Werner en un equipo de configuración más sencilla –para no desvirtuar de qué son capaces– que consistía en un lector de discos compactos Consonance Reference 2.2, amplificador integrado de válvulas Icon Audio Stereo 60 mkIII y cableado Audioquest.

Las primeras notas reproducidas por las LS3/5 te dejan claro por qué llevan tanto tiempo en el Olimpo personal de tantos aficionados: de repente aparecen detalles en las voces, información en el chasquido de unos dedos, el decaimiento del sonido de los platillos… todo eso llega más directo, es más claro, y te quedas con los ojos –y los oídos– abiertos deseando escuchar más. Enseguida queda claro también que el grave no llega a las notas más bajas, pero también que donde llega lo hace de forma lineal y con agilidad. También queda claro, viendo agitarse la aguja del integrado Icon Audio en algunos temas, que las cajas tienen una baja sensibilidad –piden potencia–. Lo malo es su relativamente limitada capacidad de absorber esa potencia –hasta unos 50 W–, de forma que serán cajas con un uso en salas no muy grandes si no queremos poner en riesgo su salud a largo plazo si somos poco moderados con el mando del volumen.

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Aunque tenía más espacio, las escuché relativamente cerca y enseguida como decía más arriba es obvio el por qué de su ADN profesional de estudio: hacen evidente cada detalle de la grabación pero lo hacen de forma nada agresiva, totalmente alejado de lo que solemos llamar “sonido analítico” en sentido peyorativo. Aquí tienes análisis, pero sobre todo tienes placer auditivo, y además sin “trucos” en su respuesta en frecuencia. Sorprende la música que son capaces de generar estas cajitas de apenas 5kg de peso y tan compacto tamaño, cerradas además… Incluso el coro de Cantate Domino sonaba razonablemente grande al límite de lo que las cajas y el amplificador podían dar, y mi aria favorita de Haendel –inicio de La Resurección, con metales y por tanto “riesgo” de agredir el oído en muchos sistemas– sonó totalmente deliciosa. Entiendo perfectamente aquellos aficionados amantes de la música barroca que han terminado su largo periplo –o búsqueda– probando muchas cajas con este tipo de altavoces… uno de ellos es un amigo del norte que cumple años cuando escribo estas líneas –¡felicidades Luis!–.

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Vuelta al origen

Es incluso curioso como Graham ha conseguido poner al día unos diseños tan clásicos, y lo bien que funcionan dentro de los parámetros de equipos modernos, incluso sin mucho límite de presupuesto. Después de esta jornada de pruebas conozco mejor ese “sonido británico” y confieso que estas cajas se han ganado mi respeto, incluso admiración, porque las veo como una excelente solución para muchos aficionados: no sólo funcionan bien con cualquier tipo de música sino que parecen bastante flexibles a la hora de la electrónica necesaria para moverlas –todas presentan impedancias muy benignas y podrán usarse con válvulas o transistores–, y está siempre ese factor emocional de estar comprando un pedazo de historia, y hacerlo por cierto, a unos precios de lo más razonables.

En mi otro mundo, el de las motos, es bien conocido que hay un gran movimiento actual a favor de modelos con, precisamente, ese sabor setentero y británico –las Triumph Bonneville van por ese camino que están siguiendo las Ducati Scrambler o BMW NineT entre otras–, y el buen hacer de estas Graham podría marcar un cierto camino paralelo a ése a seguir por aficionados. Desde luego la satisfacción parece garantizada.

Distribuye Werner Música
C/Fontanella 20
Barcelona
933.021.792

 

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