Kharma Days en Werner Audio
Un paseo por las nubes
Werner Audio es una tienda especializada de amplia trayectoria y bien conocida de todos los aficionados, sita en el pleno centro de Barcelona (justo al lado de la Plaza Catalunya) y que, además de distribuir, actúa como importador de algunos de los productos que comercializa. Aparte de la -muy notable- superficie de la propia tienda, donde encontramos varias salas de diversa orientación, desde hace ya unos años Werner dispone de otro lugar donde nadie puede decir que la sala impone alguna limitación al equipo que se escucha, es su ya famoso “loft”, un gran espacio diáfano de unos cien metros cuadrados con abundante tratamiento acústico, muy cercano a la propia tienda. Allí fue donde la semana pasada tuvieron lugar unas jornadas de escucha y demostración, en principio, de las cajas Kharma que daban nombre al asunto, aunque lo cierto es allí descubrimos alguna cosa más que nos dejó grandes sensaciones. Fue todo un paseo por las nubes, no tanto por la altura del loft como por el alto nivel de los equipos en demostración que montaron Xavi y Vicente.
Dichos sistemas giraban en torno a dos parejas de cajas Kharma, las “pequeñas” S7 (nuevo punto de entrada a la marca, dos vías con tweeter de Berilio) y sus hermanas mayores DB9 Signature (con transductores de la serie Exquisite, filtro optimizado y cableado interno en plata). Para moverlas se disponía de tres conjuntos electrónicos, de un lado el amplificador integrado 845PP de Icon Audio, toda una novedad y muy espectacular con sus dos parejas de triodos 845 por canal, dedicado a las cajas pequeñas. Por otro lado, y ya pensando en las cajas grandes y más difíciles de manejar para el integrado (especialmente en una sala tan grande), teníamos un conjunto de previo y etapa de la americana Spectral (DMC-15 SS y DMA 200S Mk2), o alternativamente una amplificación de origen francés y hasta ese momento desconocida para mí, A.Charlin. Ésta consiste en un DAC-previo, dos amplificadores monofónicos y un filtro de corriente, todo con cableado de la propia marca. El cableado de las cajas pequeñas con el integrado era Siltech (Classic Anniversary 770i) y para Spectral se usaba, cómo no, los cables MIT. Salvo por el uso del citado (y como veremos muy especial) DAC francés, la fuente siempre era el estelar conjunto dCS Vivaldi, con su propio transporte para discos ópticos, o con la colaboración de un ordenador con JRiver para soportes informáticos (yo llevé mi propia música en una memoria USB).
El primer escalón
Empezamos, con buen criterio por parte de Xavi, el “viaje” sonoro con las cajas pequeñas y el integrado Icon Audio. Vaya por delante que, en una sala de volumen tan grande, las cajas Kharma de dos vías y el amplificador británico (cuyas 845 trabajando en push-pull declaran 38 W por canal) partían con mucha desventaja. Afortunadamente para mí pude disponer, durante las horas que dediqué a esta audición, de la sala prácticamente vacía de otras personas y siempre colocado en la posición de escucha óptima, lo que minimizaba en parte esta desventaja.
Enseguida salieron a relucir los puntos fuertes de esta combinación. Con un trío o quinteto de jazz, la voz de la cantante se delineaba muy bien en el espacio, tenía cuerpo, tenía su punto justo de dulzura, se libraba de agresividad si la grabación estaba algo al límite de la acidez, y se podían seguir sus frases perfectamente gracias a la claridad del sonido, además de apreciar muy bien sus inflexiones, respiración o cambios de tono. La escena estaba algo atrasada, con buena amplitud pero algo “perdida” en el enorme espacio disponible de la sala, efecto que era más apreciable en algunas tomas de sonido que en otras. En la que menos aprecié este efecto fue curiosamente en los temas del disco de Silvia Pérez Cruz y Javier Colina (ella es por cierto clienta de Werner) que sonó, francamente, delicioso, como suele ocurrir con este disco y equipos con válvulas.
A partir de esta escucha pude irme centrando en los aspectos positivos del equipo, que son bastantes y suficientemente buenos como para poder aparcar el lado “audiófilo crítico” e ir dejando más sitio al simple placer de escucha. En algún momento dado sentía la tentación de aumentar algo el volumen de alguna pieza para ver dónde estaba el límite del amplificador, pero enseguida me decía a mí mismo “para qué” si ya lo estaba disfrutando mucho tal como estaba… y nada me pedía romper esa magia. Llegué a ese punto en el que podrías pasar horas escuchando aquél equipo sin necesitar nada más, un punto que ojalá más personas pudieran reconocer cuando están probando aparatos pensando en su propio equipo, pues ésa suele ser la clave para no equivocarse, y no el seguir probando y buscando límites que a la hora de la verdad no será esa la manera como uno disfrute de su equipo en su propia casa. Lo de probar es mejor dejarlo a los probadores… que luego ya tenemos nuestro propio problema con nuestros equipos para “cambiar el chip” y ser capaces de disfrutarlos como se merecen.
Esa magia que me estaba dando este equipo “sencillo” va más allá de un simple conjunto de jazz, ¡ojo!, pues con música que dispone de más fuentes sonoras la escena se recreaba muy bien, y la dinámica disponible, te hacía sentir de forma más que suficiente el impacto a nivel realista. Despedimos este equipo con un impactante tema de Kari Bremnes, posiblemente nadie que siguiera su ritmo creería que teníamos menos de 40 W por canal, pero con estas cajas de dos vías y 89 dB declarados de sensibilidad (y 8 ohmios), así es.
Más cerca del cielo
Hora de cambiar de cajas, entran en escena las grandes (aunque en este loft casi ninguna caja parece grande…) DB9 Signature, ya tres vías con dos woofer de graves, y pasamos al conjunto de previo y etapa de Spectral para hacerles los honores. El mismo tema que cerró la anterior audición sirvió para empezar esta… ¡menudo cambio! Las cajas más grandes, la precisa y enérgica electrónica transforman el sonido, todo crece de golpe, tenemos una escena mayor, una dinámica aún más impactante, ahora sí se llena de verdad el escenario y no se mueve sólo una parte del volumen de aire disponible.
No tengo especial predilección por Spectral y confieso que se pone en alerta dentro de mí una alarma lista para detectar cualquier atisbo de dureza en el sonido, pero los temas van pasando y la alarma sigue sin encenderse. Mis prejuicios quedan superados porque este sistema me está ofreciendo, honestamente, lo que hay en la grabación, ni más ni menos (sin perdonar tampoco en alguna ocasión), y si acaso y cuando es necesario, golpeando con fuerza pero con guante, no de terciopelo, pero sí de seda. Las voces, masculinas o femeninas, suenan creíbles y sin agresividad, aunque algún tema había conseguido emocionarme más con las cajas pequeñas y el integrado de válvulas. Aunque aquí se puede escuchar con mayor nivel y llenando mucho más la sala, no me llega tan dentro como con el otro sistema y esto me confirma lo dicho más arriba, que ese conjunto Kharma/Icon podría hacer las delicias de muchos aficionados, y que posiblemente merezca ser escuchado en una sala que no les haga parecer “tan” pequeños (porque no lo son).
Estas Kharma grandes con la amplificación Spectral no sonaban tampoco “frías”, cuidado, es sólo que en algún momento o con algún corte sí me gusta mayor dosis de azúcar… pero confieso que soy muy goloso, así que no me lo tengáis mucho en cuenta. Por cierto, muy ricos los bombones que Vicente puso a disposición de los presentes (sí, todos los que faltaban me los comí yo… ¡lo siento!).
Despedimos a la amplificación Spectral con una soberbia grabación sinfónica de Reference Recordings, uno de esos momentos memorables en que aprecias cuánto sabían quienes inventaron el CD hace tantísimo tiempo, con la poca tecnología digital que existía, y que ahora con las alternativas a nuestra disposición todavía podemos quedarnos extasiados escuchando “sólo” 16 bits en todo su esplendor. Hombre, sí, el conjunto dCS Vivaldi ayuda, por supuesto, pero el origen era ése, un CD, música grabada a 16 bit y 44kHz.
La sorpresa
Hablando de 16 bit, esto me da pie a introducir el siguiente escalón en este viaje que hicimos en el loft de Werner aprovechando sus “Kharma Days”. Porque hasta ese momento estaba escuchando algunas cosas nuevas, o alguna combinación inédita, pero más o menos sabía qué esperar de cada conjunto. No tenía ni idea, en cambio, de qué me esperaba tras el siguiente cambio con la puesta en escena del conjunto A.Charlin, y digo bien “conjunto” porque salvo las cajas lo demás era de la marca francesa: cables de red, filtros (uno en el propio cable, otro independiente, es la caja debajo de los amplificadores), cables de modulación y altavoces, amplificación e incluso el DAC, una pieza minimalista que incluye un potenciómetro de volumen (no hay previo) y que tiene arquitectura interna de 16 bit. Si hasta este momento habíamos probado material bastante exclusivo, aquí sí que se puede hablar de exclusividad absoluta, pues aparte de los precios (el equipo completo pasaba del cuarto de millón de euros, sí, doscientos cincuenta mil) sólo se han fabricado diez unidades de los amplificadores, y el DAC sencillamente sólo se hace bajo pedido y en según qué condiciones.
¿Qué puede esperar el jeque multimillonario que apueste por la marca? Por mi trabajo “de día” (en la editorial Motorpress) sé que algunos vehículos de superlujo, destinados a ese exclusivo mercado, en la práctica ni rinden como prometen ni son tan eficaces como podría pensarse, pues aunque ésa puede ser su justificación, no es en realidad su premisa de existencia. Las especificaciones aquí no son nada espectaculares, son amplificadores de estado sólido con salida en clase AB y 100 W declarados. Un vistazo a los materiales y técnicas usados en los A.Charlin deja pensar sin embargo que sí han buscado algo más que fabricar algo “muy exclusivo y caro”. Todas las piezas llevan un sistema de suspensión interna, y la obsesión por librarse de vibraciones llega hasta montar cada sub-sistema en cajas, siempre mecanizadas a partir de bloques sólidos, además de usar sólo soldadura de muy alta temperatura con materiales nobles, y algunas soluciones con materiales de propiedades esotéricas.
Una de estas, la más llamativa quizás, es el uso en el cable principal de red de un filtro que sólo actúa cuando una pieza en forma de monolito le acompaña a corta distancia en la sala (cable con filtro y monolito cuestan 14.000 euros). Nada conecta al monolito con ese filtro en el cable más allá de su presencia, y quien esto escribe no cree en magia que no puede ver… de hecho no soy un gran partidario de usar cables más allá de una calidad razonable. Pero tuve que creer en esto, porque no vi la magia, pero sí que la escuché. La diferencia no es muy sutil y es repetible, cuando sacamos el pequeño monolito de la sala, el sonido perdía algo de su magia, y perdía claramente en profundidad de escena. Yo todavía no lo entiendo, pero… así es.
¡Ah, la profundidad de la escena!. Me he adelantado, pero ya lo podéis ir deduciendo, el sistema A.Charlin me pareció extraordinario, así de claro. La escena ganó todavía más en amplitud, pero sobre todo en profundidad, de una forma que parecía imposible. Pero más allá de los efectos en tres dimensiones, la tímbrica, la dinámica, la microdinámica, todo, todo, ganó de una forma evidente. Las voces eran tan precisas como antes, pero aún más suaves y el piano sonaba de verdad. El sonido pierde absolutamente cualquier atisbo de “grano” que pudiera tener todavía, y aquellos cortes que me había emocionado con las válvulas volvían a tocarme la fibra sensible. Escuchando “Lágrimas Negras” (de Bebo y Cigala) nunca había sentido esa voz en tan buena forma, era como si le tuviera delante en su mejor día.
No sé si alguno de los diez amplificadores (eso sí que es una serie limitada) se quedará en nuestro país, pero si quien se lo quede consigue montar a su alrededor un equipo que mantenga las cualidades que yo pude apreciar, desde luego debe saber que podrá disfrutar de un sonido de un nivel superlativo. Yo no uso este adjetivo con ligereza.
Enhorabuena a Werner, pues, por su iniciativa y por poner al alcance de los aficionados algo tan exclusivo… pero también ese equipo “realista” con el que muchos podrán o podríamos ser felices.
Equipos en audición
- dCS Vivaldi (fuente digital)
- Kharma S7 (cajas, dos vías, 14.500 euros)
- Icon Audio 845PP (amplificador integrado, 7.450 euros)
- Siltech Classic Anniversary 770i (cableado modulación y cajas)
- Kharma DB9 Signature (cajas, tres vías, 30.000 euros)
- Spectral DMC-15 SS (previo, 8.490 euros)
- Spectral DMA 200S Mk2 (etapa de potencia, 11.490 euros)
- MIT (cableado)
- A.Charlin DAC One (prototipo, 25.000 euros)
- A.Charlin Mono 4S (etapas monofónicas, 82.000 euros unidad)
- A.Charlin e-Power 10 (filtro de alimentación, dos circuitos de 10A, 14.000 euros)
- A.Charlin Power XoX (cable de alimentación con filtro, 13.500 euros)
- A:Charlin (cables de red, modulación, digital y cajas)
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