Todo muy bien, pero ni una palabra de algo que, por una vez, considero más relevante: ¡han cambiado los chips! Linn llevaba años fiel en todas sus fuentes a los Wolfson WM8741, y el Klimax Katalyst luce orgulloso –si lo abres y los miras, para eso hago yo las fotos del interior…– una pareja del novísimo chip de Asahi Kasei –AKM–, el AK4497EQ cuyo sobrenombre es “Velvet Sound Verita”. Aunque en 2014 Wolfson fue comprada por Cirrus Logic, era y es una empresa escocesa, como Linn; pero a partir de ahora –el Klimax es el primero pero sospecho que la tecnología llegará al resto de la gama– los aparatos escoceses llevarán un corazón japonés… tal vez por eso no lo airean. En cualquier caso atención a estos DACs de AKM porque, como los ESS Sabre en su momento, creo que van a marcar un punto de inflexión en la calidad de muchas fuentes digitales.
Por cierto, este chip igual que los Wolfson anteriores, es capaz de decodificar flujo DSD, pero Linn se mantiene apartada en sus reproductores de este formato y, aunque internamente se realiza un sobremuestreo –primero x16 con 35 bit, luego x8–, como máximo reproduce archivos o flujos de 24 bit y 192 kHz. Pero cada día me preocupa menos el tema de la “alta resolución”: a la hora de la verdad son muy pocas las fuentes digitales que superan los 20 bit reales de resolución, por no hablar de lo que viene después –previo y etapa analógicas, cajas, sala–, y cuando una fuente como el Linn Klimax Katalyst suena como lo hace con archivos de 16 bit… sin palabras.
Una última cosa del Linn que tiene que ver no con su “hardware” sino con el “software”. Igual que los demás DS –desde el primero, por cierto, son todos actualizables– incorpora su propio sistema operativo, llamado Davaar en la versión actual, y se puede –debe– configurar desde un ordenador al instalarlo –muy fácil, da gusto–. Una de las importantes opciones disponibles es el “Space Optimisation” donde introducimos las dimensiones de nuestra sala, punto de escucha y posición de altavoces, y marca y modelo de altavoces –hay una gran base de datos, o se pueden dejar en blanco–, y “corrige”. Ya comenté en anteriores pruebas –aquí– lo bien que funciona, y fácil que es de ajustar, y con el Klimax el resultado fue igual de bueno.
Escucha
Ya conté al principio cuánto me ha impresionado este Klimax… Recuerdo que el transportista llamó a la puerta el 21 de diciembre, enseguida abrí la caja y lo saqué para admirarlo, y sin dilación lo conecté al equipo del salón un poco de cualquier manera para que se fuera calentando mientras hacía otras cosas en casa. Poco antes de cenar, me senté “un momento a ver” y fui incapaz de levantarme en la siguiente hora y pico. Soy de los –¿raros?– que nunca compro lotería de Navidad, nunca ni un euro, pero por primera vez en mi vida al acostarme ese día, el día antes del sorteo, recuerdo que deseé haber tenido algún décimo “por si el Klimax no sale de casa”.
En estas semanas he podido probar el Linn de muchas formas: de entrada, en ambos sistemas, el del salón con cajas B&W 802D y conexión balanceada a etapas Hypex Ncore y el del sótano con cajas Ramallo Allegro, integrado Ars Sonum Gran Filarmonía y conexiones no balanceadas. Pero no sólo como fuente/previo, también lo he probado como fuente digital –hacia el DAC y previo del Salón, un también Linn pero modelo Akurate DSM última versión– y también oficiando el Klimax como DAC y previo con un transporte CD dedicado Meridian 602. Pero todas esas pruebas fueron un poco formales, por intentar comprobar digamos “por partes” dónde estaba la magia del Klimax. Creo que la magia está en su sección de conversión y salida analógica, porque ahí, usando por ejemplo el CD, se mantenía íntegramente o casi ese sonido seductor y, en una palabra, superior, del Katalyst. Como fuente digital –usando otro DAC– no me parecía tan… especial.
¿Qué prueba hice que no tiene nada que ver con todo esto y que indica lo especial que es el Klimax Katalyst? Pues, lo confieso, sacar un par de vinilos que también tengo en CD, y que están en Tidal, Spotify y Google Music, y ponerme a comparar “medios”, pero incluyendo el analógico puro, porque esa forma tan “especial y superior” de presentar la música del Linn me hacía pensar un poco en la supuesta superioridad de las fuentes analógicas, tal como las defienden sus incondicionales. Aunque mi plato dista de ser de altos vuelos, tal vez sirva de referencia, pues el Technics SL-1200 tiene sus puntos fuertes y la cápsula Dynavector MC de salida baja combinada con mi previo DACT es capaz de extraer buena música de los microsurcos: y sí, algo había en la forma de sonar del plato que era común al sonido del Klimax, una cierta sensación de solidez en la escena estéreo, de “corrección” en los timbres, y una total ausencia de fatiga auditiva. Pero el Klimax sonaba todavía más detallado, más real, más cercano, más limpio –puntuales ruidos aparte–, más ordenado, más contundente, cuando reproducía un CD o cuando elegía el mismo corte en Tidal –sirve archivos FLAC es decir compresión sin pérdida–. Entre esos dos orígenes era más complicado elegir, pero las más veces me parecía “mejor” el desmaterializado que el disco óptico, y esto es lo contrario a lo que hasta ahora ha sido mi experiencia, aunque comparando con archivos ripeados por mí… Tidal quizás “algo” hace porque suena muy bien siempre, o quizás es el procesado del flujo de datos de Linn y que se ha puesto al día con la arquitectura Katalyst. En cuanto a los servicios que usan compresión con pérdidas –Google Music es MP3 y Spotify OGG ambos a 320 kbs– lo cierto es que a través del Linn sonaban muy, pero que muy bien, y a veces no era fácil o posible distinguirlos del original digital o de Tidal. Sí puedo decir que Spotify suena menos creíble, como si le faltara alguna cosa al mensaje musical, mientras Google Music parece recortar un poco en agudos, pero –quizás por eso mismo– se hace más agradable de escuchar a la larga. Google Music estará disponible gratuitamente de enero a abril de 2017 –incluídos– y merece la pena probarlo, como digo es muy escuchable, tienen un amplísimo catálogo y lo mejor es que, si nos falta algo, podemos añadirlo de nuestra biblioteca –permite subir hasta 50.000 temas propios a su “nube”–.
En cuanto al Linn Klimax Katalyst, es realmente muy bueno. Cada tema, cada disco, daba igual si lo tenía muy oído –cientos incluso miles de veces– era como si lo escuchara por primera vez… Ahora miro esto que acabo de escribir y parece un “cliché” típico de probador, pero no recuerdo haberlo usado nunca antes, y si lo hice, seguramente no fui justo. Es imposible sentarse a escuchar este aparato y no quedarse pegado al sofá.