Luxman es de las marcas míticas japonesas del audio, pero que por unas cosas u otras nunca había tenido en España una representación al nivel que merecía: sólo recuerdo que llegaban algunos aparatos de gamas muy básicas, y a veces ni eso. Pero cualquiera con inquietud, y yo soy muy inquieto, sabía que en Alemania, Gran Bretaña o Francia, Luxman gozaba de un gran prestigio, lo mismo que sin ir más lejos en su Japón natal. El atractivo de Luxman ha podido subir últimamente en nuestro país por la fama de sus aparatos “vintage” de los años setenta y ochenta, que restaurados ofrecen excelentes prestaciones todavía, o la popularidad, entre aficionados, de los pequeños valvulares de Leben –marca cuyo padre trabajó antes en Luxman–, pero para mí fue toda una sorpresa descubrir las electrónicas “a la última” de Luxman cuando el importador Ultimate Audio anunció que se convertían en distribuidores de la marca y enviaron sus primeros comunicados.
Esta gama de referencia de Luxman tiene básicamente dos familias, la “relativamente» asequible formada por previo y etapa estéreo “700”, y el escalón superior “900” que, aunque aparentemente no ofrezcan mucho más –potencia por ejemplo en el caso de la etapa–, sí tienen muchas mejores internas cualitativas que explican el salto en precio, y que además de por la calidad de componentes usados –desde condensadores a placas electrónicas– se justifican por la arquitectura interna balanceada en los aparatos de tope de gama, algo que como sabemos implica la necesidad de duplicar toda la circuitería. En cuanto al precio, de previo y etapa 700 a 900 sube precisamente desde unos ocho mil hasta casi quince mil euros por “pieza” –incluyendo el reproductor CD/SACD–. Conozcamos un poco mejor los aparatos antes de pasar al análisis de su escucha.
Reproductor, previo y etapa
El sistema en demostración consistía en el reproductor más alto de gama de Luxman, el CD y SACD D08u, un aparato de 22 kg con un acabado inmaculado. Como veremos luego me gustó mucho como sonaba, pero me enamoró su mecanismo de lectura: tiene una trampilla que evita la entrada de polvo ambiente, y se desliza para que pueda salir la bandeja del transporte. Todo actúa con cierta rapidez pero una suavidad y silencio asombroso, no recuerdo ningún otro transporte con ese nivel y demuestra ese respeto al cliente y al lujo y el detalle tan propio de los japoneses.
El transporte en sí está muy trabajado y es propio de Luxman, y la parte digital y analógica se ha puesto al día respecto de la versión anterior de este reproductor, el D08, con la adopción de una entrada digital USB que admite formatos PCM –curiosamente no DSD–, además de las ópticas y coaxiales de las que ya disponía. Destacan las mejoras en la parte analógica de salida, siempre crítica y que ha recibido las actualizaciones de la gama más moderna de Luxman, lo que ellos llaman “ODNF” –por Only Distortion Negative Feedback– versión 4.0, y que según la marca limita la realimentación a los componentes de ruido o distorsión reduciéndola por ello al mínimo necesario.
Con salidas balanceadas y no balanceadas, me llama la atención que Luxman se mantiene fiel al chip conversor PCM1792A de Burr Brown, del que usan dos, uno por canal en modo doble diferencial para ofrecer una señal real balanceada en las salidas XLR. No es un chip de última generación, pero sí uno de altas prestaciones, que decodifica de forma nativa tanto flujos de datos PCM como DSD procedentes del lector óptico, y que alguna otra marca de alto nivel también ha preferido seguir usando al conocer muy bien cómo realizar el filtrado digital previo y, en suma, su rendimiento en la práctica.
Pasando al previo y la etapa, ambos de la serie “900” más alta de Luxman como comentábamos al principio, en los dos se usa una arquitectura interna totalmente balanceada y componentes de máxima calidad. Los acabados externos son impecables, espero que las fotos de detalle les hagan justicia, pero así como pasé un rato admirando como el lector CD/SACD abría y cerraba su trampilla, con estos componentes no pude evitar estar un buen rato sacando fotos con varios objetivos intentando plasmar su belleza y acabado, y por qué no, disfrutando mientras lo hacía. Desde luego son aparatos que uno podría lucir con máximo orgullo en su equipo.
El previo incluye unos módulos de amplificación de diseño propio, dos por canal, y un control de volumen también propio con un circuito que usa un esquema de resistencias fijas y nos deja elegir entre 88 niveles, una regulación perfectamente fina y precisa. El mando a distancia permite controlar todas las funciones salvo los controles de tono. Sí, el Luxman tope de gama también ofrece esa posibilidad –si no queremos o no necesitamos aprovecharla basta con activar el “line straight”–, en un circuito tan cuidado como el resto del previo. Cuenta con numerosas entradas tanto balanceadas como RCA, y pesa la friolera de 20 kg. Un detalle que me gustó es que la pantalla puede indicar solamente el volumen en tamaño más grande de números, si el previo está alejado de la posición de escucha, con la tecla “zoom” del mando. Son detalles, como el tacto de todos los controles o el acabado, que enamoran.
La etapa también enamora, con sus inefables vúmetros en este caso de un elegante color blanco. Puede no aparentarlo por un tamaño relativamente compacto para tratarse de la etapa más alta de gama de Luxman, acostumbrados a otros “buques insignia” de fabricantes con aparatos enormes, pero cuando intentas moverla descubres sus 48 kg de peso… ¡muy concentrados! Ahí dentro están los dos módulos de amplificación, pues es una etapa estéreo –que se puede puentear para uso doble mono– de nuevo en modo balanceado completo, con cuatro grupos de cuatro transistores de salida, montado cada canal en una placa compacta adyacente a su disipador. Declaran 150W a 8 Ohmios duplicando potencia al bajar impedancias, y he visto mediciones que casi duplican la potencia declarada. En modo puenteado alcanza 600W en 8 Ohm.
Audición: máxima elegancia
La audición la realizamos en las instalaciones de Audio Elite cercanas a Madrid. Estuve una tarde escuchando de forma relajada el sistema con unas cajas Marten Bird 2, y después pasé otra jornada de escucha crítica con las TAD CR-1. Algo que me llamó mucho la atención repasando antes de la audición la información técnica de Luxman fueron unos valores llamativos, por lo bajos, del ruido de la propia electrónica: con ambas cajas, de relativamente alta sensibilidad y por lo tanto proclives a exponer cualquier deficiencia en ese sentido, ni con el oído pegado al tweeter llegué a apreciar más allá de un levísimo rumor. Excelente, algo que como el tacto de los mandos o los acabados redunda en hacerle la vida feliz al aficionado.
En cuanto al sonido, a las escuchas en sí, sinceramente disfruté como pocas veces lo he hecho al hacer una audición. En ocasiones uno se enfrenta a equipos de nivel estratosférico capaces de extraer detalles impensables de las grabaciones, otras veces en el extremo opuesto hay que ser consciente de los compromisos que el precio o la sala usada impone en algunas configuraciones, pero es relativamente raro que un equipo transmita a la vez tanta información de lo que está en el disco, y lo haga de una forma tan amable, tan relajante y placentera. Es algo reservado a sistemas muy buenos y muy equilibrados, dos cosas que no siempre están de la mano.
El equipo Luxman, en particular con las TAD CR-1 que conozco bastante bien de otras audiciones en las mismas instalaciones de Audio Elite o fuera de ellas, combinadas con su propia electrónica TAD o con otras piezas, me ofrecía una transparencia y una capacidad de análisis capaces de hacerme tomar plena conciencia de la calidad del disco que leía el reproductor, de si era CD o SACD, incluso de si se trataba de un CD original prensado o de uno grabado… Pero a la vez de esa transparencia propia de un equipo de muy altos vuelos, la electrónica Luxman siempre añadía cierto “toque” personal al sonido, algo que no sé muy bien como describir pero que de alguna forma me recordaba a la amplificación de Pass o a válvula “buena”, un punto de ligera dulzura que hace más agradables la escucha, y que es exactamente lo contrario a cuando usamos la palabra “analítico” en sentido peyorativo. Sí, sonaba como un equipo Pass, pero con más apertura en la parte alta, con un grave más controlado y profundo, y con medios igual de deliciosos. La escena era amplia, la sala más grande de Audio Elite la ofrece así, pero la colocación de las fuentes virtuales era muy precisa y muy estable, eso ya es mérito de la electrónica. Una palabra que creo define muy bien ese estilo de sonido, y también se adapta perfectamente a como son y se comportan los aparatos, es ésta: elegancia. Con Luxman uno tiene un equipo elegante, y que suena elegante también.
Durante las audiciones suelo tener a mano una libretita donde tomo algunas notas, de aspectos de lo que estoy escuchando, ideas para la posterior redacción, y por supuesto comentarios sobre el equipo a prueba, de cada corte que escucho. En esta ocasión me llamó la atención la cantidad de veces que escribí la palabra “elegante” referida al equipo Luxman, eso y también otra cosa notable: cuántas veces puse la máxima nota, “diez” a algún corte o canción en escucha –esto no es nada habitual en mí que como mucho llego al 9 o 9’5–.
El “Nature Boy” de Lisa Eckdahl sonó extraordinario, con el contrabajo nada exagerado, ágil, la voz perfecta, y el piano con la dinámica que lo hace “real”. Lo mismo con el “Freddie Freeloader” de Emilie-Claire Barlow, con una colocación holográfica del acompañamiento, y apreciando perfectamente las inflexiones de la voz… escalofriante, pero precioso. Igualmente disfrutables los cortes habituales de Rebeca Pidgeon, y aquí pudimos evidenciar las obvias diferencias entre masterización de las versiones CD y SACD de cortes tan conocidos como “Spanish Harlem”.
Pasando a algo de clásica, en modo barroco, un par de arias de Haendel que tengo bien escuchadas las disfruté como pocas veces… y el enorme coro de Cantate Domino sonó enérgico, preciso: impresionante. Un disco difícil es el “raro» grupo portugués Discantus, que descubrí por casualidad. Las TAD y los Luxman me recordaron aquel directo inolvidable de Sintra como nunca, y sólo por este corte esta electrónica va a quedar bien grabada en mi memoria. Y los Supertramp, Pink Floyd o Dire Straits, pasaron por el sistema con igual éxito, con ritmo y marcha… excelente.
Salí de la audición sorprendido y contento. El equipo escuchado me parece un perfecto ejemplo de lo que es el equilibrio: la electrónica suma, en precios PVP, la misma cifra que las cajas TAD, unas cajas que como he tenido ocasión de comentar en alguna otra oportunidad me parecen soberbias en todo, una auténtica referencia. Que la electrónica para mover esa referencia a este nivel pueda costarnos lo mismo, en conjunto, que las cajas –unos 45.000 euros PVP–, y que el sistema resultante sea capaz de ofrecer un sonido tan elegante, tan agradable, tan capaz también de análisis, es una buenísima noticia. Sí, ya sé que el precio del conjunto no es bajo, pero es que estamos hablando de un equipo que podría competir con ventaja con otros sin límite de precio, y que podrá darle a su afortunado propietario mucho placer musical, durante muchos años.
Sencillamente no sabía qué o cuánto esperar de la electrónica Luxman, pero el listón lo dejan muy alto. Luxman nos deja apreciar todo lo bueno de la música que escuchamos sin subrayar lo malo… muy recomendable. Un sistema que es –y suena– con enorme elegancia.
Equipo en audición
- Fuente Luxman D-08u (14.900 euros)
- Previo Luxman C-900u (14.900 euros)
- Etapa estéreo Luxman M-900u (14.900 euros)
- Atavoces TAD Labs CR-1 (46.000 euros)
- Cables de modulación y alimentación Absolue Creations
- Cables de altavoces Kubala Sosna
AUDIOELITE
Calle Monaco, 21 28232
Pol. Európolis Las Rozas
Tfno: 91 805 34 79