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Una nueva compañía en el sector de la alta fidelidad vio la luz recientemente en nuestro país, con un nombre tan mediterráneo como Oliva AudiO. Al frente de ella se encuentra Marc Gras, un joven –aunque veterano ya en el sector–, cuya pasión y fuerza nos ha sabido transmitir en esta breve entrevista.

Su experiencia, conocimientos, valentía e ideas innovadoras le auguran un prometedor futuro y desde HIFIlive le deseamos toda la suerte posible en su ilusionante andadura.

¿Cómo empezó su afición por la alta fidelidad?

Ha sido mi educación. Mis padres consiguieron inculcarme una gran pasión por el arte. Mi madre era profesora de historia del arte y ciencia, y mi padre era profesor de electrónica. En el colegio hacíamos frecuentes visitas al museo de la ciencia, al planetario, o al hospital de Sant Pau; al Palau de la Música, y asistíamos a conciertos. Estas visitas eran un auténtico descubrimiento para mí. Mi padre estaba siempre escuchando música clásica, en casa, en el coche…

Creo que surgió de forma casi inconsciente, nunca me obligaron a ello. La verdad, siempre he sentido placer en abrumar a mis sentidos. Pienso que todo ello explotó durante mi primer Sonimag, hacia finales de los 80. Era una auténtico Hi-Fi show con instalaciones en cada habitación de cada hotel que rodeaba el recinto ferial. Algunas instalaciones eran realmente impresionantes. Aquello me cautivó de inmediato. Estudié física e ingeniería electrónica pero nunca pensé en buscar un trabajo “al uso”. Estaba enganchado a la Hi-Fi.

Marc Gras

¿En qué momento se planteó comenzar su trayectoria profesional como fabricante de cajas acústicas?

Ya en mi época de estudiante plasmaba mis ideas sobre cómo debe funcionar un transductor de sonido. Buscaba soluciones geométricas a un recinto que aprovechara al máximo la energía radiada sin distorsionarla. Dibujos, formulas… Hasta que alguien me dijo que por qué no lo hacíamos realidad. Nada como la juventud para creerse capaz de cualquier cosa, y no le costó convencerme.

La experiencia fue un autentico reto en el que aprendí que no solo importa saber diseñar un buen altavoz. Hay que fabricarlo, fabricarlo siempre igual, venderlo y mantener el negocio.
Esta experiencia terminó conmigo trabajando para las marcas de altavoces más prestigiosas de Europa. Una experiencia impagable.

¿Puede contarnos sus inicios y andadura con su anterior firma GOV Loudspeakers?

GOV fue una auténtica aventura. Significó poder poner en la práctica mis ideas e intentar venderlas. Con una experiencia simplemente nula en casi todo lo que hacía, la verdad es que todo lo que conseguíamos me parecía increíble. Por ejemplo, íbamos a los carpinteros del barrio –entonces había bastantes–, con nuestro proyecto y la mayoría nos miraban con reticencia. Lo nuestro era muy diferente a la carpintería habitual. Los primeros prototipos acabaron conmigo trabajando mano a mano con un carpintero de los de toda la vida, todas las piezas se ajustaban a mano. Allí no había ni rastro de informática, todos los planos en papel y a mano.

A nivel comercial creo que, a pesar de todo, tuvimos suerte. Hubo gente que nos apoyó y conseguimos vender unas cuantas parejas del modelo Alegría A2. También hicimos proyectos a medida y nos pateamos a conciencia la península.

Al final de la aventura incluso participamos en algún proyecto muy interesante como el proyecto de audio digital de alta definición –DVD audio– para Pioneer. Tuve la suerte de conocer a gente como Artur Tresserras que trabajaba allí en Pioneer, un auténtico pionero del Hi Fi en España.

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