Dimitri Shostakovich Sinfonía Nº 15. Bernard Haitink. Real Orquesta del Concertgebouw.
En esta ocasión ha llegado a nuestras manos una grabación del joven sello RCO Live, dedicado a difundir las mejores interpretaciones de la archiconocida Orquesta del Concertgebouw, bueno disculpen, desde 1988, la Real Orquesta…
La opus 141 es una de las obras mejor documentadas de la fonografía del siglo XX, así desde las primeras grabaciones de Melodia y
RCA con Maxim Shostakovich y Eugene Ormandy en 1972 hasta la presente, existen alrededor de veinte registros a cargo de los mejores directores. Esta es la segunda grabación de Bernard Haitink, pues en la década de los setenta realizó una integral de las sinfonías del compositor ruso para el sello DECCA, muchos críticos citan las bondades de esta última versión frente a la anterior grabación de 1978, y lo cierto es que para esta ocasión cuenta con la elegancia y convicción de una de las mejores orquestas.
El sonido de la cuerda es sencillamente delicioso y algunas secciones de solos del segundo movimiento son impresionantes por su intensidad. El sonido es extremadamente limpio, sobre todo teniendo en cuenta que estamos ante una toma de sonido en vivo, acentuando los contrastes dinámicos extremos y aportando una gran profundidad del sonido.
Es imprescindible tratar brevemente el contexto en el cual se gestó esta obra. La larga y dolorosa enfermedad de Shostakovich terminó por influir en sus obras. Al parecer la debilidad muscular de sus miembros se debía a una inflamación crónica de la médula espinal, una enfermedad incurable agravada por el infarto que sufrió en 1966. Por tanto el tema de la muerte está patente, tanto en la Sinfonía Nº 14, como el Cuarteto para cuerda Nº 13, con una tristeza y pesimismo extremo. Pero a principios de 1970, el compositor pudo albergar alguna esperanza de curación, tras contactar con el doctor Gavriil Ilisarov, el cual lo sometió a un tratamiento bastante severo pero de resultados milagrosos. La mejora en su estado de salud animó a Shostakovich a escribir la que sería su última Sinfonía, y en los meses de verano de 1971, compuso la obra y terminó su instrumentación.
El 13 de junio de 1973 explicaba el especial interés que sentía por esta obra en una entrevista con Royal Brown, conservada en una grabación discográfica de Melodia (GOST 5289-73) “He trabajado mucho en esta obra (…) una de las pocas obras que he tenido claras desde el principio…” Desgraciadamente el intenso trabajo que le exigió esta obra supuso un duro revés para su débil salud, así lo reconocía el compositor el 16 de septiembre: “Probablemente debería dejar de componer. Pero sin componer no puedo vivir…”
Al día siguiente sufría su segundo infarto. Pasó un año y medio sin escribir ni una sola nota, por otra parte, el estreno de la nueva sinfonía, que habría de dirigir Kirill Kondrashin, no pudo celebrarse por la cardiopatía repentina y grave sufrida por este director, así que finalmente la dirección recayó en su hijo Maxim.
Esta sinfonía atrae la atención del oyente por su frescor, novedad y lucidez de concepción. Basada en la tradición clásica posee un bien definido esquema musical en cuatro movimientos. El primer movimiento es un Allegreto alegre y lleno de humor que evoca obras anteriores, destacando la inclusión del famoso tema de la Overtura de Guillermo Tell de Rossini, que en esta ocasión aparece en los cobres y no en las cuerdas como el original, confiriéndole así un carácter acusadamente humorístico. El pesimismo del Adagio recuerda a las obras anteriores y destaca por la intensidad de los solos. El tercer movimiento es el scherzo más breve que escribió Shostakovich, en él sobresalen los instrumentos de viento y la estructura dodecafónica del tema principal. El Finale se inicia con una cita del Anillo del Nibelungo de Wagner repetido en varias ocasiones, igual que las reminiscencias del famoso episodio de la invasión de la Sinfonía Leningrado, que aparecen en el episodio central. Lo cierto es que la simplicidad del lenguaje utilizado resulta un tanto enigmático. Una obra repleta de mensajes y plagada de tal cantidad de citas, resulta extremadamente compleja, pero aceptemos la música sin necesidad de explicaciones lógicas y abrámonos a la experiencia de uno de los más íntimos y emocionantes trabajos de este genio de la música rusa.
Calidad Artística: 9
Calidad Musical: 9