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Punto de entrada

En nuestra prueba del reproductor (y servidor) digital Antipodes S40, publicada recientemente aquí, una de las partes consistió en usar el S40 como servidor con el más sencillo S30 como reproductor puro. Aprovechando que disponíamos del Antipodes S30 quisimos ahondar más en sus posibilidades, ya que se nos antojó como un «punto de entrada» muy interesante, por debajo de los tres mil euros, en el mundo de estos reproductores digitales que parecen estar un nivel por encima de sus rivales de gamas medias y altas en musicalidad. Tras esa (larga) prueba del modelo S40 ya conocemos todas las posibilidades que ofrece, tal cual y con algunos «extras» como la alimentación mejorada S60, el módulo conversor de USB a SPDIF con reloj de alta precisión S20, o el uso de otro reproductor para liberar de carga las CPUs… lo que le puede llevar de forma progresiva hasta las prestaciones del modelo K30, cercano al «tope» K50. Vamos a conocer más en detalle el Antipodes S30 y qué puede dar de sí.

Las apariencias engañan

Es conocida mi afición a abrir los aparatos que probamos y ofrecer imágenes de su interior, comentando así con conocimiento de causa acerca de su diseño, acabado y componentes usados. Me lo tomo como una obligación para con nuestros lectores y aquí no iba a ser menos, pero es verdad que a veces las apariencias engañan: el Antipodes S30 viene con una alimentación «estándar» (fuente conmutada tipo alimentador de portátil) que se puede mejorar con la S60 que ya vimos en la prueba del S40. El interior de la caja lo ocupan una compacta placa base tipo MiniPC con su propio disco de estado sólido y RAM, y cuenta con un disco SSD (opcional pero el nuestro lo montaba) para albergar una biblioteca propia.

Esa aparentemente sencilla placa base es en realidad el fruto del trabajo de búsqueda y evolución de Antipodes, algo que comentamos en la prueba del S40. Tras años de pruebas han ido descubriendo los auténticos puntos clave que separan unas placas base (todos los reproductores en red son ordenadores dedicados) de otras desde el punto de visto de su uso para sonido, mejor dicho, para «música» digital. El compendio de eso es lo que llaman Project OLADRA y que básicamente consiste por un lado en identificar, aislar y eliminar todo «ruido» e interferencias provocadas por los relojes y flujo de datos en las placas base, procesadores, memorias y discos duros. Y por otro lado en mejorar la alimentación a diferentes niveles para evitar multiplicar esos problemas de ruidos, y permitir que los circuitos que necesitan alimentaciones rápidas la tengan, y los que exigen una alimentación silenciosa, también.

Sus pruebas les han llevado a encontrar y desarrollar diferentes placas base, que aplican a sus diferentes productos. La más sencilla es la que lleva este Antipodes S30, la llaman V5X y es una versión mejorada de la V4X que montaba el anterior Antipodes EX (gama anterior). Su procesador (dos núcleos) es capaz de hacer correr un servidor Roon e incluso (justo) hacer sobremuestreo desde resolución CD hasta DSD256. El siguiente paso es la placa V5.2H, que montan el S40 y el K30, con dos núcleos reales y dos virtuales, hermana menor de la V5.6H que es su «top» y que llevan el K50 y K40, con 6 núcleos (reales) más potentes.

Antipodes aprovecha el DAC interno del chipset Intel en este Antipodes S30 y a él están conectadas las salidas RCA analógicas (es el único Antipodes en disponer de esta salida). Tiene otra salida, digital, por USB, y dos conexiones USB «auxiliares» para almacenamiento externo o para conectar el lector óptico propio de la marca que podemos usar para ripear discos hacia el disco SSD interno. Sí, este Antipodes también tiene suficiente potencia para hacer esa función, aunque como hemos apuntado su procesador no sea como el de sus hermanos mayores. Esa potencia de cálculo se refleja, por cierto, en el consumo: pudimos comprobar durante nuestras pruebas con el S40 como éste podía alcanzar 25 y hasta 30 vatios  de pico, mientras el S30 se mantiene por debajo de 10 vatios (ambos con SSD interno).

A prueba

Al probar el Antipodes S30 también teníamos un buen abanico de posibilidades: recordemos que estos aparatos se pueden usar como reproductor puro, como servidor, o como servidor y reproductor en uno. Y en ambas funciones permiten elegir qué tipo de programa usamos: nosotros como en la anterior prueba nos centramos en usar Roon, pero habrá quien prefiera alguna alternativa, y la propia gente de Antipodes recomienda probar al menos con Roon y Squeeze Server (LMS, gratuito) como servidores y sus respectivas Apps de reproducción porque según versiones podríamos preferir una u otra por calidad final. 

Todo esto se configura fácilmente desde la página «My Antipodes» accesible desde un ordenador o móvil conectados a la misma red (normalmente la de casa) donde esté el aparato conectado. En este caso, probamos el Antipodes S30 como reproductor «completo» (con su DAC interno), como reproductor digital puro con otro DAC , y como servidor más reproductor. Probamos ocasionalmente la alimentación mejorada (Antipodes S60) y confirmamos como en las pruebas con el reproductor/servidor S40 su beneficioso efecto.

De la primera prueba, usando las propias salidas analógicas del Antipodes S30, confesamos que no esperábamos demasiado: eso de usar como DAC el chip Intel de la placa base no parecía muy prometedor. Sin embargo la realidad es que, como ya apunté en la prueba del S40, el nivel alcanzado en DACs ha llegado a un punto que entran en juego otros factores, como sin ir más lejos el «transporte» o la llegada del flujo digital a ese DAC. Y ya sabemos por las pruebas anteriores cómo se las gastan los Antipodes: aunque la propia marca reconoce que esta salida analógica es «funcional» y recomiendan usar un DAC externo para mejorar la calidad, usar el S30 en solitario no deja nada que desear. Hace tiempo que no lo tengo pero diría que está en un nivel similar al de un Lumin D2 (o el D1), también en que ambos agradecen una alimentación mejorada. Gracias (asumo) a la parte digital no esperaríamos que esa salida analógica sonara tan bien, aunque tiene terreno por delante…

La diferencia aquí está en que al probar un DAC externo damos un auténtico salto. Probé puntualmente con la sorprendente placa Khadas con excelente resultado, pero para el resto de la prueba usé el versátil ELAC-Alchemy DDP-2 probado en su día aquí y que ha acabado formando parte fija de mi equipo, por su calidad y versatilidad. Además de DAC, es previo analógico (con entradas balanceadas y RCA) y tiene un streamer propio interno también muy capaz (Roon ready), así que fue fácil comparar de un lado el DAC interno del Antipodes S30, por otro el Antipodes con el DAC del Alchemy, y eso frente al Alchemy (streamer y DAC). Bastaba cambiar la salida en «My Antipodes» por un lado y seleccionar qué escuchar con el mando a distancia del Alchemy, por otro. Y al final además configuramos el Antipodes como servidor y reproductor, como colofón de las pruebas.

Debo destacar primero cómo el Antipodes S30 (como reproductor digital puro) es posiblemente el mejor «streamer» de su clase. Comparándolo (vía USB, no hay otra salida digital) con el reproductor interno del Alchemy, a igualdad pues de DAC y previo, queda claro qué aporta Antipodes, algo que vimos en las pruebas del S40: un extra de musicalidad, de naturaleza de timbres, de matices que nos sorprenden en piezas bien conocidas. También cómo se coloca la escena en tres dimensiones, cómo ésta gana «densidad» en el espacio entre instrumentos o voces. Puede ser algo sencillo como una voz con un contrabajo (Martirio, Silvia Pérez Cruz) o un cantautor con su guitarra (Pedro Guerra), puede ser un grupo de jazz (Oscar Peterson) o un conjunto más grande ya, un conjunto de cámara (Haendel, Bach) o una gran sinfónica (Mozart, Beethoven, Mahler)… siempre encontramos matices que, al volver al streamer interno, echamos de menos y su sonido nos parecía menos natural, más sintético.

Otro «salto» conseguimos configurando el Antipodes S30 como servidor y reproductor: ahí se supone que su procesador va más justo, usamos Roon pero sin activar ningún sobremuestreo ni DSP, más allá de decodificar MQA cuando tocaba con algún tema de Tidal Master. Aquí las ventajas del S30 llegaban de la mano de la música que tenía en su disco duro interno, en este caso una breve selección aunque suficiente para darse cuenta de que Tidal, por muy Master ni MQA que active, no alcanza la pureza de un archivo (incluso en resolución CD) bien ripeado y almacenado en el propio aparato. Es sabido que hay controversia en torno al MQA y me voy inclinando a estar de acuerdo con que parece que resta más que suma. Respecto a actuar como reproductor, aquí éste funciona lado a lado con el servidor y algo parece mejorar pero es muy sutil como para sacar conclusiones (no me atrevo). Cuando lo probamos junto al S40 sí estaba claro que había otro salto en calidad, posiblemente gracias a que el S40 (como servidor puro) aislaba al S30 (como reproductor puro) de la red (el S40 tiene una salida dedicada para eso) mientras el S30 seguía conectado al router como cuando actuaba como reproductor. 

Pero visto cómo la alimentación dedicada (Antipodes S60, 2100 euros) y sobre todo el convertidor de formato digital y recloker (Antipodes S20, 2625 euros) pueden mejorar las cosas, me atrevo a conjeturar que quien empiece con un S30 debería seguir ese trayecto, y poner como posible guinda final un S40, lo que le llevaría «a plazos» a tener el equivalente de un K30 (10.500 euros) pero con el extra tan importante (descubrí) del S20 y sus conexiones digitales «clásicas» (no USB). Una buena noticia para quien disponga de algún DAC de alta gama (y buen sonido) pero sin entrada USB, que como ya comentamos en Antipodes no ven con muy buenos ojos.

Conclusiones

Después de probar diferentes configuraciones con el Antipodes S40, de gama superior aunque a medio camino de los «K», quisimos dedicar un tiempo al más sencillo y (relativamente) económico S30. Su precio, por debajo de los tres mil euros, le pone en un punto del mercado más competido con aparatos desde poco más de mil que a priori prometen mucho. Sin embargo a la hora de la verdad hay que sacarse el sombrero porque la gente de Antipodes ha sabido encontrar «algo» y sus reproductores están un paso por delante en esa carrera por conseguir que la música digital suene precisamente a eso, a música, más cerca de lo que una buena fuente analógica da, pero con las ventajas de lo digital. Con este S30 se puede empezar, usando su salida analógica o un DAC que ya tengamos, y aprovechando para montarle un disco interno (hasta 8TB ¡es mucha música!) sin necesidad de tener un ordenador conectado, ni dedicado al equipo de música. Podremos disfrutarlo así mucho, y plantearnos una evolución paso a paso hacia unas prestaciones equivalentes a sus hermanos mayores de la serie «K».

Puntos destacados

+ Excelente sonido, la fuente digital más musical ahora mismo

+ Gran versatilidad de configuración

+ Capacidad evolutiva (hasta un Antipodes K30)

+ Reproduce cualquier formato: PCM y DSD

– No dispone de mando a distancia ni pantalla (hay que usar un móvil o tableta)

FICHA TÉCNICA

Antipodes S30: servidor/reproductor digital con salida analógica (RCA) y digital (USB 2.0). Entrada Ethernet, 2 USB (almacenamiento o lector CD). Bahía interna para 1 disco duro (hasta 8TB SSD). Reproduce PCM hasta 32bit/768kHz y DSD512 (DoP compatible). Dos puertos de servicio (HDMI). Dimensiones (ancho x profundo x alto) 165 x 260 x 70 mm. Alimentación 12V DC.

Antipodes S30 (server/streamer) 2675 euros (oferta)

Distribuye AUDIOGALLERY

EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA

Cajas acústicas

  • Legacy Audio Focus SE
  • Merlin TSM

Amplificación

  • Hypex Ncore 400 (etapas Clase D)
  • Ars Sonum Gran Filarmonía (integrado EL34)

Fuentes

  • Antipodes S30 (Reproductor/Servidor)
  • Elac-Alchemy DDP-2 (DAC y previo)

Cableado

  • Synergistic Research, Nordost

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