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Excelente y hecha en casa

Para nuestros lectores más fieles la marca ATM no resultará nueva: hace unos meses publicamos la prueba de su etapa EPM2 aquí, basada en los módulos Hypex de amplificación en Clase D de origen holandés y tan buena reputación. Comentamos entonces que la marca es el fruto de la pasión de un electrónico levantino, Jesús Alejos, por la alta fidelidad. Cuando una persona inquieta y creativa tiene, además de ser aficionado, habilidad o conocimientos en algún campo útil en esta pasión por la música, eso siempre da frutos. Hay ebanistas o carpinteros capaces de hacer maravillas en cajas acústicas o muebles, hay quien se hace una sala que sería la envidia de cualquier instalador, y Jesús lo que hace son electrónicas. En concreto, está claro que los amplificadores son su especialidad.

 

La caja que no es una “caja”

El chasis de la ATM no es una caja, es un bloque de aluminio mecanizado por control numérico –algo que por cierto ahora hace ATM en sus propias instalaciones para no depender de un proveedor externo–. Por dentro está vaciado para dejar el espacio justo a la electrónica. Y los laterales están mecanizados con ese particular diseño que ya vimos en la etapa en Clase D, pero que aquí como veremos toma mayor relevancia aún. Las decenas de orificios verticales serán capaces de disipar el notable calor que esta etapa, en Clase A pura, va a emitir cuando está conectada. Recuerda un poco las últimas creaciones de Dan D’Agostino –padre original de Krell–, aunque la estructura mecanizada por ATM es mucho más compleja, patentada, presenta una gran superficie de disipación, siendo relativamente compacta y por cierto fácil de manejar –no se clava en las manos como algunos disipadores odiosos–.

Compacta, pero no ligera. Te sorprende cada vez que quieres mover esta etapa y es que pese a sus relativamente reducidas dimensiones, con sólo 9 cm de altura, pesa más de 25 Kg. Además de por la estructura en aluminio mecanizado, ese peso se explica por el transformador toroidal de alimentación: una densa unidad Toroidy de 400W en nuestro caso –400 euros extra–, que es la opción superior al toroidal de 300W de la versión estándar, no sólo por potencia sino por su menor radiación.

 

Cuando abrí la cubierta para, como siempre hago en mis pruebas, comprobar la electrónica y acabados, y fotografiarla para saciar la curiosidad de nuestros lectores, pude comprobar que también esta tapa procedía de una pieza sólida de aluminio de casi medio centímetro de espesor, mecanizada a conciencia. Por cierto que conté 20 tornillos para sujetarla. Como vamos viendo, ATM no ha escatimado en nada para la que es su etapa “estrella”.

Todavía por fuera podemos observar los conectores utilizados en la parte posterior. Como decía mi unidad de prueba llevaba todas las opciones, y eso incluye por 200 euros, los excelentes conectores Cardas XLR para la entrada de señal. Las salidas de altavoces usaban conectores multifunción WBT, perfectos, y la entrada de alimentación IEC era una Furutech con los contactos en Rodio –tampoco nada que objetar desde el punto de vista audiófilo–. Delante, un interruptor suavemente iluminado.

Es el momento de comprobar el interior, y lo primero a destacar es la limpieza del diseño y sus conexiones. Se nota que es un producto trabajado, evolucionado, sin escatimar en rehacer placas electrónicas para buscar los caminos óptimos de señal y cableado. Para mí, la foto del aparato destapado ya muestra la seriedad de ATM como fabricante, y debo decir que cuando en otras ocasiones esa foto nos marea por los cables que van y vienen, o los componentes colocados de forma caótica, es algo que dice muy poco –bueno– de quien lo ha diseñado y producido. Enhorabuena, Jesús, por este limpísimo trabajo.

Bajando al detalle, se observa como decía una disposición óptima. El transformador cerca de la entrada de alimentación, en posición central trasera. A continuación, también en posición central, la placa de alimentación. Aquí se utiliza rectificación de calidad –diodos rápidos montados en disipadores– y el filtrado no se queda atrás, con 264.000 microFaradios de condensadores Mundorf M-Lytic –Panasonic en la versión estándar sin los 400 euros extra–. Esta configuración del espacio permite un cableado mínimo, y se ha usado cable de plata para todas las conexiones. Alejos no era un gran creyente en el uso de materiales exóticos, pero me consta que ha medido los niveles de ruido con varios tipos de cables y, aunque el suelo de ruido ya era muy bajo en cualquier caso, ha dejado el cable que mejor medía –porque sí había diferencias aunque fueran sutiles–.

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