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Otro guitarrista, esta vez de origen italiano, Antonio Forcione grabó en 1998 “Dedicato”. Un disco de gran calidad sónica distribuido por The Naim Label donde podemos encontrar, en su mayoría, piezas compuestas e interpretadas por él mismo. Con claras reminiscencias a la música africana y latina y con algunas versiones tan conocidas como Come Together –Lennon/McCarteny–. Nuestro invitado ofrece unos niveles de silencio que permiten conseguir una sensación escénica de fondo negro que envuelve a la atmósfera, algo que los usuarios más exigentes demandamos de los productos de alta gama y que sin duda gusta percibir en los discos grabados con dedicación y mimo.

Así pues entre la estupenda separación de canales y la generosa calidad de silencio ofrecido podríamos catalogar en un primer impacto a este AAPhono como un producto poco habitual en su gama de precio, y es que su interior –como podéis observar en las fotografías adjuntas– es digno de elogio y ya lo anticipa visualmente. El algodón no engaña. Y es que dada la precisión focal obtenida el efecto pinpoint que se produce y que es capaz de posicionar los sonidos de modo preciso y estable, hacen a este producto muy capaz.

Acudiendo a discos sinfónicos como La Octava y La Novena sinfonías del siempre genial Bruckner –Philips 1981–, dirigidas en esta ocasión por el director holandés Bernard Haitink, se observa como las cajas desaparecen sin ningún problema dentro de la escena sonora. Su presentación es ligeramente laidback, manteniendo una cierta distancia entre el oyente y la música y dibujando una escena localizada de las cajas hacia detrás, manteniendo los planos sonoros sin problema y con ello favoreciendo a la escucha prolongada y relajada. El gran Miguel Romea, genial director de orquesta y buen amigo, me comentó una vez sobre la música de Bruckner que requería de un conocimiento profundo de la evolución de la música sinfónica a lo largo de los años, sus sinfonías consisten en el estiramiento al máximo de la melodía y ritmo que los grandes del XVIII componían. Sin duda una observación que con los años he aprendido a compartir plenamente y con ello invito a todos a profundizar en su música.

Tímbricamente es absolutamente neutro. Con esto quiero que se entienda que su compatibilidad con todo tipo de cápsulas o equipos es total, formando parte de un miembro más de la cadena de montaje, sin personalidad. Algo muy complicado de conseguir y que no suele ser habitual, incluso a cualquier nivel de precio. La flamante interpretación que el norteamericano Malcolm Frager realizó en 1980 de algunas de las mejores composiciones de Chopin en el omnipresente Bösendorfer Imperial Grand –el llamado Rolls Royce de los pianos– de 97 teclas –Telarc Records–, deja patente la capacidad tímbrica de mi invitado. Recordemos que posiblemente el piano sea el instrumento con mayor dificultad a la hora de ser reproducido por un equipo de audio, debido no sólo a su rica tímbrica, sino también a la generosidad en harmónicos y a su extraordinaria dinámica.

Otro disco mítico, grabado en directo en 1970 en el Festival Isle of Wight –vigente desde 1968– al genio del jazz Miles Davis reeditado por Vinyl Passion en 2007 da buena cuenta de la extraordinaria neutralidad tímbrica, un disco que en determinados sistemas puede llegar a ser agotador por su extrema dificultad y contenido, pero que en el Audio Analogue se disfruta sin problema alguno trasladándote al propio festival. ¡Qué maravilla!

 

La apertura en la zona alta es suave, los medios son completos con buena autoridad y cierto grosor y el grave es muy correcto. Dejando así un sabor de boca global fantástico que hace que al final te olvides de los aparatos y te centres en lo que de verdad importa, la música.

Tras la ópera italiana, y en algunos casos la francesa, mi tiempo se lo llevan los Requiems. Desconozco el motivo pero me envuelven en un halo de relajación y soledad que disfruto someramente, quizá porque siempre me ha dado la sensación de que en estas obras los compositores ponen una pasión e intensidad particular. Gracias a Vicente Viguera –alma máter de Werner y gran amante y conocedor de la buena música–, he tenido oportunidad de conocer alguna versión de este género en vinilo que hasta el momento no disponía. Caso del compuesto por Charles Gounod, editado por Arion y grabado en 1978 en la bellísima iglesia de la Madeleine, en París, bajo la batuta de Joachim Havard de la Montagne. El sonido coral es majestuoso, tiene cierto grosor y se ubica tras mis cajas. La escena se propone del tipo 4/3 y la focalización de voces e instrumentos es precisa. Quizá en comparación con otros amplificadores de mayor precio podría echar en falta cierta pegada y un transitorio más acentuado que dote de mayor velocidad y credibilidad al sonido, pero sinceramente os digo que en este nivel de precio –no llega a los 1.800€– es de lejos lo mejor que he podido evaluar en casa. Quizás es por ello que recomiendo su asociación a cápsulas veloces y ligeramente dinámicas, compenetrándose así de modo más idóneo.

Speakers Corner Records tiene entre su catálogo una de las mejores versiones de “El lago de los cisnes” que he escuchado. Grabada en 1959 por Decca, esta conocida obra compuesta por Tchaikovski y dirigida por el suizo Ernest Ansermet e interpretada por la orquesta que él mismo fundaría años atrás, la Orchestre de la Suisse Romande, es una de las primeras grabaciones en estéreo que se realizaría en Europa y que él mismo, junto con Decca, impulsarían en otras grabaciones. La entrada del cisne negro, es un momento clave, oscuro, con una carga de sonidos graves y una inquietud que rompe al son de las castañuelas, haciéndome girar la cabeza y pensar que la obra está siendo representanda ante mí. Vuelvo a olvidarme totalmente del sistema y me centro en la música. Muy bueno.

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