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La originalidad de los convertidores británicos dCs, desde sus primeros tiempos en el mundo del audio profesional, es doble. De entrada, prescinden de usar ningún chip comercial disponible, que ya es una primera decisión valiente, pero a la vez una forma de ser diferente de los demás. Pero es que además de eso, en su propio sistema de conversión no usan ni uno ni otro sistema tradicionales, sino –digamos- una mezcla. Es un sistema delta-sigma de alta velocidad (unos 3MHz), pero usando palabras de 5 bit en lugar de uno, con la característica única que se decodifica sobre 32 posibles líneas de forma aleatoria, para promediar los errores que puedan generar o desigualdades que existan entre ellos (ése era el problema de los multibit, la necesidad de que las resistencias sean idénticas). El nombre “Ring” viene de ahí, de que la decodificación se reparte o “circula” en un anillo imaginario. Es un sistema muy ingenioso, patentado, y su origen procede de cuando los creadores de la empresa trabajaban en una consultora tecnológica que desarrollaba sistemas de conversión ADC/DAC (desde y hacia analógico pasando por digital), destinados a delicados sistemas de medición o para radares militares. El Vivaldi ha mejorado esa arquitectura a base de usar componentes mejores, y aumentar el tamaño de las líneas disponibles para que el promediado resulte todavía más preciso (afirman haber ganado 3dB de resolución sólo con esto).

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Con esta premisa, que ya es un cambio notable respecto de casi cualquier otro DAC del mercado, los sistemas de dCs han ido evolucionando con el tiempo. Primero llegó el sobremuestreo, hasta llegar a las frecuencias del DSD y más allá, luego vinieron los relojes de ultraprecisión para sincronizar todo el sistema, y por supuesto con el tiempo ha habido evoluciones también en las críticas partes de alimentación o salidas analógicas. Siempre sin descuidar la construcción física y el control de las vibraciones mecánicas en unas electrónicas tan evolucionadas. En la parte digital también han encontrado mejoras, a base de refinar el proceso de sobremuestreo y filtrado digital en función de la señal original, aunque esto último ya estaba presente (como su particular sistema de conversión) desde los primeros modelos.

 

De alguna forma podemos distinguir tres claras etapas en la evolución de los sistemas dCs: de aquél primer DAC, el Elgar, que revolucionó el panorama digital hace veinte años y que vio llegar para complementarle al Purcell (dedicado al sobremuestreo) y el Verdi (lector de discos ópticos), pasamos -si aceleramos el tiempo- al sistema Scarlatti, que consistía de hasta cuatro diferentes aparatos (uno para cada función: lectura, sobremuestreo, reloj y conversión), pero con alimentaciones evolucionadas, y de él al presente Vivaldi, también con cuatro unidades, siendo el aparato dedicado al sobremuestreo, además un reproductor digital con conectividad de red (streaming UPnP) y USB (para almacenamiento externo).

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Además de seguir evolucionando la alimentación y la citada mejora de la arquitectura del RingDAC, el Vivaldi introduce novedades en la parte analógica, y también una construcción todavía más inerte y refinada, para conseguir la plataforma más óptima posible para que su circuitería sea capaz de extraer la mayor cantidad de información del audio digital. Porque eso precisamente es lo que debe ofrecer cualquier DAC, siendo algo en lo que los dCs siempre han destacado en las pruebas objetivas frente a los aparatos de medida. Decir que un DAC puede decodificar palabras de 20, 24 o incluso más bits es una cosa, y que luego el resultado “de verdad” llegue a esa resolución otra muy diferente, porque el ruido de fondo o la distorsión enseguida puede superar esas cifras. Muy rara vez un aparato llega a permitir medir su señal de salida más allá de los 19 bit reales, muy pocos son los que superan los 20, y excepcionales los que alcanzan 21 o algo más. Entre estos últimos están los dCs, haciendo honor al origen de su sistema de procesado (recuerda, aparatos de medida de laboratorio y radares militares).

Tanto la conversión original en el Ring DAC como la sección posterior (totalmente balanceada, y realizada con componentes discretos, es decir sin amplificadores operacionales) trabajan en clase A, lo mismo que la parte final de salida, capaz de atacar directamente etapas de potencia (sin necesidad de usar un previo). En ese caso se utiliza un control de volumen interno a nivel digital, preajustando la salida en función de la sensibilidad del sistema para evitar entrar en zonas de excesivo recorte de resolución (muy bajo volumen).

* Autor Josep Armengol

Instalación

Para su instalación recurrí a ubicar las cuatro piezas en el suelo, formando una fila delante de mi amplificación, y desacoplando cada aparato con unos pies fabricados por la empresa española Vibex, mediante Krion y elastómero. Estos pies me parecen magníficos y los utilizo en casi todo mi sistema, incluyendo mis cajas acústicas Hansen. Disponiendo de espacio suficiente -con lo difícil que a veces es esto-, considero que tratar cada aparato y su energía de manera independiente es siempre mejor que recurrir a un rack, donde por bien aislados que intentemos que los componentes se encuentren, siempre sufren compartiendo algún tipo de vibración. Así pues, colocadas las piezas en su sitio, me dispuse a su conexión entre ellas, que por cierto no es labor nada sencilla. Por suerte dCS presenta en sus manuales un completo diagrama con flechas, de como interconectar todo el conjunto Vivaldi, para las personas no demasiado hábiles entre las que me incluyo.

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