Para su conexionado empleé dos cables digitales BNC de la firma Siltech, para unir transporte y dac al reloj, y el resto de cables empleados fueron los suministrados por dCS de serie. En total contamos diez cables digitales entre BNCs y AES ABUs. Por supuesto, para conexionar nuestro ordenador necesitamos pues un cable USB adicional. Anta tal maraña de cables que conectan los cuatro componentes entre si, no dejo de preguntarme cómo sonaría el conjunto si todos y cada uno de ellos, tuviera un nivel de calidad acorde al de los aparatos con los que van a funcionar. ¿No se merece el dCS Vivaldi un cableado en consonancia? Seguro que el afortunado comprador de este sistema, no tendrá problema en tener este aspecto también en consideración, aunque tampoco es despreciable el gasto que puede suponer.
En cuanto a los cables de corriente, los responsables de Werner me enviaron cuatro cables de la firma americana Mit. En concreto un Oracle AC2 para el Dac, dos Oracle ZIII para Transporte y Reloj y un Shotgun para el Upsampler.
Sonido
¿Existe alguna posibilidad, utilizando una fuente digital, de conseguir una reproducción perfecta de una grabación, o este logro está reservado a fuentes analógicas de muy alto nivel exclusivamente? Considero que todavía, incluso a pesar de las inferiores mediciones y los peores datos técnicos que irremediablemente presenta una lectura analógica, su sonido es mejor que el digital. Pero incluso abrazando estas convicciones, argumentaras en años de pruebas y escuchas, ¡¡¡ qué bien suena el conjunto dCS Vivaldi !!! ¡Pero cuidado…! como todo componente de extraordinaria gama alta y que dispone de prestaciones muy avanzadas, su ajuste e instalación en un sistema de sonido debe cuidarse al máximo. Podemos estar hablando de un Fórmula 1 en lectura digital, y como tal debe acompañarse de los mejores compañeros de juego para rendir como «solamente él puede».
Durante todo el pasado mes de Agosto he disfrutado de este conjunto para realizar este análisis, y creedme si os digo que invertí unos 10 días en conseguir que éste sonara plenamente a mi gusto. Y este trabajo en ningún momento se convirtió en baldío o aburrido, pues cuando conseguí que el dCS Vivaldi sonara de manera satisfactoria a mi manera de entender la música, como recompensa obtuve el mejor sonido en mi sistema que he podido experimentar jamás. Aspecto fundamental para alcanzar con el conjunto Vivaldi el sonido descrito, fue sustituir los cuatro cables de corriente Mit por mis habituales Okutsu Denko. A mi parecer los cables Mit conferían al sonido un carácter demasiado analítico y frío, que desapareció por completo alcanzando un perfecto equilibrio con los Okutsu. Con este vital aspecto optimizado, pude pasar a analizar esta increíble fuente digital.
Podía empezar a describir su sonido en líneas generales como preciso, refinado, con un nivel de detalle fabuloso y una liquidez desconocida para mí hasta ahora. Pero si todos estos argumentos en conjunto son capaces de justificar cualquier compra, quizás el aspecto más impactante es su generosidad en la entrega de música, convirtiendo la sala de escucha en un improvisado local de actuación, donde desaparece por completo el equipo y sólo puedes rendirte a disfrutar de una experiencia nueva y adictiva. Sentimos como si una ola de música nos arrastrara y con ella desaparecieran mis cajas Hansen, con sus más de 150 kg de peso y toda nuestra electrónica de un plumazo, y delante tuviéramos nuestros músicos tocando y llenando de música cada centímetro cuadrado de habitación con una soltura fascinante. El dCS Vivaldi es capaz de mostrarnos una escena sonora en formato panorámico, de tal generosidad que me hace sentir que hasta entonces he estado escuchando con una imagen en formato 4:3. Pero a su vez, este caudal de información se presenta de manera absolutamente controlada y relajada, permitiéndonos jugar alegremente con el potenciómetro de volumen de manera impensable hasta este momento. Puedo decir sin riesgo a exagerar, que el conjunto dCS Vivaldi es capaz por si solo, de proporcionar un salto de calidad a toda nuestra instalación, de un nivel impactante.
Intentar jugar a analizar el comportamiento del Vivaldi reproduciendo cada una de las franjas de frecuencias, resulta poco menos que innecesario, pues en todas ellas roza la perfección y globalmente se relacionan con total equilibrio y armonía. Es un espectáculo escuchar la profundidad del grave de un conjunto de cuerdas donde predominan chelos y contrabajos, con unos matices llenos de riqueza y a su vez con un peso demoledor, mientras de fondo somos capaces de apreciar las notas de un clave, con una limpieza y transparencia únicas. Ninguna nota enturbia o ensombrece a otra, todo fluye sin estrés ni congestión, pero con un realismo sobrecogedor. No existe en su lenguaje sonoro exageraciones, ni énfasis en ciertas frecuencias que intenten llamar nuestra atención, sólo encontraremos naturalidad y un agrado de escucha máximo.