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Sónicamente

Una vez desembalados ambos componentes, perfectamente presentados en doble caja de cartón y acolchados con espuma de polietileno, lo que más me sorprende es el mimo que la marca impregna a todos sus productos, dado que van bien acompañados de un sobre con su manual en inglés, las mediciones individuales elaboradas por un tester en una hoja de inspección debidamente firmada y un pequeño pergamino a modo de certificado de procedencia con el número de serie firmado y sellado por el mismo tester.

Dándome un repaso rápido al manual me fijo en cuáles son los valores de impedancia de entrada óptimos para mi sistema en el GE-1 –100kohms– así como la carga recomendada para el SFz en la dos cápsulas de origen japonés que dispongo para poder hacer el análisis –ambas con 1,5ohms–, por un lado la “rojita” Koetsu Urushi Vermillion cuya impedancia interna son 5ohms y por otro la “blanquita” Lyra Skala cuya impedancia interna son 5,4ohms.

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Si bien Xu Bing, de Ars Antiqua Audio, me había anticipado que el producto ya venía con cierto rodaje, lo dejé en el equipo sin ningún ánimo de escucha seria sonando durante algo más de una semana. Pasado este tiempo empecé ya a tomar mis primeras notas y obtener mis primeras impresiones.

Lo primero y que más sorprende del sonido que ofrece este tándem es el absoluto y escrupuloso tratamiento del silencio y de la excelsa proyección de la microinformación. La verdad es que su silencio personalmente me sobrecogió, especialmente en aquellos pasajes musicales más dramáticos de algunos Requiems, como por ejemplo los de Fauré o Cherubini. La experiencia me dice que normalmente este tipo de cualidad la ofrecen aquellos componentes donde la sección de alimentación ha sido tratada con mimo y precisión y por ende no tengo duda de que tiene gran parte de culpa. A lo largo de mi vida he podido leer a algunos colegas de revistas norteamericanas que esta cualidad puede ser contraproducente si llama especialmente la atención, pues de algún modo despista y le saca a uno del momento musical, en mi caso no puedo estar más en desacuerdo dado que me parece mucho más afín a lo que ocurre en la realidad. Quizá podrá ser más natural y coherente que sea una cualidad que pase desapercibida, pero cuando la microinformación fluye desde tal fondo negro o “blackness background” lo agradezco sobremanera, me sobrecoge y me enchufa más si cabe en el momento musical.

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Tal riqueza en la microinformación viene de la mano de una excelente respuesta microdinámica que te permite perderte en las diferentes melodías. Así claramente cada voz, cada instrumento… tiene su espacio dentro de la escena, perfectamente diferenciados unos de otros, capaces de generar al unísono toda su tridimensionalidad, corporeidad y sus matices de modo perfectamente diseccionado. Es curioso pues siempre que he podido escuchar tal grado de análisis ha sido relacionado con componentes de corte frío y mucha liquidez, pero que carecen de una coherencia tímbrica y entidad como para poder creerme lo que estoy escuchando. En el caso de Kondo esa liquidez, ese tratamiento profundo y diseccionando de la microinformación está absolutamente acompasado por un timbre exquisito, ligeramente cálido y muy, muy adictivo. Este Kondo me está haciendo disfrutar de lo lindo, ¡qué cantidad de harmónicos, qué sostenidos en las notas, qué deliciosos y marcados decays…!

 

Escénicamente me sorprende la precisión focal que ofrece este amplificador de fono, no hay ningún tipo de inestabilidad escénica. Es ahora cuando recuerdo que para Kondo San este aspecto es uno de los factores claves del éxito de sus productos. La precisa estabilidad aporta grandes dosis de credibilidad y presencia, acompañada por una altura y anchura excelentes. En ningún caso tengo la sensación de estar ante un sistema con escena 4:3, la imagen es panorámica, ancha, alta, con los tamaños adecuados para cada tipo de sonido y ocupa todo el frontal de mi habitación. Quizá uno de los puntos que me han sorprendido escénicamente es que no es un producto que aporte peculiar impacto sónico, los pasajes más dinámicos y contrastados se resuelven de modo elegante, sin esteroides… quizá algo más de mala leche no hubiera venido mal, aunque sí que es cierto que muchos aficionados no es este un factor que tengan en especial valoración, máxime porque bajo mi punto de vista este tipo de presentación escénica no persigue dejarte despeinado en el sofá, busca una interacción entre el oyente y el sonido que produzca que sea él mismo el que tenga que bucear hacia la escena y no al revés.

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La transparencia con cualquier tipo de género musical es absoluta, desde la música intimista hasta el heavy metal, pasando por ópera, sinfónica, cámara, pop o rock, el tándem de Kondo resuelve de un modo total y, como he indicado más arriba, es indiferente al SPL que estemos escuchando el sistema. La cantidad de harmónicos, matices, texturas y riqueza en el sonido es tal que en muchos casos os permitirá, como a mí, vislumbrar las cotas de musicalidad que vuestra cápsula sea capaz de aportar.

Es posiblemente porque las cápsulas Lyra se llevan mejor con amplificadores de corriente como el que dispongo en el equipo –LFD MC-2 SE–, que ha sido con la Koetsu Urushi Vermillion con la que más he podido disfrutar y sacar partido de esta amplificación. Como dice un buen amigo el sistema analógico de las tres Ks –entiéndase Koetsu, Kuzma y Kondo–. Y es que en comparación con el sonido que habitualmente tengo con la Koetsu me he encontrado pura y absoluta magia delante de mí, chorros de musicalidad envuelta en seda digno de los equipos más esquisitos que haya podido escuchar hasta el momento.

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El tratamiento del medio grave, grave y extremo grave es sumamente articulado y coherente con el resto de frecuencias, sin duda estamos hablando de un sonido absolutamente equilibrado que no opta por ninguna tendencia que haga que funcione mejor con un tipo de cajas que con otras, o con un tipo de música respecto de otro. Equilibrio y fluidez son las palabras que mejor definiría para esta sección.

Finalmente destacaré un hito que me ha cautivado dado que no es nada fácil conseguirlo y que sea tan evidente en mi sistema: se trata de la percepción de los diferentes planos sonoros. Con el tándem GE-1/SFz mis Wilson Audio directamente desaparecen de la ecuación y toda mi sala se convierte en el epicentro de un gran concierto, con todos los personajes perfectamente ubicados dentro de la ecuación musical y donde para el oyente es sumamente fácil formar parte del todo, fluyendo la interacción entre el oyente y la música. Uno se olvida por completo que está escuchando un equipo de música.

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