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El conjunto admite brazos de todo tipo, anclados a un pesado bloque de aluminio que aporta un plus de estabilidad. Una novedad importante que dota al modelo de un aire clásico es la cubierta abatible que cubre todo el conjunto, especialmente construida para evitar las vibraciones. Como es habitual en Kuzma, contamos con una fuente de alimentación externa que permite el ajuste de las distintas velocidades, pero en esta ocasión la estructura exterior del plato también cuenta con un pulsador de encendido y, por si eso fuera poco, contamos con mando a distancia. Quisiera hacer una aclaración al respecto pues mucha gente se preguntará para que necesita un plato tres puntos de encendido, en primer lugar diré que el pulsador del chasis es muy práctico, ya que la mayoría de usuarios situamos la fuente de alimentación en el suelo, otro tema es el del mando a distancia, pero piensen en la siguiente situación: estas  pensando en disfrutar uno de esos discos que tanto te gustan, uno con un inicio espectacular; colocas el disco, dejas caer la aguja, sales corriendo, apagas la luz y rápidamente te sientas en tu sillón, que ha pasado??? Pues que en la mayoría de los casos la música ha comenzado antes de sentarte. Con el “M” sigues los mismos pasos pero sin prisas, la aguja cae sobre el disco parado, ahora estás sentado, respiras profundamente, la das al mando, cierras los ojos y en tres segundos oyes los primeros compases del concierto.

A la búsqueda de un programa digno de nuestro anfitrión

Pero de nada sirven los mejores datos técnicos si el producto finalmente no posee la capacidad de emocionarnos. Ya les adelanto que el “M” no decepciona, pero dejemos ahora al instrumento y pasemos a lo realmente importante, la música. Y es que un producto de la calidad del Stabi M no merece menos que una cuidada selección de los mejores vinilos.

Mi primera elección es una pieza para piano perteneciente al repertorio nacional, “Noche en los jardines de España” del maestro Falla y para la ocasión he elegido la magnífica reedición que Alto Records realizara del EMI ASD 545, una joya de 1963 interpretada por Gonzalo Soriano y Rafael Frühbeck de Burgos dirigiendo a la Orquesta del Conservatorio de París. Este es un claro ejemplo de grabación modelo; existen varias versiones de esta obra que merecen los máximos elogios, empezando por la que el mismo pianista realizara con Ataulfo Argenta años antes o la que registrara el director veinte años después acompañando a Alicia de Larrocha. Todas son fantásticas, pero este disco tiene algo mágico, brillante interpretación por ambas partes e inmejorable toma de sonido.

 

Prepárense pues el nuevo Kuzma no va a dejar que escape ni un solo detalle, el posicionamiento de los instrumentos es palpable, la escena sonora está claramente definida en todos sus detalles y, créanme, en ello tiene mucho que decir el plato. El piano destaca desde el primer momento con un sonido luminoso, ingeniosos juegos rítmicos marcan esta pieza en la que el pianista mantiene un diálogo permanente con el resto de instrumentos. Muy destacable la parte baja del instrumento, profunda pero contenida, mientras que las notas más agudas brillan en mil colores. El “M” nos ofrece una tímbrica deslumbrante, con gran cantidad de armónicos, y una claridad en la restitución de la prestación orquestal verdaderamente encomiable.

Para demostrar las virtudes del “M” con la cuerda he seleccionado la obra de un compositor más conocido por sus óperas que por la música instrumental, me refiero a Gioacchino Rossini y a sus “Seis sonatas a quattro” para dos violines, violonchelo y contrabajo. La versión elegida es la registrada por PHILIPS en 1979 por Salvatore Accardo, un verdadero virtuoso de la cuerda que nos ha legado esta excelente versión, dos vinilos difíciles de encontrar que pueden compararse con los mejores audiófilos del momento. Al principio pensé en seleccionar algunos momentos clave, pero lo cierto es que el “M” reproduce tan cálidamente el sonido de la cuerda que difícilmente puedes dejar de oír. El violín de Accardo es exquisito, de una finura inigualable, su destreza roza el delirio, él es el verdadero genio de esta interpretación, aunque he de reconocer que el chelo tiene algunas intervenciones en solitario que merecen los mayores elogios. Nuestro anfitrión realza la presencia de los instrumentos y ofrece una textura carnosa que dota a la cuerda de un realismo digno del directo. La cuerda se muestra vibrante y sensual a lo largo de toda la grabación, el contrabajo posee una parte baja perfectamente ajustada que sirve de arrope a todo el conjunto. La tímbrica es  exacta sin coloración, la ubicación de los instrumentos perfectamente visible, nunca quedan solapados, sino que cada uno ocupa su espacio ofreciendo cuatro focos de emisión claramente distinguibles. No se me ofusquen si no encuentran estos vinilos, compren la versión de Marriner y sus chicos de la Academy of St. Martin-in-the-Fields para DECCA y no quedarán defraudados.

En el apartado orquestal la elección recae en la espléndida edición que Speakers Corner reeditara del Peer Gynt de Grieg  dirigido por Fjeldstad, el SXL-2012 de DECCA una joya de 1958 que nos viene como anillo al dedo para demostrar las virtudes del  Kuzma en lo que a la dinámica y  al control de graves se refiere. Todo este disco es magnífico, pero déjenme elegir dos momentos claves. En primer lugar “Morning Mood” la más conocida melodía del Peer Gynt: la flauta entona el tema principal, le sucede el oboe en la exposición, ambos arropados por las cuerdas que van subiendo de intensidad hasta que la orquesta al completo retoma el tema llegando al punto de mayor intensidad emocional, que bella melodía. El “M” nos ofrece un viento con una textura excelente, la cuerda parece respirar, existe diferenciación, no suena amontonado, pues se simulan unas secciones muy extendidas que ocupan toda la escena sonora; pero eso no es todo, porque tras la cuerda aparecen un sinfín de detalles, el fagot, la trompa, el clarinete… todos adquieren su justo protagonismo ofreciendo un sonido de gran coherencia.

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