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Todos guardamos en algún rincón de nuestro corazoncito, alguna marca por la que sentimos un cariño especial. Puede que sea la de aquel equipo que nuestro padre compró para casa cuando éramos pequeños y nos acompañó en nuestra adolescencia. O tal vez la del primer sistema serio que adquirimos con nuestros primeros ingresos y que nos introdujo en el maravilloso mundo de la alta fidelidad. Para mí Luxman es una de esas marcas “especiales”.

Desde pequeño siempre tuve interés por los aparatos capaces de reproducir música –en aquellos tiempos la palabra alta fidelidad no tenía sentido para mí–, pero es que en aquellos años ya lejanos, casi todos sentíamos esa misma fascinación –por Dios cómo hemos podido empeorar tanto esta situación–. En casi todos los domicilios había un hueco para la televisión y el equipo de música, fuera del nivel que fuera, pues eso no era lo más importante, por encima estaba la gana de disfrutar de la música de manera digna. Todos los amigos nos prestábamos música, grabaciones y sentíamos curiosidad y deseo por los equipos de nuestros amigos si eran mejores que los nuestros. Y disfrutábamos tanto…

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Pues bien, una cuidad pequeña como Granada no ofrecía entonces –y mucho menos ahora, pues no existe ningún establecimiento dedicado a la alta fidelidad–, una variedad excesiva de productos y marcas para adquirir –y no olvidemos aunque alguno no se lo crea que Internet no había nacido–. Pero entre la oferta existente Luxman llamaba poderosamente mi atención, con unos acabados que rezumaban calidad a raudales. Era mi sueño imposible por aquel entonces –yo en casa disfrutaba de un sistema de sonido Philips de bastante nivel por entonces, que mi padre pudo adquirir y traerse de Ceuta cuando eso era un chollo–.
Muchos años después, cuando mi entonces novia y ahora mujer, necesitó un sistema de sonido para completar sus estudios de música, aconsejada por mí terminó adquiriendo un conjunto Luxman –amplificador integrado y reproductor de CD–, que aunque no correspondía ya a la mejor etapa de la compañía –eso no lo sabía entonces–, funcionó sin problemas muchos años y aún lo conservamos.

Gratos recuerdos y vivencias que volvieron a mi cabeza de nuevo cuando el distribuidor de la firma en nuestro país, Ultimate Audio, me propuso realizar la revisión del amplificador integrado modelo L-590AX II.

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Típico diseño japonés

Dentro de un robusto embalaje formado por triple caja de grueso cartón, este imponente integrado es capaz de dejar boquiabierto a cualquier aficionado que lo vea cara a cara. Cuenta con una estética seductoramente clásica, prácticamente un reflejo de sus modelos antiguos, con ese inconfundible y amarillento doble vúmeter de cristal en su frontal, sello de la casa desde que Luxman los introdujo en sus productos a mediados de los años 90. A ambos lados de él encontramos dos selectores de gran tamaño, el de la izquierda para escoger entrada y el derecho para controlar el nivel de volumen deseado. Debajo y en una fila inferior, más selectores que controlan la entrada de fono permitiendo escoger entre cápsulas MM y MC, así como otros de gran utilidad aunque “en teoría” menos puristas ajustes de frecuencias bajas, agudas y un ajuste de balance. ¿Concesión a la nostalgia de tiempos pasados donde eran frecuentes en casi todos los aparatos o realmente creen en su utilidad y en la capacidad de personalizar el sonido que ofrecen al asuario? De cualquier manera, mediante el botón Line Straight es posible eliminar el paso de la señal por ellos y escuchar música de manera más directa. En la parte inferior derecha finalmente encontramos un botón que permite independizar la sección de previo y la de amplificación, lo que permite conectar otro previo de mayor entidad y utilizar el L-590AX como etapa de potencia, y una entrada de auriculares.

Su tamaño es considerable, pero su peso es lo que realmente impresiona y advierte el tipo de amplificación que tenemos delante –30 kilos netos–. Choca a simple vista no ver ningún disipador de refrigeración exterior, cuando hablamos de amplificación 100% en clase A, y no es que no los tenga, sino que éstos están ocultos tras una estructura exterior de aluminio, que consigue que su estética sea más acertada y que no corramos el riesgo de “quemarnos” nuestras manos si lo tocamos. Para asegurarse de una óptima refrigeración, en la parte superior dispone de dos grandes “ventanas” tapadas con unas rejillas de material plástico, por las que circula verticalmente el aire caliente generado de manera masiva. Funcionan como dos auténticas chimeneas y su resultado es perfecto.

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Es fácil y diría yo inevitable, relacionar mentalmente dos gigantes de la electrónica japonesa, convertidos ambos en clásicos de la alta fidelidad, como son Luxman y Accuphase. La estética y diseño, tanto exterior como interior son muy similares, y repasando los catálogos de ambas firmas, parece que se dediquen a presentar aparatos muy parecidos incluso en características técnicas, y que por tanto se encuentren en dura pugna por la misma franja de mercado. No he tenido la oportunidad de probar un Accuphase en pura clase A de potencia similar a nuestro protagonista, para poder describir semejanzas y diferencias –aunque fuera de memoria y a grandes rasgos–. Amplificadores en clase AB sí recuerdo haber escuchado alguno –aunque lamentablemente no el modelo–, y la sensación que permanece en mi cerebro es de tener un sonido más analítico que el que presenta este Luxman, que goza de una gran musicalidad. Aunque de su sonido hablaremos después.

Su construcción interna es fabulosa, con ese orden y pulcritud que los fabricantes japoneses han adoptado como “su manera ya tradicional de fabricar”. Como peculiaridades técnicas destacables en su diseño encontramos:

  • Su nuevo control de volumen Lecua 1000, que es la integración de un circuito de amplificación con un atenuador de alta precisión, eléctricamente controlados por resistencias fijas.
  • El circuito de realimentación del amplificador ha adquirido una alta velocidad de conmutación y un ultra profundo ancho de banda para eliminar en dicha realimentación solo la distorsión generada durante la amplificación.
  • 3 estructuras paralelas push-pull de transistores bipolares.
  • Circuito de la fuente de alimentación de alta inercia, separado para los canales R y L, que combina una gran capacidad del transformador de potencia de tipo El-core, con 8 bloques de condensadores de 10000 uF.
  • Equipado con grandes relés de altavoces en dos estructuras paralelas, con un valor de baja resistencia para reducir la impedancia de la línea de salida de los altavoces.

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Sonido a la altura de lo esperado

Si el sonido de este integrado de Luxman no me hubiese agradado, pasaría a engrosar y quizás liderar la lista de realizaciones que han supuesto para mí una gran decepción en los años que llevo de afición. Y digo liderar pues eran tan grandes las ganas que tenía de evaluar un producto Luxman, que mis expectativas sin quererlo eran igualmente altas. Pues bien, no solo no me ha decepcionado, sino que ha aumentado en mí la curiosidad por poder escuchar debidamente en el futuro un conjunto de previo y etapa-s de la firma japonesa.

Entre los amplificadores integrados que he podido escuchar en mi domicilio, guardo un grato recuerdo del modelo CTH-8550 de la suiza DartZeel. Su suavidad, delicadeza, tímbrica y su potencia suficiente de 200W por canal, lo convertían en un aparato apto para casi cualquier sistema, independientemente de su nivel. Este Luxman L-590AX II se acerca de manera casi ofensiva a las mejores cualidades del suizo y le supera de manera también holgada en algunas otras. Y digo ofensiva por la diferencia tan elevada de PVP que existe entre ambos aparatos, costando el suizo más del doble que el japonés.

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¿En que supera este Luxman al amplificador suizo? Pues aunque para algunos pueda resultar increíble, en la impresión subjetiva de potencia disponible y el la dinámica fabulosa que este amplificador integrado ostenta. Los 30W en clase A del L-590 AX II pueden conseguir que el DartZeel con sus 200W se sonroje –aunque pensándolo bien ya es bastante rojo–. Pero no seamos demasiado duros con el suizo, porque comparándolo en este mismo aspecto con mis monofónicas Ypsilon Aelius, también con 200W –los 60W primeros en clase A–, tampoco resulta perdedor. En este caso podríamos hablar de un empate técnico, y seguramente serían necesarias unas cajas acústicas menos sensibles que las que utilizo, para que se notasen más claramente las diferencias. De cualquier manera el Luxman es un amplificador integrado capaz de enfrentarse sin temor a la gran mayoría de las cajas acústicas del mercado, con solvencia, y una gran contundencia y pegada en las frecuencias graves, controlando a la perfección los drivers de nuestras cajas.

Pero no solo de músculo presume este gran integrado. Su personalidad y carácter, podría de manera un tanto atrevida, sintetizarlo diciendo que es un poco más cálido de la neutralidad absoluta. Dicho de otra manera, es natural y fiel, permitiéndose la licencia de darle una pincelada de color a la música, que la hace seductora, y más disfrutable para la mayor parte de los aficionados. Lo cierto es que gran parte de la comunidad audiófila tiene la tendencia de rechazar los productos que colorean las grabaciones que escuchamos, ¡ojo que no la realidad! que no sabemos cual era con exactitud. ¿Cuándo escuchamos un saxo sabemos qué timbre exacto debe tener, sin saber qué boquilla es la empleada, o qué lengüeta, o cómo era el mismo saxo? ¿Por qué no nos planteamos que una ligera y bien empleada cálida coloración, puede compensar “el enfriamiento” en el sonido que conlleva un proceso de grabación e incluso de digitalización? No rechacemos ningún carácter sonoro que no esté claramente descompensado, y menos cuando está tan bien utilizado como en este amplificador.

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El agrado al acto de escuchar música que otorga el timbre del Luxman es muy importante. La música se degusta sin esfuerzo, con pasión y manteniendo todos nuestros sentidos centrados en ella. Es un placer escuchar y devorar disco tras disco, demostrando una compatibilidad total con todo tipo de géneros musicales. Y si tenemos en nuestra discoteca alguna de las llamadas grabaciones imposibles, siempre podemos recurrir la socorrido control de frecuencias agudas y graves que posee, y que ante casos extremos puede ayudarnos a disfrutar de aquellas que de otra manera sería imposible. Y hablo de casos extremos con intención, porque el L-590 AX II a mi parecer suena mejor con el botón de line straight pulsado. Cuando hice uso de los ajustes de graves y agudos, para comprobar su funcionamiento, el resultado fue magnífico, cumpliendo su labor a la perfección, pues discos grabados con un exceso de graves alarmante, pude escucharlos y disfrutarlos. Para estos casos es para los que se implementan estas funciones en el aparato. En cambio para el resto de grabaciones, con la función line straight activa el sonido es ligeramente más limpio, transparente y con un timbre más exacto y por tanto real.

Es muy fácil apreciar con facilidad estas sutiles variaciones en el sonido, cuando tenemos entre manos un integrado con tan elevada transparencia como este. Esto lo convierte especialmente agradecido con la calidad de las fuentes que se le conecten y también castiga cualquier punto débil en el sistema. Pero cuando tenemos estos factores de nuestra parte, el resultado obtenido con este bello amplificador es de gran calidad, atreviéndome a asegurar que difícilmente un comprador pueda verde defraudado con su adquisición.

El Luxman L-590AXII es muy generoso en sus prestaciones, la escena sonora que nos propone es francamente grande, y unido a su generosa dinámica y pegada, consigue recrear con facilidad y credibilidad cualquier acontecimiento musical. Esto se ve reafirmado por la ausencia de timidez en ningún rango de frecuencias, pero tampoco dureza ni excesos que persigan un sonido espectacular. Los agudos son extendidos y detallados, al igual que las frecuencias graves que tienen la suficiente rapidez y control para permitir que la música fluya con un gran sentido del ritmo. La vital franja media no se queda atrás, favorecido por ese carácter natural y neutro que comentamos antes, pero con esa refinada pincelada de riqueza y color en el timbre que la clase A de calidad aporta.

Conclusiones

El L-590AXII es un amplificador integrado magnífico, que como cualidades fundamentales muestra un sonido equilibrado y de gran transparencia. Puede presumir de una naturalidad muy alta, y una tímbrica real y ligeramente cálida. Sus aprovechables 30W de potencia por canal, que parecen más cuando se exige que lo demuestren, están repletos de dinámica y control.

Su sentido práctico es inigualable, con sus opciones de ajustes, controles de tono, previo de fono incorporado e incluso amplificador de auriculares, lo convierten en una opción ganadora si la versatilidad es una de las cualidades que valoramos.

Este integrado de Luxman es una compra maestra para quien desee disfrutar de una instalación sencilla y no requiera de una potencia de salida realmente alta. Su PVP se me antoja bastante ajustado para lo mucho que ofrece y para encontrar un mejor sonido, debemos mirar a marcas de referencia con precios que incluso tripliquen al de este amplificador japonés. Para cualquier aficionado es una apuesta segura, merece una audición en profundidad.

Luxman L-590AXII – 8200€

Distribuyen Ultimate Audio, QLASE A y AudioElite

EQUIPO UTILIZADO

Amplificación

  • Preamplificador Ypsilon PST-100 MKII
  • Etapas monofónicas Ypsilon Aelius

Cajas acústicas

  • Sonus faber Stradivari Homage

Fuentes

  • DAC Nagra HD
  • Transporte MBL 1621A

Cables

  • Interconexión Stealth Audio Sakra
  • Digital Stealth Varidig Sextet
  • Altavoz Stealth Dream V10
  • Corriente Okutsu Denko Prestage, Okutsu Denko Extreme

Accesorios

  • Vibex Granada, Acoustic Revive RR-77, Vibex Stands y Vibex Pies de Résistance

 

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