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La Fórmula Stewart Tyler

En 1973 vería la luz Aladdin Sane, sexto larga duración firmado por David Bowie. También en 1973, Julian Vereker e Ivor Tiefrenbun jugarían un papel clave en la concepción y evolución de una de las industrias hi-fi más populares y con mayor peso específico de cuantas han visto la luz. La única que llegó a adquirir los visos de una auténtica escena y la primera que habló de música frente a las interminables especificaciones técnicas de la competencia. Hablamos de la venerada industria del hi-fi británico.

En 1973, Stewart Tyler fundaría Celef, empresa madre a posteriori de una de las marcas con más pedigrí en el ámbito de la electroacústica hi-end. Hablamos de ProAc. Tyler comenzaría a diseñar sus primeras cajas acústicas utilizando los célebres altavoces fabricados por Celestion y KEF, de ahí la razón del nombre escogido por Tyler para su empresa. Sus diseños iniciales no solo levantarían la expectación de comercios especializados a nivel local, sino que despertarían el interés de entornos relacionados con la “cocina” de la industria discográfica, es decir, con los estudios de grabación. Para entonces el efecto bola de nieve entre personajes respetados en la todavía incipiente industria británica haría el resto. Cabe recordar, por terminar de contextualizar el escenario en el que se produce el desarrollo histórico que nos ocupa, que de forma simultánea tendría lugar la explosión de otro pilar a la postre del Hi-Fi británico, cuya repercusión sigue hoy sacudiendo los cimientos de la industria a nivel mundial, me refiero a los diseños salidos del departamento de investigación de la BBC… eran tiempos por ejemplo de los famosos minimonitores LS3/5a desarrollados para las unidades móviles de la época y sus escuchas en riguroso campo cercano. Con esto vengo a situar a Stewart Tyler “en la pomada”, en el Big Bang del núcleo duro del Hi-Fi británico.

Ya en 1979, Celef Audio International Ltd, con sede en Brackley UK, decide referenciar sus modelos bajo la marca ProAc, abreviación de Profesional Acoustic. En esta ocasión, la decisión de nombrar así a este nuevo sello firmado por Stewart Tyler, dista mucho de ser un simple juego de palabras sino que encierra toda una declaración de intenciones que desgranaremos en el transcurso de esta exposición. 

Ha llovido mucho desde entonces. Cambios drásticos en los hábitos de consumo derivados de la meteórica carrera tecnológica han terminado por dibujar un nuevo escenario en la industria discográfica, Hi-fi… y por supuesto en todos los órdenes de la vida. Sin embargo, ProAc sigue jugando un importante papel en el ecosistema de la alta fidelidad sin tener por ello que renunciar a su marcado carácter artesanal, la evangelización del principio KISS –keep it simple, stupid–, la estructura empresarial y proceso de fabricación controlados por varios miembros familiares y por supuesto, la vigencia de la fórmula Stewart Tyler.

El efecto Tablette y la magia del número 10

No he dormido bien, mejor dicho, no he descansado las horas que debiera. La razón no es otra que la confirmación por parte de Hifilive del envío de las ProAc Tablette Ten Signature. Me he acostado tarde pretendiendo adelantar el tedioso trabajo de un primer acercamiento al cálculo modal de la sala, y por tanto, al dictado de la misma para establecer una mejor interacción de las cajas y obtener así una lectura lo más objetiva posible de las prestaciones que encierran estas cajas acústicas. No importa, me acuesto tarde pero feliz… como el niño que espera recoger los regalos el día de Reyes.

También debo decir que la recepción de las Ten Signature no es casualidad. Quienes me conocen saben que soy un amante confeso de los minimonitores británicos, sobre todo de aquellos estrechamente relacionados con el reducido contexto británico conocido como “flatearth”. Contexto Hi-Fi que, resumiendo mucho, se caracteriza por su alto factor PRAT –peace or pitch, rythm and time– además de por situar el foco sobre el mensaje, no sobre el “músico».  A esta nueva generación de las Tablette, nada más y nada menos que la décima, les venía siguiendo la pista de una forma muy estrecha. Por si fuera poco, estas nuevas Tablette son el primer diseño de caja infinita de cuantas han visto la luz a lo largo de cuatro décadas, bajo dimensiones exactas a las del minimonitor BBC LS3/5a… demasiados guiños como para dejar pasar la oportunidad de tenerlas delante.

Las Tablette, en todas sus versiones anteriores hasta la fecha, reunían la particularidad de ser diseños que implementaban puertos bass reflex. En el transcurso de la evolución de sus distintas versiones se ha variado continuamente el diseño original, producto de la implementación de mejores componentes, así como de distintos puntos de vista sobre el boceto inicial, con la intención de elevar unas prestaciones que de forma histórica han estado asociadas a un balance tonal con visos claramente musicales, dirigido a aquellos que podían presumir tanto de ser un respetado melómano a la par de un buen audiófilo. Conocidas son las descargas de diversión, rapidez, dinámica, agilidad, timbre… pero sobre todo por incentivar el ánimo siempre expeditivo de un buen amante de la música en su intención por explorar nuevos horizontes musicales.

Con las Tablette Ten, nos  encontramos ante un paréntesis, ante un inciso en el desarrollo de la exitosa leyenda de las Tablette. No se trata de una evolución, no se trata de una “versión más”. Partimos ya de inicio sobre un diseño infinito, caja cerrada. Cabe recordar que la versión inmediatamente anterior atesoraba la etiqueta de “anniversary”, bala que siempre se guarda en la recamara un fabricante para dar entidad, y poner el colofón, a uno de sus modelos bandera. En esta ocasión, se reúnen varios condicionantes, que además no pueden dotar de mayor halo de interés al hecho de portar la mágica cifra del “diez”.  Estamos ante un reto firmado por Stewart Tyler, en su intención por mostrar el sello Tablette en las dimensiones LS3/5a y sus cinco litros de recinto. ¿Puedes conseguir un mayor foco de interés sobre una versión posterior a la señalada como Anniversary? Sí, Stewart Tyler y ProAc lo han conseguido conmigo… sin echar el balón a rodar todavía.

 

ProAc Tablette Ten Signature

A media mañana recibo la noticia de que el “paquete” que esperaba ya se encuentra esperándome. El día se me hace largo, solo pienso en que llegue el momento en el que por fin pueda enfrentarme al placer de desprecintar algo sobre lo que llevas mucho investigando. Hace tiempo que dejé de ser alguien que se define como un “audiófilo” sin más. El camino ha sido largo, pero no cambiaría nada de lo vivido hasta poder conformar mi propio criterio sobre unas bases cuya solidez están directamente relacionadas con lo tortuoso del camino. Esto me ha permitido acabar derribando el muro que muchas veces separa la afición del Hi-Fi del propio placer por escuchar música.  Todo esto viene porque, desde hace mucho tiempo, para que algún producto despierte en mí un verdadero interés e ilusión por conocerlo, hace falta más que detalles superficiales relacionados con su simple precio de venta al público, el anuncio del uso de determinados materiales que se suponen son el último grito, etc. Necesito alimentar mi curiosidad con aspectos que acaban por dibujar ante mí no solo un simple producto más, sino uno que me resulte tan especial como la propia música, lleno de significados complementarios a la vez que diferenciadores, algo con lo que impregnar del romanticismo implícito en la propia música al sistema de audio. Mi condición de mitómano confeso puede que haga el resto.

El tamaño compacto del embalaje ya de inicio me trae buenas sensaciones, pues mi afición por los minimonitores, repito, es casi enfermiza. Directamente me acuerdo de aquellos días en los que desprecinté mis queridas Dynaudio Contour 1.1, Harbeth Monitor 20, Russell K RED50 o Stirling LS3/5a V2 entre otras. Debo decir también que el peso específico de las cajas, una vez que las coges, es elevado, también la calidad y solidez percibida, así como el innegable buen gusto de su acabado. La sensación es de estar ante un “juguete” muy serio. No me sorprende el tamaño mínimo de las cajas, pues ya digo que soy aficionado a este tipo de propuestas. 

Estamos ante un gabinete cuyas dimensiones recogen valores de 16 centímetros de profundidad, 19.5 de ancho y 30.4 de alto.  El material utilizado es tablero de fibra de alta densidad (HDF) cuyo espesor es deliberadamente delgado, tan solo 12 milímetros. Las proporciones son exactamente las de las míticas LS3/5a: es imposible no acordarte de ellas, no solo por eso sino también por la tapa cubre polvos que, montada sobre las ProAc Tablette Ten Signature, y vistas de frente, dejan a la vista un estudiado efecto visual de marco de madera al estilo LS3/5a. La trasera luce los ya característicos, pero no por ello menos sorprendentes por su calidad, funcionalidad  y “presencia”, bornes facturados por Michell Engineering. Para ser más exactos dos parejas de bornes que permiten el bi-cableado o la bi-amplificación. Los puentes ofrecidos para su utilización en monocableado son también las características varillas metálicas utilizadas por ProAc. Sobre estos bornes tenemos una leyenda impresa que nos recuerda su impedancia nominal de 10 ohms y la potencia recomendada para su amplificación, entre 10 y 50 vatios, lo que nos recuerda la posibilidad innata de las ProAc para declararse como diseños tube amp friendly. Esto último se entiende mejor, en el caso que nos ocupa, si citamos que la curva de impedancia recoge valores mínimos de 5,20 ohms a unos cómodos 250Hz y un máximo de 20ohm sobre 850Hz. En la parte trasera también nos encontramos con un pequeño adhesivo dorado con la firma de Steward Tyler que nos recuerda que estamos ante la versión más exclusiva de las Tablette 10, es decir las Tablette 10 Signature, versión anunciada por la marca a principios de 2018. Modelo este último que viene a alimentar la fiebre, casi desmedida, ocasionada por su versión “normal” en los dos años que lleva en el mercado.

Una vez posadas sobre los que serán sus soportes durante el transcurso de mi experiencia con ellas, llega el momento de retirar la tapa frontal. Frontal limpio y elegante. Se nota que en su estética visual va implícita la intención por presumir de su pertenencia a la vieja escuela británica más ortodoxa. Diseño clásico de dos vías presidido por un tweeter de seda Scan Speak 1”, presente en numerosos modelos de la firma, y un midwoofer de “papel dopado” a medida, firmado por la noruega SEAS y con un exclusivo sistema de imanes destinados a maximizar la efectividad del midwoofer, operando en un diseño de caja sellada como el de estas Tablette. Precisamente si hablamos de este midwoofer presente en la versión Signature, automáticamente estamos hablando de las diferencias principales respecto a la versión normal de las Tablette Ten, además distintas variaciones en el crossover para terminar de adaptarlo a estas Signature.

Primera toma de contacto

Instaladas ya sobre los soportes, de forma totalmente paralela, sin ningún tipo de ángulo hacia el punto de escucha, con una separación entre tweeters de 2,20m y una distancia a la pared frontal de 29cms, empiezan a sonar en mi sala actual de unos 15m2, aunque con un techo sensiblemente por encima de los 3m, por lo que el volumen en metros cúbicos de esta sala está por encima de lo estilado en las salas de 15m2 de hoy en día. Se encuentran radiando hacia el lado más estrecho de la sala, así que el punto de escucha queda dispuesto a 2,90m. Para terminar de contextualizar el entorno donde tiene lugar el transcurso de la prueba, debo comentar que la sala está libre de tratamiento acústico específico que no sea el propio de una sala doméstica, con presencia de estanterías repletas de libros y discos de vinilo, a excepción de un área de 1 m2 con difusión bidimensional de recinto cuadrático instalada en la parte central de la pared trasera.

Estreno las flamantes Tablette Ten Signature, y seguramente es la primera vez que hago esto, con cualquier producto al que me enfrento por primera vez, en más de dos décadas de afición en este apasionante mundo de la Alta Fidelidad, con un sintonizador Cyrus Two, un “abuelo” de la primera mitad de la década de los 80, y cedido por un buen amigo. Un “señor” sintonizador salido del país con más tradición por el broadcast, aspecto este último en el que buena parte de culpa seguramente tiene la constancia, empeño y labor divulgativa impartida por  la British Broadcasting Corporation, es decir, la BBC. Casualmente esa misma mañana lo había dejado sintonizado en RN5 (Noticias) y así comenzó todo. Perplejo asisto a una reproducción absolutamente orgánica de la voz, llena de inflexión, a través de un ejercicio de acentuación y entonación que dotan a ese momento de un alto componente expresivo. Esta casualidad ya me pone en alerta sobre el potencial de lo que tengo delante. Evidentemente no voy a lanzar las campanas al vuelo, pero mi borrador recoge de forma efusiva y subrayada este momento.

Pasada la sorpresa inicial, rápidamente se me viene a la cabeza el primer disco que quiero hacer sonar con ellas. Introduzco en mi incombustible lector Densen B400XS el “Wait a minute” de James Tylor Quartet. Las impresiones vuelven a desatar una auténtica batería de anotaciones en mi libreta de apuntes. Los primeros segundos del primer corte ya me invitan a pensar que me voy a divertir muchísimo en los próximos días probando estas pequeñas ProAc. Ese parche de la caja de la batería, ese charles, con una sensación de ritmo evidente, librando a la reproducción de cualquier sensación de esfuerzo, lo inmenso de la imagen proyectada, una capacidad innata para el ataque y su autosuficiencia para dotar de componente expresivo al mensaje, a través de su facilidad para exhibir cualquier acento, me tienen literalmente pegado al sillón. Tal es mi sorpresa que abandono la idea de iniciar en esta primera toma de contacto una sesión loca de pruebas que me llevarían a visitar distintos targets musicales. Primero porque quiero someter a las cajas durante esta primera semana a un proceso “forzado” de rodaje a través de ruido rosa con la intención de obtener una lectura lo más objetiva posible sobre sus prestaciones, y segundo porque no me apetece, prefiero darme el gustazo de tragarme entero este discazo, simple y llanamente porque no esperaba semejante puesta en escena de las Tablette 10 Signature –más cuando en este momento no he experimentado diferentes posicionamientos con el afán de afinar al máximo la interacción caja-sala–. Decido poner fin a esta primera toma de contacto, es tarde. Me voy a la cama con una sonrisa y con la intención de recuperar mi colección de discos Mojo Club-Dance Floor Jazz para los próximos días.

Días que transcurrirían entre largas sesiones de «rodaje», con la ayuda de ruido rosa en mi ausencia, desde primerísimas horas de la mañana hasta últimas horas de la tarde. Mis anotaciones recogen los primeros comentarios, pasada ya la euforia de los primeros momentos, que aluden a un balance tonal excesivamente protagonista en su extremo más agudo. También con una presentación excesivamente adelantada, una zona media delgada y un extremo grave sin el suficiente “peso”… todo ello dando pie a un resultado lleno de aristas. De cualquier forma, mis anotaciones revelan una mutación constante, conforme pasan los días, en el balance tonal de las ProAc. Con todo y con eso, las Tablette Ten Signature no dejan de mostrar señales del potencial inicialmente observado, en su afán por poner de manifiesto su facilidad para mostrar los beneficios de un correcto “pitch”. Además, empiezan a dejar muy claro su facilidad para sonar grandes a muy bajo volumen de escucha, a pesar de su baja sensibilidad y sus dimensiones. Esto es algo que me ha gustado siempre, la capacidad de un sistema para sonar grande en escuchas con un régimen muy bajo de decibelios a altas horas de la madrugada, haciendo valer la perspectiva, y sensaciones subjetivas, a través del dominio del tono. En el valor documental de la reproducción sonora radica el origen del verdadero significado de Alta Fidelidad y la clave que da origen a la industria discográfica. Peter Walker –Quad– nunca se cansó de repetirlo.

Tarjeta de presentación

No pasaría mucho tiempo para advertir entre una de mis sesiones de escucha nocturnas, que había llegado el momento de finiquitar el proceso de posicionamiento de las cajas. Mientras leía cómodamente en el chaise longue el ensayo de Carl Wilson “Música de mierda”, estos minimonitores, tan solo transcurridos los primeros segundos del “loved one” de Agnes Strange, me entregaron oficialmente su tarjeta de presentación. La breve introducción de una batería que luce en su sonido la tensión del parche de la caja y el tom, guitarras flotando en la habitación con el característico efecto wah wah de la época, acompañadas de un extremo agudo líquido, lleno de descomposición armónica, protagonizado por el golpeo de la madera de la baqueta sobre el plato de la batería, dan paso al punteo de una guitarra que suena densa, llena de aire, presidiendo la imagen proyectada sobre un fondo negro que a estas horas de la noche infunden cierto respeto. Las emoción experimentada por las notas sostenidas a bajísimo volumen de esa guitarra cuyo foco parece traspasar las medidas físicas de la propia sala, son un detalle claro del potencial y prestaciones de estos minimonitores. Tras aproximadamente dos minutos y medio de introducción, en los que me da tiempo a ir cogiendo posición en el punto de escucha, el cambio de ritmo termina por elevar la temperatura de la sala. Estas ProAc lucen un balance tonal lleno de escala, ataque vertiginoso, total integración del extremo grave, que resulta rico en matices sin descuidar ni un solo segundo la salud de la fluidez de la reproducción, luciendo una clara “pulsación”, “latido”, en la ejecución de sus frecuencias más bajas. Suenan contundentes, con actitud, rápidas, muy ricas en la descomposición armónica de medio y agudo, pero sobre todo, precisas con el foco y perspectiva que proyectan. La facilidad con la que ejecutan la reproducción les permite mostrarse elegantes, con destellos de cara a una galería que presume de un festival de armónicos que en su desarrollo tienen muy presente la importancia de no perderle la cara jamás al “tempo”. Sumamente “responsables” pero con tintes destinados a alimentar nuestro lado más  hedonista. De esto último también sabe mucho mi amplificador integrado Densen DM10MK2, y el matrimonio de ambos vendría a resumir ese dicho de “se ha juntado el hambre con las ganas de comer”.

Acabo de comprobar por tanto que el cálculo modal inicial no distaba mucho de la posición ideal. Sin embargo, es inevitable un posterior ajuste mediante el tedioso ensayo/error. Digo tedioso porque siempre me ha resultado así. Sin embargo, con las Tablette Ten Signature ha sido todo lo contrario, dada la superficie con la que cuento, ideal por tanto para unas cajas no solo de este tamaño, sino bajo diseño de recinto sellado y con la respuesta que lucen. Todo ello me facilita enormemente esquivar los problemas de una sala como la mía para excitar modos del orden de 75 Hz. Dicho esto, y tal y como adelanté en el transcurso de esta exposición, las Ten Signature ofrecen en su recinto dimensiones de LS3/5a, pero no son unas LS3/5a: afortunadamente eliminan “esa joroba” en la gráfica de su respuesta destinada a efectos psicoacústicos que pretenden elevar la percepción de una mayor respuesta en el extremo grave. Esto último termina por facilitar encontrar esa posición ideal en la que las cajas literalmente desaparecen, ofreciendo un balance tonal homogéneo, exhibiendo una microdinámica y una fluidez en la reproducción sencillamente magistral. Este menor “lastre” invita a largas sesiones de escucha prácticamente sin darte cuenta del paso del tiempo.

Finalmente, y tras la corrección, las cajas quedan situadas a 32,5 cms de la pared frontal, manteniendo la separación inicial entre ambos canales pero aplicando un ángulo hacia el punto de escucha de aproximadamente 15 grados. Resumiendo, tan solo he variado en pocos centímetros la distancia a la pared frontal respecto a la adoptada inicialmente, manteniendo la distancia entre ambos canales, y digamos que el verdadero cambio reseñable viene de la mano del ángulo adoptado hacia el punto de escucha. Acabo de pasar de un riguroso valor cero a unos quince grados aproximadamente. Consigo con ello un extremo grave decididamente imponente. Extremo grave, sólido, duro como una roca, pero lleno de información y preparado para ofrecer la mejor de sus versiones y por tanto, sobre la calidad de la reproducción. Imagen estéreo decididamente más creíble en la proporción de sus dimensiones y además pudiendo disfrutar aún más del sonido del equipo sin necesidad de situarme en el punto de escucha. La sensación envolvente, la calidad de los timbres, insisto una vez más sobre su capacidad para sonar grandes y elegantes al más bajo volumen, así como la articulación del extremo grave, simplemente hacen que me convenza aún más de estar ante algo que inevitablemente acabará convirtiéndose en un clásico. Una vez tengo claro cual es el mejor posicionamiento para ellas solo queda ponerme a disfrutar.

No puedo evitar fijar la vista en el último disco de LSD and the Search for God. Suena “without you”, último corte del disco. Con el dimmer de la iluminación en la sala activado comienza a dibujarse una atmósfera llena de aire, unas guitarras exhibiendo una distorsión marca de la casa, llenas de matices en su saturación. La imagen proyectada es de una profundidad sorprendente, voces orgánicas enterradas en capas y capas de un muro de sonido denso en texturas, con una sensación subjetivamente ensordecedora sin necesidad de una escucha a un régimen alto. El nivel de confort en la escucha alimenta la sensación de un vuelo sin motor, o la de navegar a vela, pues a pesar de estar ante un material atronador, la paz transmitida por la total fluidez es comparable a la tranquilidad que ofrece un momento de silencio en mitad de un día especialmente estresante. Las ProAc se muestran cómodas, muy cómodas. De hecho en la escucha de este corte me sumerjo en la atmósfera propuesta por la banda olvidando que estoy probando las cajas. La capacidad para el dominio de la perspectiva a través de la afinación es abrumadora… ¡pero sigo sin dejar de anotar en mi borrador “elegantes”!

No quiero dejar pasar la oportunidad de escuchar el sonido de la Gibson Les Paul a manos de Luis Salinas. He tenido la oportunidad de disfrutar en varias ocasiones de sus conciertos en el festival de Jazz de San Javier. Allí mismo, en uno de los vomitorios del auditorio, compré mi primer disco de Luis Salinas. Desde entonces, cada cierto tiempo, necesito mi “dosis”. En esta ocasión me dirijo en busca de “El tren”, y se hace un silencio mientras se cierra la bandeja de mi insustituible, y longevo, Densen B400XS. Mando la orden de reproducir “No se va” y los primeros segundos inundan la sala de los primeros acordes de la guitarra, que rápidamente dan paso a un piano con una articulación y riqueza armónica tan natural que acaba transmitiendo “normalidad”. Se me olvida que estoy escuchando un equipo, no un piano en directo: es la antesala del sonidazo de la Les Paul. El foco, cuerpo y la perfecta digitación sobre los trastes del mástil de la Gybson, con esa inconfundible manera de tratar a la guitarra y sus notas sostenidas me acaban de quitar las ganas de volver a escribir en mi borrador eso de “elegantes”. Ha pasado a ser algo tan evidente en estas ProAc Tablette Ten Signature que incluso abandono por un largo tiempo la necesidad de seguir tomando anotaciones. Las ProAc ponen el foco sobre el mensaje, el contexto, exhibiendo un tutorial sobre lo que significa musicalidad, inyectando ritmo, melodía y armonía en la reproducción con una ausencia de esfuerzo casi insultante. No solo creo que son las mejores Tablette que haya tenido oportunidad de escuchar, sino que tengo la certeza de estar disfrutando de una de las mejores cajas que he tenido la oportunidad de probar/escuchar o tener en propiedad.

 

No me andaré por las ramas, acabo por convencerme de que las ProAc Tablette Ten Signature además de muy buenas, perfectamente podrían ser unas cajas para mí. La presurización de la sala, incluso a bajo volumen, insisto, haciendo gala de ese dominio para la perspectiva, de la afinación y esa capacidad para mostrar la propulsión natural del ritmo en la reproducción, me hacen abandonarme definitivamente a la escucha de este disco que tantas veces ha sonado con mi sistema, en las distintas salas que he venido teniendo, y con tantas cajas diferentes… La imagen proyectada, las vertiginosas transiciones entre ambos canales, la presión ejercida por el  extremo grave, que de forma magistral presuriza la sala, sin atisbos de esfuerzos evidentes que lastran la fluidez de la reproducción, terminan por dibujar ante mí una autentica exhibición por parte de las ProAc Tablette Ten Signature.

Conclusiones

Las ProAc Tablette Ten Signature, a mi juicio, no son solo uno de los mejores minimonitores que he probado, sino una de las mejores cajas que he tenido oportunidad de disfrutar. Además son unos verdaderos “monitores”, es decir, herramientas de monitorización. Los alicientes reunidos en estas cajas acústicas son infinitos en el caso de que cuentes con una superficie de unos 15m2, donde a la reproducción no le va a faltar ni un solo ingrediente de los que pueda ofrecerte una caja de rango completo en salas de grandes proporciones, al menos en términos puramente musicales.

La sensación que me queda es la de que no tienen techo, si hablamos de la calidad y precio de las fuentes y electrónicas que uno quiera tener junto a esta pequeña maravilla. Desde ya mismo estoy dispuesto a abrir una petición en Change.org para presentar su candidatura a Presidente de los Estados de Ánimo. Su alto componente expresivo hará que encuentres siempre un momento para escucharlas, tanto si te sientes eufórico como si necesitas hacerte sangre escuchando discos destinados a meter el dedo en la herida. De una forma u otra, sin que te des cuenta, estarás escribiendo la Banda Sonora Original de tu vida.

ProAc Tablette Ten Signature – 1795€ IVA Incluido

Distribuye Lyric Audio

Sistema Utilizado

  • Giradiscos Technics 1200
  • Cápsula Audio Technica At95 y Goldring Elan
  • Previo de phono Densen DP-01
  • Lector Densen B-400XS
  • Sintonizador Cyrus Two
  • Amplificador integrado Densen DM10MK2
  • Cajas Audio Exklusiv Tubular Bell Mk1
  • Cables de interconexión Clearaudio Trident, DNM Reason,  Furukawa PCOCC-A
  • Cables para cajas acústicas Linn K20
  • Cables de red Elsdon Wonfor MC-V y Supra 3.4PLY/S DIY

 

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