Publicidad

Stax: 85 “primaveras” demostrando que la excelencia de verdad es atemporal

Pocas marcas del universo del audio de altos vuelos, ya sea doméstico o profesional, han alcanzado, y además sin discusión alguna, el status de mito dentro de su especialidad como la japonesa Stax, conocida mayoritariamente hoy en día por la singularidad tecnológica y la excelsitud sonora de sus auriculares electrostáticos -con su primer modelo, el SR-1, comercializado en 1960- y las electrónicas de amplificación dedicadas –“energizadores”- que los acompañan. Pero hay más, mucho más, porque Stax es una de esas empresas cuya fundación y ascenso -su lema es “alma tranquila” o “espíritu tranquilo”- discurrieron en paralelo con la consolidación del Imperio del Sol Naciente como superpotencia económica y tecnológica. No en vano vio la luz en 1938, apenas un año antes de que se desencadenara la II Guerra Mundial, en pleno despertar de la que se podría llamar “segunda revolución tecnológica”. Su “alma mater”, el ingeniero, melómano entusiasta y audiófilo Naotake Hayashi, era uno de esos visionarios que han conformado el “ethos” hiperpurista-minucioso- perfeccionista hasta el límite que siempre ha caracterizado al mejor y más genuino High End japonés. De ahí que en el haber de la marca encontremos no sólo los componentes por los que ahora es conocida incluso por los aficionados más jóvenes sino también cápsulas fonocaptoras, brazos de lectura, micrófonos de condensador, etapas de potencia, reproductores de CD, tweeters y pantallas electrostáticas… productos todos ellos excelsos dentro de sus respectivas categorías que en su momento supieron sobresalir del resto y moldearon la personalidad única de una compañía que ha conseguido celebrar en perfecto estado de forma un hito tan significativo como es el 85º aniversario de su fundación.

Una trayectoria encuadrada en la mejor tradición del audio High End nipón

Podría decirse que mi relación con Stax fue, utilizando una frase hecha, “amor a primera vista”. No recuerdo con exactitud cuando tuvo lugar ese “primer contacto”, pero, publicaciones especializadas aparte -con mención especial para las francesas “La Nouvelle Revue du Son” y “L’Audiophile”, que personalmente considero mis “mentoras” en lo que a prensa dedicada al audio High End se refiere- juraría que en lo que a concierne nuestro país tuvo lugar en 1988 con motivo de una “feria” celebrada en un céntrico hotel barcelonés. Lo que sí recuerdo bien es que dicho contacto estuvo relacionado con los inicios de mi actividad profesional por cuanto me permitió conocer al que en aquel entonces era el importador de la respetada firma nipona -y de otras como Gryphon, MartinLogan, Wadia y Musical Fidelity, por citar nombres relevantes- para España, la valenciana Audiófilo, también propietaria de una tienda del mismo nombre. Conducía -y conduce, porque sigue operativa- sus destinos Bernardo Fuentes, una persona con mucho criterio -aunque también con sus “prontos”- que además tenía en su haber una cualidad que ya en aquel momento era “rara avis” en nuestro sector: pasión y conocimientos verdaderos por la música, en especial la clásica y el jazz.

Lo que acabo de decir lleva directamente a mis primeras sesiones de escucha “serias” con auriculares electrostáticos de Stax, que tuvieron lugar en el emblemático -aunque, por desgracia, de corta vida- establecimiento especializado barcelonés Amadeus, donde quedé absolutamente deslumbrado por la extraordinaria capacidad de análisis y la credibilidad de la presentación espacial -no en vano la firma nipona denominaba “Earspeakers”, es decir “Cajas Acústicas para las Orejas”, a sus diseños- exhibidas por los que en aquel entonces eran los modelos de referencia de la marca, de nombre SR-Sigma Professional y SR-Lambda Signature, atacados por el “energizador” a válvulas -2 dobles triodos 6FQ7/6CG7- SRM-T1. El “enamoramiento” fue tal que me quedé con los dos pese a la estética hiperaustera de ambos, lo que por otro lado no impedía que su ergonomía fuese más que notable, y a lo más que satisfecho que estaba con los auriculares que tenía en aquel entonces, los fantásticos K-340 de la austriaca AKG… fantásticos y singularísimos ya que combinaban, en un muy elaborado recinto multicámara, un transductor de medios/agudos electrostático con uno de graves electrodinámico. Eran difíciles de atacar, cierto, como consecuencia de sus 400 ohmios de impedancia por canal, pero la verdad es que sonaban divinamente. Volviendo a los Stax, hay que decir que en lo que a “personalidad” sonora se refiere, los Lambda “subían más” en términos de respuesta en frecuencia y nivel de presión sonora -lógico con una sensibilidad de 101 dB a 1 kHz- aunque con una parte baja en la que el extremo grave estaba fuertemente limitado, mientras que los Sigma impresionaban por la naturalidad de su presentación espacial aunque a cambio de una curva tonal más plana y relajada. Con el paso de los años acabé prefiriendo el sonido de los primeros, que todavía siguen funcionando a la perfección en compañía del mencionado SRM-T1. Por cierto: los SR-Lambda Signature eran una evolución de los SR-Lambda Professional, cuyas especificaciones técnicas eran fruto de un encargo del “Audio Research” Center del prestigioso constructor de automóviles alemán Daimler-Benz para medir el ruido de los motores de los mismos y que provocaron un salto cuántico conceptual en Stax.

Y de lo personal paso ya a lo profesional. Aquí he de decir que los actuales responsables de la importación de la firma japonesa para nuestro país, la madrileña Sound&Pixel Planet, se emplearon a fondo para que el presente artículo estuviese bien documentado, enviándome para ello un auténtico “tsunami” -no exagero- de información en textos y fotos que me desbordó literalmente. Al respecto les recomiendo que echen un vistazo el precioso catálogo editado con motivo de la efemérides que constituye la razón de ser de estas líneas: la celebración del 85º aniversario de la fundación de la marca https://www.proaudiointernational.it/FILES/85th%20Year%20Anniversary%20Book.pdf. Entrando en los productos en sí, empezaré diciendo que el nombre original de nuestra “invitada” era Showa-Kouon Co., Ltd. y que su cuartel general estaba en el barrio tokiota de Chiyoda-Ku. También que su fundador, el legendario Naotake Hayashi, empezó su carrera profesional dedicándose a la grabación y la masterización -bandas sonoras para películas incluidas- para seguidamente poner a punto, en 1950-1951, de su primer producto: un micrófono de alta frecuencia a condensador que bautizó con el nombre de Stax-1. Además de ser adoptado por la prestigiosa NHK (el equivalente japonés de la británica BBC), el componente en cuestión inspiró a su creador para renombrar su empresa, que en 1963 pasó a llamarse Stax Co., Ltd. 

En 1952, Stax participó por primera vez en la japonesa Audio Fair, que durante un buen par o tres de décadas tuvo una relevancia comparable a la del estadounidense CES y la berlinesa IFA en sus años de máximo esplendor. En 1954 vio la luz el tweeter electrostático CSG-1 y, ahí llega la revolución, en 1960 se comercializaron los primeros auriculares electrostáticos de la marca, los míticos SR-1, y los “energizadores” SRD-1 y SRD-2. En 1963 se lanzaron al mercado las cápsulas fonocaptoras de condensador de radiofrecuencia CPS-40 y CPS-40E con sus corrientes osciladores/detectores, así como el brazo de lectura estereofónico SA-228. La gama de Stax se iba ampliando en cantidad y calidad, como atestiguaron en 1964 las sofisticadas pantallas acústicas electrostáticas ESS-3A, ESS-6A y ESS-12, a la vez que los “energizadores” empezaban, con modelos como el SRA-7S (1966) a adoptar la estética que con el tiempo desembocó en la que nos es familiar desde hace más de tres décadas. En 1968, productos como los auriculares electrostáticos como los SR-3 y el compacto “energizador” SRA-3S dejaban alto y claro que Stax había alcanzado su particular velocidad de crucero.

A la vista de la trayectoria de la compañía japonesa, no cabe ninguna duda de que su particular catarsis tuvo lugar en la década de los 80’ con motivo de la revisión en profundidad a la que fueron sometidos los auriculares SR-Lambda, comercializados en 1979, motivada por ese encargo de Daimler-Benz al que he hecho referencia en líneas anteriores y que motivó la introducción de mejoras sustanciales en parámetros como la tensión de polarización (que pasó a ser de 230 V a 580 V, léase “PRO”), el espacio libre entre electrodo y diafragma (que paso de 0’2 mm a 0’5 mm) o el número de patillas del conector (que pasó de 6 a 5). A finales de la década de los 80’, Stax lanzó al mercado un ambicioso reproductor de CD, el Stax CDP Quattro, cuya versión mejorada, de nombre Quattro II, tuve la suerte de poder escuchar en nuestro país. Estamos en 1989, año del que data el catálogo más antiguo de la marca que obra en mi poder y en el que un total de siete modelos de auriculares electrostáticos son acompañados por ocho “energizadores” -coronados por “mi” SRM-T1-, un preamplificador específico para auriculares electrostáticos llamado SRA-14S, la imponente etapa de potencia -de diseño más bien “robótico”- basada en transistores FET DMA-X1, tres brazos de lectura, varios accesorios y las elegantes pantalla acústicas 100% electrostáticas ELS-F83, ELS-F81X y ELS-8X. A mediados de la década de los 90’, la compañía japonesa tuvo que afrontar una delicadísima situación financiera que se resolvió gracias a la tenacidad de sus empleados -fuese cual fuese su cargo- y la confianza de importadores y aficionados de todo el mundo en la excelsitud de sus productos. A partir de aquí, llegamos a la que podría llamarse “nueva Stax”, con modelos tan significativos como los excepcionales auriculares electrostáticos -equipados con paneles circulares de nueva generación-  SR-007 y SR-009, sus actualizaciones y una nueva generación de “energizadores”, productos a los que más adelante se sumaron -signo de los tempos- auriculares portátiles hasta llegar al actual “summum” de la marca: los sensacionales auriculares electrostáticos SR-X9000 y su “energizador” a juego, el soberbio SRM-T8000.

Un poco de teoría para poner en valor el éxito de un pionero (y visionario)

Hablar de Stax en 2023 -en realidad a partir de principios/mediados de la década de los 90’, por lo menos fuera de Japón- es hacerlo en exclusiva de sus atemporales e hipermusicales, amén de celebradísimos, auriculares electrostáticos -circumaurales y de sobremesa en su práctica totalidad- y las electrónicas dedicadas -aunque hay opciones interesantes de otras marcas, como por ejemplo la británica iFi audio- para excitarlos. Por lo demás, términos como “atemporales” o “celebradísimos” no resultan en absoluto hiperbólicos si tenemos en cuenta que, salvo contadas excepciones al principio -Sennheiser, Koss, Jecklin- y todavía pocas, aunque algo más numerosas, en la actualidad -la citada Sennheiser, Dan Cark Audio, Hifiman, Audeze-, el nombre Stax es poco menos que sinónimo de auriculares basados en paneles electrostáticos, un tipo de producto que no ha dejado de mejorar en los 63 años transcurridos desde el lanzamiento al mercado de los antes citados SR-1 y que en parámetros como la transparencia de la zona alta del espectro e incluso, aunque sólo en algunos modelos, la espacialidad sigue siendo “la” referencia incontestable pese a los notabilísimos progresos realizados por los fabricantes que utilizan transductores electrodinámicos y “planar”.

Lo primero que hay que saber de los auriculares electrostáticos es que su funcionamiento difiere radicalmente del de los de tipo “clásico”, equipados en su inmensa mayoría con altavoces electrodinámicos. Al contrario de lo que sucede en un transductor de bobina móvil tradicional, lo que encontramos aquí es una lámina de mylar o polímero encerrada por dos electrodos metálicos a los que se aplican tensiones eléctricas extremadamente altas. Los electrodos tiran y empujan -de ahí el término “push-pull” utilizado en no pocas descripciones técnicas- la citada lámina, que se comporta como una membrana -diafragma- bajo la acción de la corriente eléctrica que reciben. Sin embargo, esta tecnología tiene una limitación importante: requiere el uso de un amplificador dedicado ya que prácticamente ningún amplificador de auriculares tradicional -hay alguna que otra excepción, caso del iCAN Phantom de iFi audio recientemente analizado por hifilivemagazine.com- puede suministrar los voltajes necesarios para hacer funcionar los auriculares electrostáticos, cuya impedancia suele superar los 1.000 ohmios (129.000 en el caso de mis SR-Lambda Signature. De ahí que parezca lógico que la marca que protagoniza este artículo también diseñe sus propios amplificadores -válvulas/híbridos o a transistores- para garantizar que se aprovechen al máximo las ventajas de los transductores electrostáticos empleados en sus diseños.

Como consecuencia de lo que acabo de decir, la historia de los auriculares electrostáticos Stax está estrechamente vinculada a la de los amplificadores dedicados, alias “energizadores”, de la marca. De hecho, el fabricante japonés ha vendido casi el doble dichas electrónicas que de auriculares, estando no pocas de las mismas equipadas con válvulas de vacío para ofrecer el sonido cálido y ágil habitualmente asociado a dichos dispositivos. De hecho, más allá de la reconocida excelencia del diafragma electrostático propiamente dicho, es también la de los amplificadores en cuestión responsable en buena parte del éxito continuado -¡más de 60 años!- de Stax entre audiófilos, ingenieros de grabación, músicos y melómanos de todo el mundo.

¿Qué decir de las especificidades de Stax en materia de ingeniería? Personalmente me quedaría con una, y que no es sino el hecho de que los diafragmas empleados son extremadamente ligeros, lo que explica sus excepcionales prestaciones. Además, los transductores electrostáticos de los auriculares de la firma nipona también tienen una superficie emisiva muy generosa para garantizar una inmersión fuera de lo común en el sonido y una reproducción eficaz de las frecuencias bajas del espectro. La delgadez y la baja masa del diafragma también garantizan una respuesta a los transitorios -tanto en graves como en agudos- fuera de lo común que por regla general supera limpiamente a la de cualquier caja acústica. El resultado, doy fe de ello, es un sonido tan ágil, rico y -en función del modelo- espacioso como equilibrado que apenas provoca fatiga auditiva.

La gama: una propuesta espléndida en la que la excelencia manda al 100%

No puedo finalizar este artículo-reportaje-homenaje a Stax sin mencionar los modelos que constituyen la actual propuesta de la marca en nuestro país, una propuesta por fin profesionalizada gracias a los buenos oficios de su importador exclusivo, la antes citada Sound&Pixel Planet (https://www.sound-pixel.com/), y que se materializa en los siguientes productos:  

  • Auriculares: SR-003MKII (349 euros), SR-007MK2 (2,850 euros), SR-009S (5.250 euros), SR-LK300 (550 euros), SR-L500MK2 (925 euros), SR-L700MK2 (1.749 euros) y SR-X9000 (7.490 euros). Todos los modelos son circumaurales a excepción del primero, que es de tipo intraaural.
  • “Energizadores”: SRM-007tII (2.950 euros; válvulas), SRM-400S (1.610 euros; transistores), SR-500T (1.899 euros; válvulas), SRM-700S (3.995 euros; transistores), SRM-700T (3.995 euros; válvulas), SR-T8000 (6.550 euros; válvulas), SRM-D10 (1.075 euros; portátil, con DAC incluido) y SRM-D50 (1.395 euros; portátil, con DAC incluido). A señalar que los modelos en los que hemos indicado “válvulas” son en realidad híbridos por cuanto combinan dispositivos de vacío con transistores de efecto de campo (FET).

¡A por el siglo!

Es posible que, para muchos entusiastas del sonido absoluto, el conjunto formado por los auriculares SR-X9000 y el “energizador” SR-T8000 es el actual no va más para escuchar música en la intimidad. Lo que si les diré es que en la reproducción de la zona alta del espectro mis venerables SR-Lambda Signature no tienen nada que enviarles, lo que da la verdadera medida del nivel de excelencia, de la atemporalidad, del diseño de los mismos. El tiempo corre para todos, pero me gustaría pensar que en su momento podré dedicar un sentido artículo a celebrar el 100º aniversario de una marca única.

Sound&Pixel Planet

 

 

Comments are closed.