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“Tras más de una década de estudios, pruebas y prototipos a sus espaldas en su incansable afán por proporcionarle al sonido la vía perfecta” En el camino hacia nuestros oídos […]” 

Así, de este modo tan atractivo reza la información que podemos encontrar en la web del importador de la marca, Sound Sevilla, de la marca de cables de origen hispano-suizo ELEMENT 47.

Lo primero que pensé fue en la tabla periódica de los elementos cuando oí por primera vez sobre su existencia, en mi visita a las instalaciones de Pedro Asencio en la capital hispalense. Como todos recordaréis de la escuela el elemento 47 de la tabla periódica es la plata con lo que deduje en su momento qué podría encontrarse dentro de su gama de productos. Mi sorpresa llegó cuando tras unas pequeñas indagaciones averigüé  que los conductores de los cables de altavoces que iba a tener la oportunidad de analizar eran de cobre de alta pureza, elemento 29, nada de plata.

Sea cual fuere el elemento usado en su elaboración, el nombre de fabricación de cableado de alta fidelidad que se encuentra dentro de su reducido catálogo (altavoz, interconexión, phono, digitales y red) es ELEMENT 47, bajo mi punto de vista singular y atractivo.

Más de una década han tardado las manos artesanales que hay detrás de su creador, Patrick Rindisbacher, en sacar a la luz una nueva hornada de cables que sin duda merecían una audición seria, dado lo bien que me sonaron en una versión prototipo allá por el mes de mayo, con las impresionantes y todopoderosas cajas alemanas Kaiser Kawero (deliciosas).

Mención destacable para el innovador diseño SCT (suspended conductor techonlogy) junto con el uso de los dieléctricos aire (protegido), teflón y poliestireno, que  proporciona unas prestaciones muy superiores a cables del mismo nivel precios, según su fabricante, gracias a su constante búsqueda de la perfección sónica.

Comodidad y Calidad

Los cables llegaron en una caja oscura con el logo ELEMENT 47 en su parte superior y tras una rápida lectura de la tarjeta de agradecimiento del fabricante me dispuse a su interconexión.

Son de rigidez media y no demasiado gruesos con lo que no tuve ningún problema en su colocación y conexión al sistema, no me gustan los cables excesivamente gruesos y poco manejables pues al final siempre traen algún disgusto si no disponemos de amplios espacios, especialmente con los bornes de interconexión al que se conectan, pues al final siempre por una u otra acaban cediendo o incluso quebrando.

El acabado de este modelo PRELUDE en particular es de Spades (de origen Oyaide, según me comenta el importador) y están fabricados en bronce bañado en plata y platino, para una mejor durabilidad y conductividad. Son ligeramente más anchos de lo habitual, cómodos y muy estéticos.

Según me comentó Jorge Castellanos, representante de Sound Sevilla en Madrid, los cables estaban sin rodaje, con lo que al menos los tuve una semana conectados al equipo y simplemente no me senté a evaluarlos como es debido hasta que pasó este tiempo. Considero que es lo justo, pues muchos componentes, especialmente los cables, con el paso de unos días es cuando realmente empiezan a desvelar todas sus cualidades sónicas.

Control y Relax

El primer disco que cogí para su primera escucha seria fue el mítico Riding With the King (Warner Music, 2000) con BB King y Eric Clapton, un disco que a pesar de tener muchos detractores, a mí me gusta mucho por su buena dinámica e impacto.

“Marry you” posiblemente sea el corte mejor grabado y lo primero que más me llamó la atención fue la excelente separación de canales, con ello espacialmente se posicionan todos los sonidos de un modo quirúrgico, aportando una claridad escénica que hasta la fecha no había tenido tanto en cuenta en mi sistema.

Otro detalle que me llamó la atención en “I wanna be” fue el control total de frecuencias, sin duda la influencia de los cables quedaba patente en un control de los registros más complejos, especialmente del medio/grave, que es quizá el caballo de batalla de casi todos los sistemas con aspiraciones hiend en un ámbito doméstico.

Diana Krall suele ser también una de mis habituales a la hora de evaluar componentes en el sistema dada su capacidad de transmitir emoción, si ésta no se percibe, sin duda es síntoma inequívoco de que algo no está funcionando como debe. Con “Temptation” del celebérrimo “The girl in the other room” (Verve Records, 2004) pude comprobar una ligera subida escénica respecto a la que estoy acostumbrado, como si las cajas fueran más altas. Sin duda una sensación muy confortable al posicionar los sonidos de un modo más real, ayudado en gran medida, gracias a esa excelente focalización comentada.

Estos PRELUDE sin duda tienden a tener un orden total, tanto en el ámbito micro como en el macrodinámico, digamos que de un modo honesto realizan ambas tareas por igual. Esto le confiere al sonido un empaque y coherencia que no es normal encontrar en cables de este nivel de precios, un sonido con autoridad pero en todo momento controlado, que mantiene la distancia con el oyente sin necesidad de abrumarle con excesos. Con ello quiero decir que hay una ausencia total de aristas redundando en una redondez sónica subjetiva más que notable.

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