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KR VA 900: “Tan musical como Praga”

Tal y como de un cuento de hadas se tratase, los artesanos de la vieja Bohemia siguieron trabajando en sus talleres, para algún día ofrecernos este mágico artefacto capaz de trasportarnos al estreno de alguna de las muchas óperas de Mozart que antaño allí tuvieron lugar.

Fabricado de forma artesanal en una antigua fábrica comunista situada en el centro de Praga, su aspecto robusto y su chasis de acero, no son capaces de desvelar a primera vista la armonía y el equilibrio musical más refinado que la firma KR Audio pone de manifiesto con esta realización. Indudablemente, el amor de Mozart por Praga merecía esta prolongación musical honesta, equilibrada y con vocación de trascender en el tiempo.

Todo un mundo de sensaciones ante mis ojos, cuando frente a la presencia de este integrado cada elemento forma parte irremediable de un todo, que se justifica no en precio sino en valor musical. Y es que poner en valor más de seis mil euros, sólo es posible cuando detrás de un producto se revela una filosofía honesta, y una dedicación plena y con cariño al oficio, palabra ésta denostada por las modernas cadenas de montaje y por los relevantes movimientos empresariales de reducción de costes, que muchas de las compañías fabricantes de audio han llevado a cabo en los últimos tiempos, y que sin lugar a dudas les han restado credibilidad en el mercado.

KR Audio es una empresa especialmente conocida por la fabricación de amplificadores de válvulas de Triodos Single Ended (SET). Inventaron un tubo de alimentación especial (KRT) que permite producir mucha más potencia en un amplificador de válvulas SET de otra manera posible (2 x 50W). Incluso, al parecer sus válvulas de potencia 300B son excepcionales. Sin duda alguna llega a mis manos una fabricación hecha con mimo y con esmero. Fruto de la más cuidada exigencia y del buen hacer de personas involucradas éticamente en su negocio. La ética, por cierto,  también para las empresas de audio, puede resultar rentable. Fuera del marketing  barato con el que otras compañías pretenden que nos enamoremos de sus productos, los de KR  parece que tienen claro que las ventas se consiguen desde el convencimiento propio de que la calidad de tu producto es el resultado del esfuerzo. De ello damos fe.

Observando su aspecto externo, llama la atención su chasis tremendamente denso, arquetipo de un minimalismo en el que no existe nada más allá de lo puramente necesario para llegar al objetivo propuesto. En la parte trasera, tenemos la opción configurable en función  de la impedancia de las cajas, ya sean éstas de cuatro u ocho ohmios, y en la parte frontal las luces rojas (que uno espera que de un momento a otro pasen al verde) indican en el potenciómetro metálico, la llegada de la señal procedente de la fuente. Enormes trasformadores y una rejilla de aluminio que podemos desmontar, parecen no querer desvelar cuántos secretos se esconden  tras La magia que ya ha comenzado. Además viene equipado con un mando a distancia del que, debido a un inoportuno olvido, no hemos podido disfrutar para esta prueba.

 

Nada falta, nada sobra

Hace tiempo escuché el maravilloso Motete Jesu Meine Freude de Bach en una Iglesia Luterana en Austria. De repente me vinieron a la cabeza aquellos recuerdos, sentado en una fría banca cobijado entre las luces y las sombras de las vidrieras, que procedentes del exterior, me transportaban al universo Bachiano. Ahora en el sofá de mi casa, sintiendo la emoción contenida con la que René Jacobs dirige al Rias Kammerchor, el VA 900 comienza a pulsar la música como si de un ser vivo se tratase.

Un corazón lleno de energía, dándole a cada momento esa gota de expresividad suficiente para hacernos entender, que todo eso que siempre decimos que falta o que sobra no es lo realmente importante. Las voces nos hacen creer que existe un escenario muy convincente delante de nosotros. No hay artilugios, ni coloraciones, todo es muy real. Y sin embargo sigo sin poder echar de menos nada. Esta es la honestidad de la que hablábamos y que ahora sí, podemos constatar con nuestros oídos.

A diferencia de otros integrados que también montan KT 120, el VA900 es capaz de hacer algo muy interesante con sus más que exuberantes 80W. Es la capacidad de sacar lo mejor de cada buena grabación a nivel tímbrico y en el detalle, casi con la elegancia de unas EL34, pero además, añadiéndole ese plus de rotundidad a la escena musical que diría yo para nada tendría que envidiar a otras configuraciones sobre el papel más refinadas.

Incluso las Sinfonías de Haydn, en versión de Harnoncourt a pesar del tamaño reducido de los monitores con los que hemos realizado la prueba (Opera Operetta), éstos llenan la sala con una naturalidad pasmosa. El balance tonal y el equilibrio de la orquesta resultan francamente convincentes. Una sensación de realismo sonoro, que para nada se altera cuando subimos el volumen. Todo sigue estando en su lugar.

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