La neutralidad en su verdadero significado
Es una obviedad que cada aficionado a la Alta Fidelidad tiene su particular y propia estética sonora, que le permite disfrutar a plena satisfacción de nuestra afición. Seguro que si nos pusiésemos el traje de sociólogos y pudiésemos realizar una amplia encuesta entre una número significativo de ellos, sospecho que la mayoría calificaría su sonido como natural y neutro. Pocos serían los que se atreverían a reconocer que están satisfechos con una sonoridad situada abiertamente en el lado más caliente del espectro sonoro o por el contrario de un excesivo análisis y frialdad. Siendo todos los gustos sonoros igual de válidos, pues el único objetivo a conseguir debe ser disfrutar de la música, esta negación de nuestra personalidad y del carácter singular de nuestro sistema, consigue que el adjetivo neutro pierda su verdadero significado y se convierta en ampliamente sobado y devaluado.
¿De quién es la culpa de que este adjetivo, por otra parte con un significado tan claro, describa tan poco? ¿De ciertas publicaciones que lo han empleado abusivamente, cuando en su lugar correspondía calificar un aparato con un sonido frío, pero no querían decirlo abiertamente? ¿O por parte de nosotros los aficionados, que por falta de recursos lingüísticos más complejos, lo resumimos todo con ese «sonido neutro», que nos deja tan satisfechos? Creo que ya es hora de poner en valor el bello adjetivo neutral, para describir aquello que suena igual, que lo hace el instrumento o la pieza musical reproducida en la realidad, manteniendo y respetando la tímbrica y la expresividad exacta de un acontecimiento musical. Así pues, este debería ser el mayor elogio y reconocimiento que se le puede hacer a un aparato que reproduzca música, ser absolutamente neutral.
Y pueden creerme cuando asevero que el conjunto de amplificación formado por el previo PST 100 MKII y las etapas monofónicas Aelius de Ypsilon, son los aparatos más maravillosamente neutrales que nunca he escuchado.
Ypsilon Electronics PST 100 MKII y Aelius
La firma griega Ypsilon no es precisamente una recién nacida, aunque no hayamos oído hablar de ella demasiado hasta ahora en nuestro país. Proveniente de un país de amplia tradición audiófila, con un porcentaje muy alto de aficionados y de sistemas sonoros de auténtica envergadura, lo que pone de manifiesto su gran pasión por la reproducción musical; esta empresa vio la luz en el año 1995, de la mano de sus dos socios, Demetris Backlavas y Andy Hassapis. Veinte años casi han pasado desde sus primeros modelos, durante los cuales han ido puliendo y modificando sus diseños, hasta alcanzar un merecido reconocimiento internacional con su actual y completo catálogo, donde debido al elevado nivel de todas sus realizaciones, cuesta destacar unos productos sobre otros. Esperemos poder evaluar en el futuro algún artículo más de su atractiva lista de realizaciones. ¿Su afamado previo de fono o su DAC tal vez? Esperemos que el distribuidor en nuestro país, Cosmos Hi-Fi, lea estas líneas y recoja el guante a esta «sutil indirecta».
Soy de la opinión de que en un producto de nivel alto, se deben cuidar todos los detalles posibles, de construcción, de diseño y por supuesto de la calidad de los materiales empleados en su envoltorio. No sólo es cuestión de seguridad en el transporte de los mismos, es que nada más llegar a mi domicilio las tres unidades a evaluar, empecé a disfrutar de ellas sólo observando los inmejorables embalajes que traían. El previo PST 100 MKII viene envuelto en una delicada funda de algodón y dentro de un atractivo flight case de color azul. A su vez éste, protegido de posibles ralladuras por una caja de cartón, inmejorable pues. Las etapas monofónicas Aelius las recibí también con sus fundas y dentro de unas sólidas cajas de madera, que además son realmente bonitas, con su logo grabado a fuego y muy funcionales, con ellas absolutamente encajadas sin posibilidad de ningún movimiento interno.