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Como ya hemos comentado previamente, una vez que tenemos en nuestro iPhone, teléfono android, o tableta la aplicación de Marantz, esta nos permite controlar muy intuitivamente y con toda elegancia el Consolette. En mi caso el aparato accedía sin ningún tipo de problemas a toda la música que tengo en mi iPhone, toda mi colección de CD’s que tengo cargada en mi servidor Olive y a una innumerable selección de emisoras de radio por internet de todos los lugares del globo. Y todo esto nada más llegar, y sin ningún tipo de drama. La instalación es muy intuitiva y hasta un inútil de la informática puede realizarla sin ningún tipo de problema.

La presentación del aparato es suntuosa. El distribuidor tuvo el detalle de enviarme una unidad nueva, y yo tuve el gusto de hacer los primeros honores al Consolette. El empaquetado es impecable y se corresponde perfectamente con un aparato de auténtico lujo. La impresión que uno tiene cuando lo está desembalando es que tiene entre sus manos un equipo con un diseño muy cuidado, en el que se han previsto todos los detalles, para no sólo dar a su propietario una sensación de exclusividad, sino para que realmente sea exclusivo.

Lo siguiente una vez retirado el envoltorio es leer las claras instrucciones. Estas que vienen impresas, son sólo un pequeño esquema que nos guía fácilmente por la primera puesta en marcha del aparato. Instrucciones con más profundidad vienen en un cd adjunto en el paquete del Marantz. La verdad es que no he accedido a estas últimas instrucciones más que en momentos puntuales, ya que el funcionamiento del Consolette es extremadamente intuitivo. Esta es una parte importante de la experiencia que proporciona nuestro protagonista. En particular desde mi iPhone, (mediante la App descargada desde la Apple Store totalmente gratis) fui capaz de manejar totalmente todas las posibilidades que este versátil aparato ofrece. La navegación es por cierto, muy fácil y directa. Los botones virtuales son claros en pantalla y realmente hacen lo que dicen que hacen.

No tuve ningún tipo de problema para acceder a la totalidad de la música que tengo almacenada en mi servidor. Las pistas se cargan directamente, sin casi ningún retraso desde que presionamos el título de alguna en particular en nuestro iPhone, y estas empiezan a sonar. Y en todo caso, no más de dos segundos más tarde después de haber tomado la decisión en nuestro mando. Esto es siempre igual, indiferentemente que sea de cualquier autor o álbum. Evidentemente toda la música que uno tenga almacenada en su iPhone será reproducida también a toda velocidad.

También podemos reproducir música a través de su puerto USB. Con lo que podríamos conectar cualquier dispositivo de almacenamiento provisto con esta salida y reproducir los medios musicales que vengan incluidos. Muy útil a la hora de que cualquier invitado pueda traer su propia música y oírla directamente sin tener que configurar ningún tipo de conexión wifi y por lo tanto tener que dar nuestra contraseña. O a la hora de acoplar cualquier dispositivo USB repleto de música.

Otra de las características de este aparato es la capacidad de reproducir radio por internet. Esto pone a nuestra disposición literalmente cientos, sino miles de emisoras de todo el mundo, con una calidad que llama la atención incluso al más exigente. Y claro dentro de las posibilidades sonoras de nuestro Consolette, que como ahora veremos no son pocas. La navegación y la búsqueda de emisoras se puede realizar de acuerdo a varios parámetros que vamos eligiendo, siendo capaz con pocas pulsaciones de encontrar casi cualquier emisora que emita en la red. ¡Muy bueno!

“Because music matters”

Pero y su sonido… ¿Qué tal se defiende cuando lo que buscamos es calidad sonora? La verdad sea dicha que no me esperaba grandes cosas, porque funcionalidad es algo que se espera de un aparato como el Consolette. Pero encontrar una elevada calidad de sonido eso ya es algo muy diferente, porque claro, las leyes de la física no son fáciles de evitar, y menos por el precio que se pide por él.

En estos días el Consolette ha viajado por casi todos los rincones de mi casa, en los cuales se ha defendido como gato panza arriba. El espacio en el que más tiempo ha pasado ha sido el comedor, una estancia de unos 20 m2. En este espacio nuestro visitante es capaz de proporcionar un nivel sonoro sostenido de 85dbs de música sin ningún tipo de estrés y sin distorsionar lo más mínimo, y eso sólo a un poquito más de la mitad del recorrido de su potenciómetro. Es impresionante como este aparato llena perfectamente una sala sin despeinarse. ¡De nuevo muy bueno!

¿Y lo demás? Es complicado encontrar ninguna arista en el sonido del Consolette. Desde Mozart, Beethoven, Shostakovich, Madonna o Iron Maiden, todo suena, y bien. Durante el tiempo que pasó en mi casa ha reproducido todo aquello con lo que le he alimentado como un campeón. Que facilidad para transmitir el mensaje musical con discreción, sin dar el mínimo traspiés y sin distraer la atención ni un momento. Pero a la vez conseguir que sin darte cuenta estés tarareando la tonadilla en cuestión, o tengas que poner la mano en la rodilla para tratar de detener el movimiento desenfrenado de una pantorrilla rebelde.

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