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De vez en cuando conviene repasar los límites que el ser humano establece en cada una de sus realizaciones. Produce alegría admirar, que en la mayoría de los campos de la tecnología, se avanza de manera continuada y real. Lástima que las sociedades no avancen de igual manera, y necesitemos repasar nuestra historia solo para ver que caemos una y otra vez en errores pasados. Pero no nos distraigamos del tema que nos ocupa, la excelencia.

Las personas amantes del perfeccionismo, la calidad y por supuesto de la alta fidelidad, hemos tenido la ocasión este pasado fin de semana, de escuchar el rendimiento de un buen número de productos que suponen la cima tecnológica en cada uno de sus apartados. Por ejemplo el brazo SAT de Marc Gómez podemos sin complejos calificarlo como el mejor del mundo en la actualidad, y lo será hasta que presente su próximo y superior modelo, en el próximo High End de Munich. Las impresionantes cajas acústicas Gryphon Kodo pueden establecerse en el mismo nivel de absoluta referencia mundial, al igual que la amplificación empleada, también de la marca danesa. Pero si bien este material me impresionó en gran medida, la estrella de este show fue el giradiscos de la japonesa TechDas, modelo Air Force One Premium. No solo por ser el buque insignia de esta legendaria firma, ni por los increíbles avances tecnológicos que incorpora, sino por la presencia de su diseñador, absoluta leyenda del audio, Mr. Nishikawa. Sus explicaciones acerca del funcionamiento y prestaciones de su giradiscos me parecieron muy interesantes, y me reafirmaron en la admiración que siento hacia el inconformista espíritu japonés en la búsqueda de la excelencia. Por supuesto que por muy bueno que sea un giradiscos, sin el trabajo efectivo de un buen brazo, sus prestaciones quedarían diluidas, y para asegurar un funcionamiento perfecto y explicar su funcionamiento, también gozamos de la presencia del diseñador del brazo SAT, el español Marc Gómez.

Parece que no somos muchas veces conscientes de la oportunidad que supone poder admirar y disfrutar, aunque solo sea por unas horas, de todas estas joyas. No es accesible para la mayoría de los admiradores de productos de auténtica calidad poder conducir un Lamborghini por ejemplo, o probarse un Phatek Philippe, y sin embargo tenemos la fortuna de disfrutar de un sistema de más de 1.000.000 de euros con solo asistir a un evento, donde además te agradecen la visita con buen vino y aperitivos. Deberíamos sentirnos muy agradecidos por el enorme esfuerzo realizado por parte de los organizadores de este Enosound Barcelona, –Audio Club Premier con Cayetano Castellano al frente junto al equipo de Ultimate Audio–, si queremos que estos actos continúen celebrándose, y asistir aún en mayor número.

El evento se celebró en el Hotel Sheraton Four Points en Barcelona, en un salón doble con una superficie de más de 100 m2, indispensables para poder alojar en su interior unas cajas acústicas tan especiales y grandiosas como las Gryphon Kodo. El sistema en su totalidad lo formaban los siguientes elementos:

  • Cajas acústicas Gryphon Kodo
  • Preamplificador de línea Gryphon Pandora con fuente de alimentación separada
  • Etapa de potencia estéreo Gryphon Mephisto
  • Giradiscos TechDas Air Force One Premium
  • Brazo SAT
  • Cápsula TechDas TDC01 Ti
  • Previo de fono CH Precision P1
  • DAC EMM Labs MA2
  • Transporte/Reproductor CD Accuphase DP-430
  • Servidor Aurender A10
  • Cableado Kubala Sosna Realization
  • Rack Artesanía Audio Exoteryc y Plataforma Aire

No nos engañemos, un sistema de semejante categoría es capaz de sonar según los conocimientos de ajuste que tenga el responsable de su instalación, y en un trabajo conjunto de tantas personas con demostrada sabiduría, no se podía esperar más que un resultado sobresaliente. Quién mejor que el propio Mr. Nishikawa para ajustar su giradiscos, o Marc Gómez para sacar el mayor partido de su brazo. Si a eso sumamos el magnífico trabajo de montaje y ajuste de grandes sistemas al que nos tiene acostumbrado los profesionales de Ultimate Audio, no debemos extrañarnos de que todos los asistentes al evento salieran más que satisfechos –algunos incluso asombrados e impactados de que se pudiera alcanzar un resultado así–.

 

El sonido ofrecido venía determinado en gran medida por la configuración de las Gryphon Kodo, con sus cuatro gabinetes y en especial con los dos destinados a reproducir las frecuencias graves. Con amplificación interna de 1000W a 4 Ohm por canal, el impacto, visceralidad y contundencia de los bajos que estas Kodo nos entregan pueden llegar a sobrecogernos. La posibilidad de ajustar dichas frecuencias a la sala de manera remota, gracias a su mando a distancia y a los múltiples ajustes que ofrece, se me antoja un aspecto que marca la diferencia con cualquier otra caja acústica de configuración clásica y tamaño semejante. Escuchar cualquier disco de rock que conozcamos puede llegar a traumatizarnos, al comprender rápidamente que nunca volveremos a oírlo de igual manera en nuestro sistema doméstico. Ocho altavoces de 8” por canal son los responsables de semejante experiencia sonora. Miguel Carvalho y su equipo tuvieron fácil en esta ocasión impresionarnos, tan solo bastaba hacer sonar cualquier disco de rock –recuerdo el momento en que pincharon el archifamoso The Wall de Pink Floyd– y dejar un poco de libertad al dedo que controla el volumen en el mando a distancia, para que se dibujara una cara de asombro en las personas que allí estábamos. ¡¡¡Guau!!!

Pero si bien se supone con facilidad esta superioridad de dinámica y pegada en cajas de semejante tamaño y poderío, la manera en que el mensaje musical conseguía conectar con el oyente con sensibilidad y a veces hasta intimismo me sorprendió aún más. Las Gryphon Kodo es una caja muy grande que puede transmitir la misma o más emoción que un sistema diseñado solo para ese menester, y por lo tanto capaces de rayar al mismo nivel con cualquier género musical. Así tenemos unos altavoces capaces de golpearnos con una contundencia demencial y a su vez acariciarnos con la más delicada de las melodías. Aunque… ¿no tendría nada que ver en este desempeño la fuente analógica empleada?

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