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Sonido

En este apartado siempre me gusta destacar primero las cualidades que, desde un principio, más me llaman la atención de los productos que voy evaluando. En este caso, estos son la proyección escénica y el tratamiento de los medio-graves y graves.

El tamaño escénico que se obtiene con este Hanss T-60 es de dimensiones colosales. Tanto en anchura, como en altura y profundidad, procura que se abra una grandísima ventana delante nuestro, proporcionando una sensación de realismo, presencia y tridimensionalidad tales que hace que mis altavoces tengan cualidades cuasi camaleónicas, transformándose -si cerramos los ojos- en otros de mucha mayor dimensión.

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Evidentemente esto no viene solo, esta imponente dimensión viene ayudada por un tratamiento de la parte baja del espectro sonoro que destaca por su timbre, exquisita articulación y excelente extensión. Así pues los sonidos graves se dotan de una capacidad de realismo y naturalidad que hay que oírlo para creerlo. No os mentiré si os digo que es el mejor grave que he podido escuchar en mi casa con mi actual electrónica. Contundente, controlado, extenso, articulado… enmarcado en un halo de realismo tímbrico que considero difícilmente superable. Medios y agudos están provistos de naturalidad y grosor proporcionando, junto con la dimensión ya comentada, una sensación de autenticidad y credibilidad simplemente magníficas. Hay grosor dentro del detalle.

Dinámicamente el plato está a la altura de otros que ya he tenido la oportunidad de evaluar en mi sistema, más que correcta, sin apabullar y con una redondez y capacidad de cercanía, acorde con la calidad del producto.

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Quiero destacar un punto que posiblemente haga a este plato único, cuando suenan las melodías -de cualquier índole musical- existe una sensación de fluidez, de falta de embarullamiento, de holgura y de naturalidad que no son normales y que sólo he podido escuchar en equipos -insisto- con cajas de dimensiones superiores a las mías. Esto será debido muy posiblemente, aparte de por las cualidades mencionadas con anterioridad, por culpa de una capacidad de absorción de todo tipo de microvibraciones tal (debido a su excelente diseño) que simplemente crea adicción. Una vez has oído la música a través de este Hanss se hace difícil poner otra base.

En los sistemas analógicos es bien conocido el miedo por parte de la gran mayoría de los propietarios a los ruidos indeseados, a los siseos y a la falta de capacidad de generar un “fondo negro” escénico creíble. Evidentemente estas habilidades no sólo dependen del plato, hay otros factores más que importantes en la cadena de sonido que influirán, sin embargo, como yo ya conozco bien el sistema asociado, puedo aportar que el plato cumple a la perfección, olé por Hanss.

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No hay género musical predilecto para este plato, en líneas generales me ha enganchado con cualquier disco que haya pinchado sobre él. Quizá los discos que más me han llamado la atención son aquellos donde existe cierta complejidad en el pasaje musical, gracias a la perfecta discriminación y precisión en la articulación del Hanss. Cuanto más difícil es, más sencillo parece, y esto aunque parece fácil, es sumamente complejo y por ello, para mí, adictivo.

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